Relatos virales mendocinos

Tres historias que pintan esta época de espanto silencioso. Las peripecias de quienes la pandemia los sorprendió lejos de casa.

Relatos virales mendocinos

Por:Jorge Fernández Rojas
Periodista/Analista

Las acciones humanas se entrelazan en este tiempo de miedos virósicos. Hay historias que comienzan a muchos kilómetros de Mendoza y terminan aquí. Hay otras que se iniciaron en estos territorios y terminaron truncas en el medio del camino. Y hay otras que no conocemos y sólo nos enteramos porque las registran las estadísticas de las personas perdidas.

Todo en medio de la desolación que son las ciudades arrasadas por la pandemia. Este recorrido enloquecido que hace el coronavirus de boca en boca cruzando mares y causando estragos a todo lo que se mueva y mientras tenga un organismo vulnerable a su ataque.

En estos tres episodios con distintas escenografías el denominador común es el temor por volver y la espera eterna porque al otro día pase algo que permita tener una expectativa de salir de allí hacia casa. Salir de ese lugar donde quien hasta ayer era turista, viajero o un simple anónimo personaje, pasa a ser alguien no querido y rechazado, por quienes hasta ayer, fueron amables y atentos anfitriones.

Un foto pandémica de Cusco en Perú donde quedaron varados un millar de argentinos y entre ellos muchos mendocinos.

Niños sin rostro

Conversando con Vanina Barone la responsable de Protección de Niñez y la Adolescencia en Mendoza sobre cómo hacían las niñas y los niños para soportar el encierro ya que llevan 43 días aislamiemto, entonces soltó un dato doloroso.

La mujer se preocupó en describir una situación llamativa y que parece un emergente de un flajelo nunca resuelto en las sociedades tan globalizadas, como es el abandono de los más pequeños.

"Al haber muchos más controles, han aparecido chicos de otras provincias. Hemos encontrado chicos de Jujuy y de Santa Cruz que tenían averiguación de paradero", avisa la funcionaria.

Hay chicos que deambulan sin destino por las calles de Mendoza. Muchos son de otras provincias con averiguación de paradero.

Están perdidos o al menos así están registrados y han hecho la cuarentena en Mendoza en establecimientos de la ex Dinaf, pero la situación se complica para regresarlos a sus provincias ya que la rigidez de los retenes camineros como los de San Luis, hacen que estos chicos encontrados ahora se encuentren "varados" entre nosotros aunque su condición es la de personas sin destino cierto.

De todos modos Barone se alivia al pensar que las cosas no están tan graves como en otras provincias donde el confinamiento arrojó hechos funestos como suicidios infantiles. Estas cuestiones se tratan en las reuniones virtuales que, cada semana de pandemia, Barone mantiene con sus pares de las otras veintitres provincias convocados por Gabriel Lerner el secretario de Niñez y Familia de la Nación. De allí surgió la iniciativa de pedir al presidente que deje salir a los más pequeños, un rato cada día cumpliendo un protocolo de bioseguridad, a espacios abiertos como las plazas, para que "descompriman".

Alaska puede esperar

El domingo 26 de enero partieron desde Malargüe los "cocineros del camino". Daniel Ferrada y María Muñoz arrancaron su camioneta preparada para una gran travesía. Enfilaron hacia Chile por el Paso Pehuenche. La idea de llegar a Alaska los impulsaba. Pensaban en una aventura compartida con todas las personas que encontraran en su periplo. Querían fusionar la gastronomía argentina con la del resto de América. Hasta que el Covid-19 con su viento infeccioso los bloqueó en Perú. Ahora están en Arequipa junto a otros cien argentinos en las calles sin alojamiento e inmovilizados.

Daniel y María en Machu Pichu antes de la pandemia.

Forman parte de un contingente de argentinos que se convocaron por esta emergencia por un grupo de Facebook denominado "Cruzando Fronteras" que están con sus camionetas, autos y motos que pugnan por regresar pasando a Chile desde Tacna hacia Arica. Tramitan su regreso con el canciller Felipe Solá y ahora están en manos Carlos Chacho Álvarez el designado embajador argentino en Perú.

Es una historia de éxodos en el desierto, bloqueados ahora por la decisión de Perú que no los deja salir porque tendrían que abrirles el paso a 1400 peruanos que hacen fuerza por retornar a su país.

En el medio hay pequeñas y dolorosas historias personales como la del chico que se quedó porque no aceptaron que viajará en avión con su perro y solo se subió su novia. Otros optaron por abandonar sus motos y subirse al avión rescatista.

El cocinero mendocino en Tacna intentado salir de Perú.

"Perú prefiere tenernos a nosotros aquí a tener que abrirles la frontera a los propios peruanos porque no saben en qué condiciones de salud están. Hoy nos sentimos rehenes de ellos, porque no tenemos ningún problema para ingresar a la Argentina, donde sabemos que tendremos que hacer las cuarentenas que nos correspondan", describió hace unos días Daniel desolado. La pareja malargüina de cocineros siente el acoso de la inseguridad de no tener la certeza de su retorno a nuestra provincia. Han prometido que al pasar las frontera se someterá a todos los controles sanitarios en esa camioneta que por dentro es una gran cocina rodante.

El recuerdo de las tortugas

La imagen de la pequeña Valentina de diez años sonriendo con un calendario con los días tachados dice buena parte de la aventura impensada que vivió junto a sus padres, Carolina Baroffio y Juan Carlos Albornoz, ambos periodistas.

Valentina, la encargada del almanaque que marca el día del regreso del inesperado destierro en el norte de Perú

El escenario de esta historia fue el mar del Pacífico peruano "a metros" de Ecuador. Allí en el pueblo oceánico de Máncora se quedaron bloqueados un poco más de un mes de lo planeado porque la pandemia viral los alcanzó y el régimen impuesto para evitar la propagación del virus fue marcial y la amabilidad de un pueblo se transformó en una dureza que hizo doler el alma de los mendocinos.

"No creí que fuera tan duro pasar este tiempo aquí", escribió él desde su ostracismo pandémico. La emergencia, la militarización del país, el estado de preguerra los transformaron de turistas a asilados en el mismo lugar y la pareja dueña del hotel fue primero anfitriona y benefactora después.

La familia mendocina con cobertura antivirus en el inicio del largo retorno.

Vivieron en una burbuja donde se quedaron 30 días más de lo previsto. El domingo 19 emprendieron el retorno de 50 horas donde combinaron micros, caminatas, aviones, esperas, condimentadas con maltrato policial.

"Fuimos muchas veces al mar y conocimos una reserva de tortugas", cuenta con una sonrisa su pensamiento residual el periodista repatriado y ahora encerrado en cuarentena junto a su familia.

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