Cobre y vino, y sin reelección, la fórmula "chilena" de Cornejo

Este dominho hubo elecciones en Chile. Mendoza se mira cada tanto en el espejo transandino. Un repaso de estos 42 años de gobiernos democráticos en Mendoza y un porqué para no querer la reelección del gobernador. Y las bases de aquella foto del Cornejo tomando una piedra cuprífera.

Cobre y vino, y sin reelección, la fórmula "chilena" de Cornejo

Por:Jorge Fernández Rojas
Periodista/Analista

Cornejo defendió la institucionalidad mendocina como un factor clave para la seguridad jurídica y el clima de negocios. Recordó que es la única provincia que prohíbe la reelección del gobernador y también la sucesión familiar en el cargo. "Esa cláusula tiene beneficios en términos de institucionalidad, aunque impide proyectos de largo plazo. Gracias al equipo que conformamos con Rodolfo Suarez logramos mantener un programa de gobierno durante diez años", explicó. (Alfredo Cornejo  en el Club del Petróleo en Buenos Aires, el miércoles 20 de agosto).

Hay algo que ha cambiado en la dirigencia mendocina que, parada sobre el piedemonte político, ha terminado de convencerse de que hay un modelo de conducción propio crecido en este desierto irrigado desde hace más de 500 años. Por eso ahora, íntimamente, se ve bien que sea Mendoza la única provincia argentina que no tiene reelección consecutiva de gobernador. Porque se ha dado cuenta o le ha dado resultados la continuidad de las políticas aplicadas por grupos de personas identificadas por un mismo espacio político que se han especializado en el manejo del Estado.

Ver: Quincho: gestiones por Allasino, la proyección de Ulpiano y pelea por el PSJ

De los análisis políticos, sociales y hasta económicos subyace este ánimo. Por ejemplo, hace unas horas, observando estos últimos 42 años de gobiernos mendocinos, constitucionales y consecutivos, Carlos Ponce (economista y titular de Plataforma Digital) opinó:

"Si querés tener un proyecto de gobierno a largo plazo, lo que se ve es que con esta situación de la no reelección consecutiva, estás obligado a formar equipos de gobierno, por lo que no se ve necesaria la reelección".

Con un trazo de pragmatismo, Andrés Lombardi, el Peti, quien comanda la Cámara de Diputados y es exégeta del pensamiento cornejista, remarca por qué no se promueve la reforma constitucional para que haya reelección:

"Por lo que dice el gobernador, se decidió armar un proyecto de gobierno. Abrir el debate de la reforma es abrir muchas cosas. No solamente la reelección".

Banda y bastón, los atributos de los gobernadores de Mendoza.

Veamos. Desde 1983 hubo un solo periodo de cuatro años, el primero que ganó el radicalismo y no tuvo continuidad en la sucesión del sector partidario. Luego se produjo el primer tramo de tres mandos continuos del peronismo, y lo siguieron dos lapsos de 8 años de administraciones, radical y peronista, respectivamente. Y ahora estamos transcurriendo el tiempo de los otros 12 años de gobiernos del mismo color, en este caso radical.

Propongo que tomemos unos minutos y revisemos estos últimos 42 años de gobiernos de Mendoza, una provincia "rara" para el escenario político argentino donde en las otras 23 provincias está habilitada la reelección consecutiva de los mandatarios y hasta en muchos casos de manera indefinida (el más ruinoso es Gildo Insfran en Formosa). Hasta este año, Santa Fe era el otro distrito que tenía la cláusula constitucional que limitaba la reelección, pero ya la ciudadanía santafesina votó a favor de la reforma y quizá el actual gobernador, el radical Maximiliano Pullaro pueda presentarse para ser reelecto.

Hemos quedado como una isla en términos institucionales, pero con cierto ánimo de conformidad, quizá porque en definitiva seguimos mirando con el rabillo del otro lado de la cordillera. El espejo de Chile nos devuelve algunas características en que nos reconocemos. A propósito, este domingo la ciudadanía chilena eligió presidente y, por definición constitucional, no puede ser reelecto el actual en este caso Gabriel Boric, algo que no nos resulta ajeno en Mendoza. Hay miradas en común por proximidad y vínculos históricos con el país trasandino.

4 años del fundacional alfonsinista Llaver

El radical alfonsinista y abogado Santiago Felipe Llaver reinauguró los gobiernos democráticos en 1983. Entre los hitos más recordados en su gestión fue su lidia con la devastación del terremoto del 26 de enero de 1985. Tuvo un gesto épico de federalismo y contra el centralismo y tomó el complejo hidroeléctrico Los Nihuiles, pero aún así, no le pudo entregar la banda de gobernador a otro correligionario. 

Santiago Llaver, el primer gobernador de la nueva democracia.

12 años de peronistas naranjas: Bordón, Gabrielli y Lafalla

En 1987 se instaló en el Palacio de Gobierno el peronismo renovador, encabezado y craneado por el sociólogo José Octavio Bordón, el Pilo. Ese fue el primer período de 12 años (tres gobiernos sucesivos) de predominio peronista con el recordado el Equipo de los mendocinos

Los naranjas peronistas, Bordón, el economista Rodolfo Gabrielli, el Rolo, y el abogado Arturo Lafalla, el Arturo o el Flaco, habían logrado un récord en una provincia en que, por cláusula constitucional, ningún gobernador puede ser reelecto consecutivamente.

Histórica foto de enero de 1988. El entonces gobernador Bordón saluda a Alfonsín, el padre de la democracia moderna argentina.  

8 años de los ingenieros radicales: Iglesias y Cobos  

Con el declive menemista en la Nación, en 1999, Lafalla le pasó el mando al radical clásico e intendente capitalino, el ingeniero, Roberto Iglesias (el Mula, por su carácter parco) que logró armar un candidato propio para sucederlo. De este modo, en 2003 su colega de profesión y entonces decano de la UTN Julio César Cleto Cobos, el Cleto, le recibió bastón de mando. Este fue el primer periodo de 8 años, dos mandatos seguidos de administraciones radicales desde el regreso democrático en 1983. 

Diciembre 2003. Iglesias le coloca la banda a Cobos.

8 años de los peronistas K: Jaque y Pérez

Cobos, seducido y promovido a vicepresidente de la Nación por el encantador Néstor Kirchner para que secundara a su esposa, la peronista de izquierda (así se autodefinía) Cristina Fernández, en su primera presidencia en 2007. Esto produjo un cisma en el radicalismo mendocino y en la elección apareció el sorprendente peronista (y kirchnerista), el contador público malargüino Celso Jaque. El Celso llegó como intendente del alejado departamento del sur, empujado y corriendo con fuerza desde atrás, siguiendo la estrategia del tejedor peronista Juan Carlos Mazzón, el Chueco. Así logró quedarse con la gobernación. El dominio del PJ se prolongó con el abogado Francisco Pérez, el Paco, que asumió en 2011. Había sido ministro de Obras Públicas de Jaque y, por la decisión del Chueco, fue el sucesor del malargüino. Pérez se sostuvo por el poder kirchnerista, su debilidad política se notó en la debacle kirchnerista-peronista nacional. Así terminó su mandato en medio de una crisis económica y financiera en 2015.

Jaque y Pérez, los dos últimos gobernadores peronistas.

12 años años radicales en curso con Cornejo-Suarez-Cornejo

Lo que siguió es historia que se continúa escribiendo. El politólogo Alfredo Víctor Cornejo, el Alfredo, llegó al Palacio con el antecedente de ser el intendente de Godoy Cruz y remodelador de la administración del municipio con característica puramente urbana. Antes supo ser hombre de confianza de Cobos como ministro de Seguridad y Gobierno y fue partícipe de la transversalidad K. Hasta que se reconvirtió en líder de un proceso político radical acunado municipalmente sucediendo al agrimensor César Biffi y desde ahí autoproyectado provincialmente. 

Gobernó entre 2015 y 2019, le entregó el gobierno a quien él mismo eligió, el abogado radical, exintendente capitalino y actual senador nacional, Rodolfo Suarez, el Rodi. Y marcó un hito en estos 42 años que llevamos de recorrido institucional. Es el único dirigente político que ha sido electo en dos oportunidades con un periodo intermedio, como lo autoriza la Constitución Provincial. 

Diciembre de 2023, posan Cornejo y Suarez en el balcón gubernamental, en la vuelta al poder institucional del actual mandatario.

El actual contexto libertario

La impronta de Cornejo se conoce de mirarlo ejercer el poder desde hace 10 años. Es un tiempista de la política, elige los momentos adecuados de acuerdo a la conveniencia propia y normalmente ejecuta decisiones cuando testea que la resistencia se ha debilitado, sobre todo en asuntos de gran impacto. El mejor caso evidente es este impulso minero que ahora tiene, que antes, en su primer mandato, no lo tuvo.

La foto del primero de mayo de este año, donde aparece blandiendo una piedra verdosa proclamando su determinación de promover la explotación de cobre junto con una botella de vino, ya es un símbolo de esta segunda etapa como gobernador.

La foto del primero de mayo de este año. Cornejo anuncia la decisión de avanzar con el desarrollo minero.

Conviene ampliar la mirada para entender por qué se produjo esa imagen y que esa foto no se haya convertido en meme. El periodo libertario que experimentamos con Javier Gerardo Milei en la presidencia tiene sintonía fina con la idea cornejista. Mejor dicho y en clave mileísta, el mendocino "la vio" a la tendencia extractitivista y la hizo coincidir con la necesidad de suplir en la economía mendocina lo que en otra época ocupó el petróleo para Mendoza.

Hay que prestar atención a la decodificación que hace el analista Andrés Malamud sobre el plan económico de Milei desde su atalaya libertario y su intención de ser reelecto en 2027. Es llamativa la relación que hace entre el poder de venta de una materia prima a gran escala que tiene un país, con la posibilidad de que el presidente de ese país sea nuevamente electo, sea cual fuere.

Lo que veo que es un economista semiclásico. Después se metió en la escuela austríaca, eso es una novedad, porque no era anarcocapitalista hace unos quince años, pero él cree en las ventajas comparativas. Y cree que Argentina tiene ventajas comparativas en algunos sectores específicos, que son sectores del futuro, como la energía, que incluye minerales. Y después, un par de cosas fundamentales como la distancia y el frío. La distancia de los centros de conflicto geopolítico, y el frío que te permite refrigerar más barato para nuevas tecnologías que calientan un montón, y es carísimo mantener fresquitas.

La Patagonia es fría y con energías renovables, una cordillera en la que producimos el diez por ciento que Chile, siendo que es posiblemente la misma cantidad de minerales, más el petróleo, que es lo que se está dando, y el gas, con Vaca Muerta que es la segunda Pampa, húmeda. Así que él ve un país con potencial y que lo que necesita, y ahí viene su liberalismo, para desarrollarlo en el mercado. El Estado retirándose, y el innovador, el empresario, con hambre, invirtiendo. Entonces, él cree que la retracción del estado y la ventaja comparativa te producen eso que llamaríamos modelo de desarrollo.

No existe el desarrollo endógeno. No existe un país que diga: "me voy a desarrollar", y pone las instituciones, toma esta política y se desarrolla. Siempre el desarrollo está asociado. Los pioneros se asociaron porque tenían colonias e imperios, pero innovaron, pero las tecnologías de la las hilanderías, el motor a vapor, los cercos, Gran Bretaña fue eso. Después de eso, el desarrollo fue siempre detrás de los pioneros, los herederos, Australia, Nueva Zelanda, Canadá y Estados Unidos, que eran Gran Bretaña. 

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