Todos chivamos alguna vez: El chivo expiatorio

Habitualmente, cuando sucede algo desagradable, se tiende a buscar de manera instintiva alguien o algo a quien acusar, sirviendo así el objeto elegido como una excusa.

Todos chivamos alguna vez: El chivo expiatorio

Por:Paula Estrella
Lic. en Psicología Mat 3150.

Habitualmente, cuando algo desagradable sucede, se tiende a buscar de manera instintiva alguien o algo a quien acusar, sirviendo así el objeto elegido como una excusa. 

Quizás no siempre se tiene la intención, la consciencia de estar haciéndolo; simplemente la persona no sabe hacerse cargo de lo que le acontece, por lo que resulta sumamente interesante preguntarse si alguna vez caímos en utilizar este proceso o de cierta forma hemos sido víctimas del mismo.

Significado para la historia

Para celebrar el Día de la Expiación (jornada que implicaba la confesión de los pecados cometidos a lo largo del año y el arrepentimiento por ellos) el pueblo judío elegía dos cabríos o chivos machos, escogían al azar a uno de los animales para sacrificarlo a Yahveh mientras que sobre animal que quedaba vivo recaía la culpa de todos los pecados quedando así el pueblo automáticamente limpio de ellos.

Significado para la psicología

Haciendo referencia y uso de lo anteriormente citado, un chivo expiatorio es cuando culpamos a otro u otros de nuestros propios problemas. Este otro puede resultar tan amplio como nuestra imaginación nos permita. 

Por mencionar ejemplos, podemos apuntar contra: un miembro de la familia, un compañero de trabajo, un amigo, el Estado e incluso una mascota, sobre los cuales depositamos las frustraciones, agresiones y hacemos que carguen con nuestras propias culpas, siendo el principal objetivo del chivo expiatorio desviar la atención de los propios conflictos que no pueden ser resueltos.

Cuando algo nos genera hostilidad, oposición e incluso discordia tendemos a correr ese sentimiento hacia objetivos o personas más aceptables, más asequibles, que no representan un riesgo para nosotros. 

Entonces, en vez de enfadarnos con nuestra pareja terminamos traslandando ese enojo hacia la mascota, en cuyo caso, se convertirá en nuestro chivo expiatorio.

El aspecto negativo de este mecanismo es que este chivo no resuelve nuestros problemas, sólo nos exime momentáneamente de las responsabilidades, sin embargo el problema sigue estando allí. 

Las propias sombras y monstruos siguen estando debajo de la cama y no sólo por cerrar los ojos y taparnos la cara, desaparecerán.

Posibles soluciones

· Tomar consciencia de nuestra propia dinámica personal.

· Tomar decisiones, respetarlas y asumirlas.

· Ser responsables de nuestros actos.

· Adjudicarse las consecuencias.

· Identificar y tomar las emociones que generan ira, enojo, malestar y redefinirlas de manera saludable.

Para concluir y con el objeto de lograr una modificación de nuestro comportamiento es imprescindible volvernos más conscientes de nosotros mismos, más presentes en nuestros actos, en lo que implican y por consiguiente aceptar nuestras sombras, esos lados oscuros que generalmente rechazamos y no somos gustosos de hablar. 

Asumir que no existe nadie completamente bueno o completamente malo, y que todas las relaciones siempre son de a dos, por lo que las cargas se distribuyen entre ambos.

*Lic. Paula Estrella contacto: 2612189488

*Idea y producción general: Rosana Conte Ceschi