Hablando de #MendoExit: el día que Mendoza pudo ser chilena

Un grupo de viñateros buscó que la provincia y San Juan fueran parte de territorio trasandino.

Hablando de #MendoExit: el día que Mendoza pudo ser chilena

Por: Mendoza Post

Una insólita idea, al menos en estos tiempos, tuvo lugar a mediados del siglo XIX y podría haber cambiado el curso de nuestra historia. Se trata de un grupo de viñateros que intentó que Mendoza y San Juan pasaran a depender de Chile, como en los tiempos previos al virreinato del Río de la Plata.

Parte de los integrantes del proyecto era un coronel afroamericano que llegó a ser un reconocido coronel, Lorenzo Barcala. Su plan y la acusación de querer asesinar a las autoridades federales de Mendoza por esa época, hicieron que el 1 de agosto de 1835 lo fusilaran en la antigua Plaza Nueva (hoy Plaza Sarmiento), donde entrenaban las milicias.

Si bien era hijo de esclavos, él nunca lo fue. Aprendió el oficio de sastre y en 1815 fue reclutado por José de San Martín. Su desempeño hizo que lo reconocieran por su valor en la guerra de Brasil. Se identificó con el bando unitario, tenía dotes de organizador y era escuchado por los más postergados, según relata Infobae. Además, sabía leer y escribir y hacía gala de la educación que le había impartido el escribano Barcala.

Lorenzo Barcala.

Cuando San Martín fue nombrado gobernador de Cuyo, en 1813, enfrentó un panorama complicado a nivel económico. El comercio de Mendoza estaba interrumpido con Chile, tras la derrota en Rancagua en octubre de 1814. Por eso, el General debió generar consenso en el plano local para lograr los fondos de la campaña libertadora y aplicó una amplia reforma tributaria.

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Sin embargo, luego de las guerras de la independencia, llegaron las luchas civiles. Nuevamente los dueños de viñedos y los ganaderos fueron obligados a contribuciones forzosas, a multas injustificadas y a las expropiaciones de sus bienes. Muchos de ellos se vieron obligados a exiliarse por quedar en la ruina, como fue el caso de Tomás Godoy Cruz, quien fue diputado en la firma de la independencia en 1816.

Quienes quedaron armaron una milicia para hacer frente a los malones indígenas y a saqueos y desmanes de bandas de delincuentes, como los hermanos Pincheira en Malargüe y parte del sur chileno.

Todo esto generó que la actividad económica estuviera sensiblemente afectada en una provincia que se encontraba en el poder de Juan Manuel de Rosas. Fue entonces que decidieron mirar a Chile.

El país trasandino era gobernado por José Joaquín Prieto, con gran influencia del ministro Diego Portales Portezuelos. Se inició la etapa republicana y la nación vecina daba garantías que aseguraban la libertad de los proscriptos argentinos. Había oportunidades, como la minería. Santiago, Valparaíso y Copiapó eran las ciudades elegidas por los argentinos que escapaban del régimen rosista.

Diego Portales, presidente de Chile por esos años.

Por ese entonces, Portales recibió la propuesta de los cuyanos. Un plan que se cruzaba con una conspiración, que incluía asesinar a José Félix Aldao, un excura que había sido capellán del Ejército de los Andes y que en 1817 había colgado los hábitos y había elegido la carrera de las armas y de la política. Era conocido como el fraile Aldao y se había transformado en un caudillo rosista duro y severo, que se había hecho fuerte en la provincia.

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José Lisandro Calle, antirrosista, fue quien le sugirió a Portales que no sería difícil apoderarse de Mendoza y San Juan. E incluso aseguró que ambas provincias no simpatizaban mucho con las provincias de Córdoba, Salta o Buenos Aires.

Sin embargo, en Chile se preparaban para la guerra con la Confederación Perú-Boliviana, y sabían que necesitarían de la ayuda de Juan Manuel de Rosas. Portales se negó al plan de forma rotunda y puso en aviso al gobernador de Buenos Aires, quien decidió quejarse ante el gobernador de Mendoza, Pedro Molina.

Tomás Godoy Cruz, diputado que debió exiliarse por la crisis.

Barcala por ese entonces se encontraba en San Juan. Uno de sus colaboradores, Francisco Domingo de Oro, para salvarse, fue quien delató su participación en la conspiración. El gobernador mendocino Pedro Molina le solicitó a San Juan que lo enviase engrillado.

Había salido a la luz una carta de Barcala a su amigo del Regimiento de Cívicos Pardos, también afroamericano, el capitán José María Molina, que lo comprometía en las maniobras antrirrosistas.

Los complotados terminaron denunciados y detenidos, otros cruzaron la cordillera. Hasta cayó un sastre de 21 años, Gabriel Ferreira, que Barcala en alguna oportunidad lo había usado de mensajero.

Molina, en un gesto hacia Rosas, decidió fusilar a Barcala el 1 de agosto de 1835 en lo que hoy es la Plaza Sarmiento. El gobernador bonaerense alabó la medida "como digno de imitación por todos los gobiernos de provincia en bien de la tranquilidad pública", felicitación que mandó publicar en La Gaceta Mercantil.

De esta manera, el sueño de un grupo de cuyanos de asociarse a Chile terminó en una pesadilla de la que tardarían décadas recobrarse.

Fuentes: Historia de la Argentina, de Vicente Sierra; Viticultura y política internacional: el intento de reincorporar a Mendoza y San Juan a Chile (1820-1835), de Pablo Lacoste; Historia de la Argentina 1515-1976, de Ernesto Palacio

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