Se ha confirmado el impacto de una rutina de ejercicio y una dieta saludable directamente en la longevidad.
Qué comer y cuánto ejercicio se debe hacer para vivir más y mejor
La rutina de actividad física realizada regularmente, combinada con una dieta que sume verduras, frutas, y otros alimentos podría ser la clave para que las personas adultas de edad mediana tengan una salud cardiometabólica óptima en el futuro, esto según un nuevo estudio de investigación que usa datos del Estudio del Corazón de Framingham publicado en el Journal of the American Heart Association, la revista de la Asociación Americana del Corazón, con sede en Dallas en Estados Unidos.
Uno de los varios factores de riesgo más que resulta importante para la salud cardiovascular es el síndrome metabólico, se trata de un conjunto de trastornos formado por la resistencia a la insulina, el exceso de grasa situada alrededor de la cintura y la hipertensión arterial. Tal es así que la presencia del síndrome metabólico es el factor que puede hacer aumentar el riesgo de desarrollar accidentes cerebrovasculares, una enfermedad cardíaca y diabetes de tipo 2.
Es por ello que las autoridades sanitarias de Estados Unidos recomiendan que las personas adultas realicen al menos de 2 a 3 horas de actividad física moderada o 1.30 horas de actividad física vigorosa a la semana, como podría ser nadar o caminar. Ademas, las normas dietéticas, que fueron actualizadas en enero de 2021, dan sugerencias sobre patrones saludables alimentarios, objetivos nutricionales y límites dietéticos.
El estudio a través de 70 años
Luego de un análisis realizado con los datos de los participantes en el Estudio del Corazón de Framingham, que tuvo inicio hace más de 70 años en Massachusetts, EEUU, los investigadores examinaron los datos de casi 2400 adultos mayores de 18 años y el respectivo cumplimiento de las dos normas, tanto la dietética como la física.
Fue así que se observó que el cumplimiento de la combinación de las 2 recomendaciones ejercidas durante la edad mediana se asociaba con probabilidades menores de padecer el mencionado síndrome metabólico y de desarrollar graves afecciones a medida que las personas participantes envejecían en su tercera edad.
Entonces, los profesionales de la salud podrían usar esos datos para comunicar a sus pacientes los beneficios que tiene una dieta saludable y un programa de ejercicio realizado regularmente para así evitar el desarrollo de varias condiciones de salud crónicas en el presente y en el futuro. Po lo que cuanto antes se realicen estos cambios en el estilo de vida de las personas, más probabilidades de que se reduzca su riesgo de padecer enfermedades que se asocian al sistema cardiovascular más adelante.
Cuáles son los objetivos necesarios
Las personas participantes del estudio fueron seleccionados de la 3ra generación del Estudio del Corazón de Framingham. Estos participante poseían una edad promedio de 47años y el 54% eran mujeres, fueron examinados entre los años 2008 y 2011. Los investigadores evaluaron la actividad física que realizaban mediante un dispositivo especializado que se conoce como acelerómetro omnidireccional.
Ver también "Como acelerar naturalmente el metabolismo"
Este dispositivo realiza un seguimiento de la actividad física y del sedentarismo, se ubicaba en la cadera de la persona durante ocho días. Los investigadores también recolectaron información dietética mediante unos cuestionarios de frecuencia de alimentos para poder medir los tipos y niveles de nutrientes y alimentos consumidos.
Fue así que los investigadores observaron que el 28% de los participantes cumplía las recomendaciones tanto de las normas dietéticas como de actividad física, mientras que el 47% alcanzaba solo una las recomendaciones.
El riesgo cardiovascular
Del mismo modo, los investigadores pudieron ver también que los participantes que siguieron únicamente las recomendaciones de actividad física presentaban un 51% menos de probabilidades de padecer el síndrome metabólico, mientras que los que seguían solo las normas dietéticas tenían un 33% menos de probabilidades; y los participantes que seguían las dos normas tenían un 65% menos de probabilidades de desarrollar el síndrome.
Por lo que cabe destacar que se observó una asociación respuesta-dosis del cumplimiento de las normas dietéticas y de actividad física con el riesgo de padecer enfermedades cardiometabólicas avanzada la edad, las personas participantes que cumplían las pautas de actividad física tenían un riesgo paulatinamente menor de enfermedad cardiometabólica a medida que aumentaba el cumplimiento de las normas dietéticas, comunicaron los profesionales a acargo.
Pero todos los participantes eran adultos blancos, por lo que no pueden generalizarse los resultados a personas pertenecientes a otros grupos raciales o étnicos.