La historia de la argentina que se congeló para revivir: qué es la criónica

Beatriz Bilone murió en 2018. Su cerebro permanece congelado desde entonces, guardado con la esperanza de que en algún momento pueda ser revivida.

La historia de la argentina que se congeló para revivir: qué es la criónica

Editó: Mariano Rivas

Múltiples respuestas se le han dado a la pregunta por el sentido de la vida, y una de ellas, quizá la más pragmática, es que la vida tiene sentido porque es finita. Lo que le da el sentido a la vida es la muerte, el hecho de que en algún momento se termina. Pero quienes creen en la criónica no piensan eso, sino más bien en "jugarse la carta". 

"Es una posibilidad. Morirse sin criopreservarse te da absolutamente cero posibilidades. Haciendo esto, te da una chance. Quizás sea muy muy pequeña, pero es una chance". Quien habla es María Entraigues-Abramson, actriz y cantante argentina, y la "posibilidad" a la que se refiere es la criónica, la práctica de congelar el cuerpo humano con la esperanza de poder revivirlo en algún momento del futuro, cuando la tecnología lo permita.

Quienes creen en esta posibilidad, que la comunidad científica en su conjunto desdeña, son un grupo minúsculo de personas. Generalmente, a sus promotores se los tilda de "charlatanes". 

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El caso de María tiene un detalle particular: su mamá fue la primera persona criopreservada en Argentina, y hasta ahora, la única. Beatriz Bilone murió el 9 de septiembre de 2018, pero su cerebro está conservado a temperaturas bajo cero y será preservado por muchos años, incluso siglos, con la esperanza de que exista una tecnología capaz de revivir su mente -y por ende, a ella- en el futuro. Así, como suena.

Qué es la criónica y cuánto cuesta

La fundación Alcor es una de las líderes a nivel mundial en el discutido proceso de la criónica.

Quienes creen en la criónica piensan que la información y estructura de un cerebro recién fallecido podría contener la base para la restauración de la persona. Se trata de una práctica muy discutida y sin ningún respaldo científico serio, pero aun así existen personas que la han practicado.

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En la actualidad se experimenta con gusanos microscópicos, que son congelados en forma instantánea estando vivos y luego descongelados. Se despiertan sin mayores inconvenientes. Sin embargo, congelar a un ser humano vivo está prohibido por ley. Por eso la criónica implica realizar el proceso una vez fallecida la persona. Además, el tamaño del cuerpo humano hace que el congelamiento sea lento. Y esto significa que por cada segundo que pasa, las moléculas se desacomodan. 

Cerca de 400 personas han sido criopreservadas, ya sea el cuerpo completo o el cerebro. Hay 5 mil contratos firmados por personas aun vivas para que su cuerpo sea preservado. El precio del proceso varía bastante, pero puede ir desde USD 28.000 a USD 200.000.

El cerebro de Beatriz Bilone, almacenado apenas falleció. Es la única argentina criopreservada.

Cómo fue la criopreservación de Beatriz Bilone

El sitio Infobae habló con María, quien lideró el proceso de criopreservación del cerebro de su mamá, Beatriz Bilone. María empezó a leer sobre el tema en 1998, y en 2006 fue a su primera conferencia en Cambrid, Inglaterra. Hoy en día es integrante de Alcor, una fundación que impulsa la criónica.

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Beatriz conoció de la criónica gracias a su hija, y se mostró interesada en ser criopreservada. Una vez que murió a sus 78 años, se inició el proceso. A María le costó conseguir el médico que realizara la extracción del cerebro, y una casa funeraria que albergara la intervención. 

Apenas falleció Beatriz (9.30), cubrieron su cabeza con bolsas de hielo. Dos horas después, su cuerpo fue transportado a la funeraria en una caja rodeada de hielo. Tres horas después de morir, empezó la perfusión, es decir, el proceso de suministrar al cerebro el líquido necesario para evitar la descomposición. 

María coordinó el arduo proceso para conservar el cerebro de su madre.

A las 16 le extrajeron el cerebro, y a las 17.15 lo colocaron en un recipiente de plástico con agua helada. Ese cerebro fue congelado paulatinamente durante tres días. Finalmente quedó dentro de un "ultracongelador" a 80 grados bajo cero. 

Hoy en día, el órgano está en Estados Unidos, donde se finalizan los trámites para llevarlo a las instalaciones de Alcor, la fundación que alberga a 200 personas que esperan revivir en algún momento del futuro, contra todo lo que dicta la ciencia.

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