El Barrio Cano y la "arquitectura alemana" en el corazón de Mendoza

Pensado inicialmente como casas colectivas, este barrio muestra otra de las multifacéticas aristas de la arquitectura local: el racionalismo.

El Barrio Cano y la "arquitectura alemana" en el corazón de Mendoza

Por:Juan Manuel Lucero
Periodista

Corría el inicio del Siglo XX y Mendoza era una de las ciudades que crecían a nivel poblacional año a año. Las masas campesinas se mudaban a la Ciudad en busca de una mejor vida y los extranjeros llegaban a la Argentina en gran número, teniendo a Mendoza como una de las ciudades predilectas. 

Italianos, españoles, alemanes y otras tantas colectividades se asentaban en la provincia y marcaban una huella profunda que persiste aún hoy.

Semanas atrás contábamos la historia de las Casas Chorizo en nuestra provincia y en esta ocasión el protagonista será el Barrio Cano, una de las joyas del Racionalismo en la provincia.

Caminar por las veredas del Barrio Cano, en la actual Sexta Sección de la Ciudad de Mendoza, es sumergirse en una postal que detuvo el tiempo. Los bloques de líneas puras, los balcones austeros y la regularidad de sus formas no sólo evocan un pasado arquitectónico cargado de ideas vanguardistas, sino también una forma de habitar pensada, proyectada y, de algún modo, soñada. Porque el Cano -como lo conocen sus vecinos- no fue simplemente un conjunto habitacional: fue la materialización local de una forma de entender el urbanismo.

Proyectado en 1935, y construido entre 1937 y 1939 en las afueras de una ciudad que entonces todavía crecía entre viñedos, el Barrio Cano fue una apuesta sin precedentes del Estado mendocino -que incluso marcó una huella a nivel nacional- por solucionar el déficit de vivienda digna para los sectores más humildes. 

De allí que originalmente se lo conociera como "Casas Colectivas". Su nombre actual rinde homenaje al gobernador Guillermo Cano, impulsor del proyecto, quien colocó la piedra fundamental el 20 de junio de 1937 y falleció en 1939, poco después de la inauguración del barrio.

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Un barrio obrero con sello europeo

"El Barrio Cano se inscribe en una tradición de urbanismo moderno que nace en Alemania en la década de 1920, dentro de lo que se conocía como Siedlung -barrios obreros racionalistas-", explicó el arquitecto y docente Carlos Sala, al trazar el puente entre Mendoza y las influencias que bajaban del norte europeo. 

Sala es Magíster en Historia y Cultura de la Arquitectura y la Ciudad, y dicta clases en las carreras de Arquitectura de la Universidad de Mendoza y la Universidad de Congreso. Como tal, es un estudioso del tema y conoce en profundidad la historia arquitectónica de nuestra ciudad.

El arquitecto explicó que ese modelo, basado en bloques paralelos rodeados de verde, con ventilación cruzada, luz natural y servicios comunes, fue el que los hermanos arquitectos Manuel y Arturo Civit replicaron aquí en el corazón de la Ciudad.

Así estaba pensado el Barrio Cano en sus inicios.

La obra estuvo a cargo de la Dirección Provincial de Arquitectura, en un momento en el que los Civit lideraban buena parte de la modernización edilicia de la provincia. A ellos se les deben también el Hospital Central, el actual Museo Cornelio Moyano (conocido en su momento como el edificio Playas Serranas), y numerosas escuelas Urquiza y Videla Correas, ubicada en calle Paso de los Andes esquina Manuel A. Sáenz , todas con el mismo lenguaje racionalista: prismas sobrios, funcionales, sin ornamentación y de una sorprendente claridad formal.

"El racionalismo buscaba dejar de lado lo superfluo, priorizar la función por sobre la forma", señaló Elsa Rodríguez, jefa de Patrimonio Cultural de la Ciudad de Mendoza. 

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Y en ese sentido, advirtió que el Barrio Cano es ejemplar: "está organizado en una grilla regular, con bloques de tres niveles rodeados por amplios espacios verdes. Fue diseñado para garantizar confort, iluminación, ventilación y acceso a servicios en una época en la que todo eso era un lujo para los sectores populares".

Las dificultades de aquel momento

Cuando pensamos al Barrio Cano en la actualidad, debemos tener en cuenta que no siempre fue así. Hoy por hoy, al menos una decena de líneas de colectivos pasan por los alrededores del barrio, haciéndolo accesible y cercano para los trabajadores que viven ahí. 

Sin embargo, al momento de su creación, el ambicioso plan no fue ajeno a las tensiones entre ideales y realidades. Las viviendas, que se alquilaban y vendían a precios bajos con la idea de recuperar la inversión pública, quedaron por mucho tiempo deshabitadas. La distancia al centro y la precariedad del transporte público conspiraron contra su poblamiento inicial. Con el tiempo, muchos de sus departamentos fueron vendidos a familias de clase media, cuando inicialmente estaban pensados para la clase obrera.

Hubo incluso episodios inesperados: a fines de los años '30, algunos pabellones vacíos fueron cedidos por el gobierno provincial para alojar marineros del acorazado alemán Graf Spee, hundido en el Río de la Plata. Varios de ellos terminaron formando familia en Mendoza y se establecieron definitivamente en el barrio, sumando una historia insólita a este rincón de la ciudad.

Los alemanes refugiados llegaron al Barrio Cano tras el hundimiento del Graf Spee.

"El Cano fue un modelo adelantado a su tiempo, pero en un contexto conservador que no estaba del todo preparado para su lógica colectiva", remarcó Sala. 

Un ejemplo claro de esa lógica fue la instalación de lavanderías comunes en el sector posterior del predio, hoy reemplazadas por la escuela secundaria Dr. Osvaldo Borghi. También estaban previstas una iglesia, un mercado, consultorios médicos y una guardería, pero sólo se construyó el edificio de administración, donde hoy funciona un centro municipal.

Patrimonio vivo

Hoy, casi un siglo después de su concepción, el Barrio Cano mantiene muchas de sus características iniciales debido a la muy buena calidad y persistencia de los materiales con los que fue construido. 

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A pesar de las modificaciones particulares que los vecinos han hecho -cocheras, cerramientos, agregado de tejas-, la identidad del conjunto persiste. Sus 14 monoblocks, organizados en 572 departamentos, siguen en pie como testimonio silencioso de una arquitectura que no buscaba deslumbrar, sino mejorar la vida de quienes lo habitan.

Por su valor histórico, urbano y arquitectónico, el Barrio Cano fue declarado Patrimonio Cultural de la Ciudad de Mendoza en 1998. Y aunque el entorno ha cambiado -la ciudad creció y lo envolvió-, el barrio conserva algo de su espíritu original: una burbuja de racionalidad en medio del caos urbano, un espacio donde el diseño todavía se percibe como un acto de cuidado colectivo.

"Es un pedazo de modernidad enraizado en Mendoza, un manifiesto arquitectónico convertido en barrio", concluye Sala. Y es también una postal melancólica de lo que pudo ser una revolución habitacional y terminó siendo, quizás, sólo una hermosa excepción en una ciudad que combina tantos estilos arquitectónicos como historias de quienes la eligieron como lugar para vivir.

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