La estafa del "Telar de la abundancia" en primera persona

El Post reunió a un grupo de mendocinas que fueron estafadas por el fraude piramidal llamado Telar de la Abundancia. Esto dijeron.

La estafa del "Telar de la abundancia" en primera persona

Por:Christian Sanz
Secretario Gral. de Redacción (click en autor)

¿Hace falta presentar al Telar de la abundancia, la estafa piramidal más efectiva de los últimos tiempos? El Post lo reveló hace meses ya, pero la cosa sigue, como si nada. Y los incautos caen como fichas de dominó, uno tras otro.

Para cuando se dan cuenta, ya es tarde: los han embaucado y los han dejado sin dinero en sus bolsillos.

El sistema es simple: se trata de un esquema de conexiones de nombres, donde uno aparece en la cima y debajo se desprenden otros dos. Luego, de cada uno de esos dos, se desprenden otros dos. Y así sucesivamente.

Mientras más personas se van sumando en la base de la pirámide, dinero mediante, los de arriba de todo empiezan a acumular más y más dinero, hasta que se retiran. Luego traccionan los que estaban en segundo lugar, pasando a la cúspide, y así sucesivamente.

La misma pirámide, con distintos nombres

Una digresión: hay telares de diferentes montos, de $2.000 a 20 mil pesos. El negocio siempre será "enganchar" incautos que pongan ese dinero a cambio de una promesa, nada más.

Como puede verse, los números no cierran. Es imposible que todo el mundo gane, solo lo hará un pequeño porcentaje y llegará un momento en el que nadie más podrá ganar un solo peso. Es una cuestión matemática, ninguna gran ciencia.

Ver además: La nueva estafa piramidal que llegó a Mendoza

Las estafas piramidales son antiguas como la humanidad y, en los últimos cien años se multiplicaron bajo distintos esquemas, siempre sobre la base del tristemente célebre sistema Ponzi. Ninguno, ninguno, ninguno de estos logró jamás sobrevivir en el tiempo. Así de simple.

Siempre fue igual, llame como se llame la pirámide nueva: hay unos pocos vivos que ganan mucho y unos muchos que pierden todo. Está claro que el dinero no se multiplica por sí solo, mal que les pese a muchos.

El esquema siempre es igual

Para que alguien gane algo, otro tiene que perder ese algo. Para que alguien gane mucho, otros tienen que perder mucho también. Tan claro como que uno más uno es dos.

Estafa en primera persona

El contexto mencionado sirve para entender la historia que se revelará a continuación, contada en primera persona por seis mujeres que estuvieron en las oficinas del Post: Meche, Fernanda, Cristina, Sabrina, Rosa y Lorena.

Todas ellas juran haber sido estafadas por una mujer llamada María José Rosales, alias “Majo”. Ciertamente, hay interminables audios, correos electrónicos y conversaciones de Whatsapp que lo demuestran.

La operatoria se completa con la madre de Majo, Antonia Deolinda Fernández y su marido, Fabio Squillaci.

Majo junto a su madre Antonia, ambas cuestionadas

La primera en hablar es Fernanda: “Yo tengo una peluquería, con cosmetología, podología y todo eso. Tengo una clienta llamada Antonia que me introdujo en el tema. Me dijo: ‘Yo estoy metida en un telar, estoy ganando un montón de plata, yo ya gané 16 mil pesos en cuatro días. En 10 días volví a ganar y ahora estoy metida en un nuevo telar’. Yo tenía dudas, porque sabía que algunos telares no funcionan, pero me dice esta mujer: ‘Mi hija Majo se está encargando’.”

-Te convenció…

-Sí, aparte me dijo: “Esto mi hija lo tiene como un trabajo y está ganando mucha plata, porque le cobra 2 mil pesos por meter gente a los telares. Quédate tranquila que si no conseguís gente, ella siempre ayuda, es muy servicial”. Le digo que no tenía dinero para meterme. “Hace tantos años que nos conocemos, sos tan buena persona, que te lo voy a prestar. Cuando llegués arriba y cobrés, me lo devolvés”, me dijo. Listo, me metí.

-¿Qué más te dijo?

-Que tenía que buscar dos personas más, dos “bracitos”, como le dicen. Así que se lo ofrecí a Meche, la podóloga, y a Cristina, la peluquera, que me ayudan en el negocio. Se metieron y se terminó de cerrar ese telar. Estaba Leiza arriba de todo, y le seguían Antonia y Sabrina , que estaban a la derecha.

-¿Entonces?

-Entonces suben Antonia y Sabrina, y yo quedo del lado de Antonia en el Telar. Al tiempo empezamos a desconfiar y dijimos: ¿No será que esto lo “armaron” para quedarse con toda la plata ellos?

Majo... o María José Rosales

-¿Por qué desconfiaron?

-Porque una chica que estaba a punto de cobrar se salió del telar, repentinamente. Era raro. Ahí Majo me ofrece a mí: “¿No querés ponerte donde está Sabrina?”. Y me aclara: “Cuando pongas tu parte del dinero me lo tenés que dar a mí”. ¿Qué hice yo? Subí y en el lugar donde estaba yo, la puse a mi hija. Ella le tenía que dar la plata a Antonia y yo a Majo

-¿Finalmente qué pasó?

-Nada, perdimos todo lo que habíamos puesto. Mi hija y yo.

Segunda en primera (persona)

El segundo testimonio es el de Sabrina: “A mí me llama Majo, era un sábado a la noche. La conozco porque es la mamá de un compañerito de guardería de mi hijo. Me pregunta cómo ando y le explico que tengo que cubrir unos temas de plata. Ahí me dice: ‘Mirá, porque yo estoy en esto de un telar, me está yendo muy bien, ya he cerrado dos’.”

-¿Vos sabías lo que era un telar en ese momento?

-Algo sabía porque me habían ofrecido el de 18 mil pesos. Yo entonces dije que "no" porque el riesgo era muy grande, entonces no es lo mismo 2 mil que 18 mil. Ahí Majo me dice: “Mira, yo ya cerré el primero en tres días, el segundo en una semana, y me levanté 32 mil pesos”. Yo iba en el auto con mi mamá, que escuchó todo porque hablábamos por altavoz. Había también otras dos personas con nosotras. “Ah, buenísimo”, digo yo. Si es así, con dos telares o tres zafo como la mejor.

Ver además: Así es el fraude del Telar de la abundancia en Mendoza

-Y ahí entraste…

-Sí, le dije: “Dale, meteme”. Mi mamá me dijo “meteme a mí también”. Ahí nomás me mete Majo en un telar con una tal Marian. Le digo entonces: “Mirá que todavía no cobro, me tenés que esperar”. Me llama por teléfono y me dice se ha desocupado un lugar de otro telar, que a vos te queda buenísimo porque ya cierra y subís vos. Era el telar de Fabio, que después descubrimos que era su marido.

Todo se maneja a través de Whatsapp

-¿Entonces?

-Me dice: “¿Vos tenés la plata?”. Le contesto: “Yo ahora ya no la tengo, porque me falta, pero si me pagás lo que me debés, yo llego. Me dice bueno te pago y me das la plata”. Le digo que sí y descubro que esa plata Majo la quería para devolverle la plata a la persona que estaba en el lugar donde me ponen a mí. Ahí cierran automáticamente el telar donde estaba su propio marido y yo quedé en banda.

-Era para zafar ella…

-Sí, era para zafar ella. El tema es que, al subir yo, meto a Lorena, mi cuñada, que a su vez metió a su hermana.

-Vos habías puesto ya 2 mil pesos…

-Sí, ese día Majo se lleva 2 mil pesos y me manda un mensaje diciendo que el marido iba a pasar a buscar la plata de la otra gente que había metido. Cuando empiezo a ver que el telar estaba parado, me empiezo a preocupar. Sobre todo porque los dos “brazos” míos en uno de mis telares eran mi sobrina y mi mamá. Entonces dije: “Me salgo, después vean cómo me devuelven la plata”. No quería problemas con mi familia.

Tercer caso testigo

El de Rosa Perícoli, madre de Sabrina, es quizás el testimonio más crudo de todos: “Lo que hizo la señora Majo, María José Rosales, es una estafa. Ha estafado a mi hija, estafó a mi nuera y estafó a mi nieta. Y a mí también. No es la plata lo que me duele, es la amenaza que le hizo a mi hija para taparle la boca a través de mis nietos. Pido a través de diario Mendoza Post que se haga justicia, que no se puede amenazar a la gente para callarle la boca”.

-Se la nota enojada…

-¡Estoy furiosa! Yo sé dónde vive la señora Majo y si se atreve a amenazar a mis nietos yo voy a ir a buscarla a ella. Que lo tome como amenaza o como se le dé la gana, no me interesa el dinero. Me importa la amenaza que les hizo a dos menores de edad. Me hago cargo de todo lo que digo. Soy Rosa Pilar Perícoli, viuda de Pandolfino.

-Esto va más allá de la estafa…

-Claro, no es tanto, esos son pajaritos que van cayendo en la trampa. Pero lo otro, la amenaza, es grave.

Otra digresión: lo que menciona la mujer tiene que ver con una serie de mensajes que pudo ver este diario, donde Majo le dice a Sabrina que no hable “con nadie” de sus problemas con el Telar porque podía perder la tenencia de sus hijos.

Un botón de muestra

Los otros testimonios a los que accedió el Post son casi calcados, se trata de los dichos de Cristina y Meche, quienes buscan aún recuperar los 2 mil pesos que cada una puso en su momento.

La primera de ellas es peluquera e intenta llegar a fin de mes como puede, haciendo equilibrio cada día entre sus hijos y su trabajo. La segunda, Meche, es podóloga, y debió pedir prestado el dinero para poder ingresar al Telar.

Como sea, la tristeza de ambas mujeres en estas horas, es inconmensurable. Una y otra, junto a las otras incautas antes mencionadas, han sido burladas en su buena fe por un sistema que ya ha dejado un tendal de damnificados, no solo en Mendoza y otras provincias, sino también en Chile, México, España y otros países.

El caso de Majo es apenas un botón de muestra: hay cientos y cientos de Majos y telares que en estas horas se están conformando y que arrojarán los mismos resultados: cientos y cientos de estafados.

El reclutamiento es casi sectario, y funciona a la perfección, incluso a la hora de tranquilizar a aquellos que empiezan a ostentar ciertas dudas.

En el siguiente audio, uno de los tantos que tiene el Post en su poder, Majo habla con las mujeres a las que reclutó y está por estafar.

“Esto para que funcione hay que meter gente”, les dice. “Vas a ganar 18 mil pesos y ni siquiera en un mes”, agrega. Y luego llega el momento de la confesión más brutal de lo que es el Telar: “La idea es meter para llegar arriba; después se presiona a los que están abajo”.

Como se dijo, el sistema jamás funcionará. Solo lograrán zafar aquellos que estén en la cima. Los demás, solo servirán para saciar el apetito de dinero de esos pocos.

Es una historia recurrente, que va cambiando de nombre y apenas varía en el reclutamiento. Lo demás es idéntico. ¿Cómo esperar entonces que funcione algo que siempre fracasó?

Es claro y conciso, y lo dijo Albert Einstein: “Si buscás resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.