Crónicas del subsuelo: La ciudad sostenible

Crónicas del subsuelo: La ciudad sostenible

Por:Marcelo Padilla

Los vientos son cada vez más intensos, invisibles en su condición, ante la pregunta por el viento, de qué se constituye, no encuentro respuesta ni tiempo porque por la ventana se han colado una ráfagas que dan vueltas por el departamento. Huracanean papeles con escritos, textos sobre deudas a pagar, listados de gastos fijos y probables, un borrador con algunos tópicos para armar un programa de una materia. Textos y borradores que no dicen nada pero que en su arremolinamiento traman un discurso indescifrable. Juntar papeles volando ya constituye una "práctica de creencia" en cierto orden dentro del caos.

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La literatura, charlaba con un amigo poeta, es también eso, el rejunte de lo que luego tiramos, palabras escritas en servilletas de papel, en hojas sobrantes, que solo un viento puede hilvanar en su Cirugía Davidlyncheana. "Lxs mejores han muerto", me responde en un audio cuando le consulto por poetas argentinxs. Los que viven están hilvanando por gusto, por el placer de la lectura y el deseo de abstraerse, las palabras que les quedan. Es el "realismo capitalista" que refiere Mark Fischer, el que privatiza el estrés y conduce el deseo. La provocación del autos suicidado es para los británicos, básicamente, sin embargo hay ahí un tono comulgante, la radical medicalización de los desesperados, la necesidad de pastillas para que calmen o anulen "el malestar permanente".

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Para eso están los noticieros y los diarios on line, también los videos, en lecturas pautadas con tiempo, o visuales de dos o tres minutos, nadie soporta en esta constelación un material que profundice en el pozo, en la oscuridad subterránea de las playas de estacionamiento en Alemania del Este. Tres o cuatro pisos hacia abajo, donde por ahora reposan autos. Luego de ver Parasite y caminar por los túneles de Alemania de Este que sostienen 400 departamentos con cerca de mil quinientas personas, pensé en los aglomerados bajo tierra de Seúl, y la burbuja inmobiliaria que ofrece hábitat a los descartables donde copulan las ratas. Parásitos, además de la cuestión de clase por el olor, la sobrevivencia en nichos donde las posiciones del cuerpo van formateándose para volver al estado primitivo, agachados y en cuatro patas hasta sentarse en el piso alrededor de una mesa diminuta. No es una mera cuestión cultural ancestral eso que muestra el director premiado, es la regresión a contenedores humanos descartables, edificios superpoblados, perros que mean en las escaleras y ascensores, pasillos de películas en una Kiev de guerra tibia.

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El "aire puro y libre" es una consigna pudiente. Los juntacolillas se aplauden en una foto por tuiter, anuncian multas y prohibiciones por fumar. Una "dictadura de la salud" y del "ambientalismo policial" se erige para quedarse. Me dice el verdulero del complejo: "en Godoy cruz te ponen una multa de cinco lucas si entregas bolsas de plástico a los clientes". Lo biodegradable, lo bio. "Sostenible" es un término de múltiples dimensiones, huele a pasto y simboliza el color verde, son las fotos y las selfies con funcionarios plantando un árbol y armando un ladrillo PET con colillas de puchos. A eso le llaman "emprendedurismo ambiental". Otros negocios de la época para darles laburo a los correligionarios familiares. Cinco lucas de multa al comerciante, otras tantas al que fuma, a los madros de los pibes que se ponen en pedo, al que protesta una noche de navidad en la calle en defensa del agua, en definitiva a los que no funcionan de acuerdo al "contrato social de convivencia" que diseñaron un grupo de expertos en insatisfacción. Que luego son intendentes, legisladores o gobernadores, o candidatos.

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Multas y vallas donde vayas. Además represión permanente, La Ciudad y la Provincia Sostenible incorporan la posibilidad "democrática" de la violencia institucional contra los jóvenes, principalmente. Una compañera me cuenta esta mañana que el viernes detuvieron a dos de sus alumnos por salir a fumar a la calle; fuera de la escuela se prendieron un faso, una tuca frente al Norbridge. Al calabozo, los pibes al calabozo con esposas, la provincia sostenible en la democracia elástica que se estira e incluye al "fascismo pragmático vacío de discurso fascista", el capitalismo ya no necesita colonizar la palabra ni los gustos ni las prácticas de consumo. El capitalismo no propone, se impone vaciando su discurso y gobernando con medidas prácticas. El capitalismo es un sistema práctico de envenenamiento por saturación de sentidos y coloniza por desposesión. La piel se seca, el viento sigue su curso oblicuo alborotando nichos.