Racing, Centurión, Cristaldo y el fútbol machista en su máxima expresión

La Academia despidió a un futbolista por empujar a su técnico, pero reintegró al plantel a otro que agredió a su pareja. Contradicciones que dan un mensaje estremecedor.

Racing, Centurión, Cristaldo y el fútbol machista en su máxima expresión

Por:Emanuel Tristán

El ejemplo que dio Racing este sábado por la noche fue patético. Jonatan Cristaldo, el jugador que agredió a su pareja, fue reintegrado al plantel tras una licencia de cinco días y luego citado para concentrar de cara al partido contra Lanús, aunque finalmente, y debido a la ola de críticas de todos los sectores, no integró el banco de suplentes.

Hace poco, la Academia había compartido un mensaje contra la violencia de género. Hipocresía en su máxima expresión. Para los dirigentes del club de Avellaneda, es más grave un empujón leve de un futbolista hacia el técnico (por el incidente entre Ricardo Centurión y Eduardo Coudet en el Estadio Monumental) que un jugador que golpea a su pareja y la arrastra por el piso tirándole los pelos.

El caso es grave: el Churry fue denunciado con pruebas contundentes por Morella De las Heras, quien no solo quedó machucada en su rostro sino que también filmó un video instantes después de la última agresión sufrida, con el propio Cristaldo escondiéndose para no salir en las imágenes. En consecuencia, la Justicia dictó una restricción perimetral del futbolista hacia su pareja de 300 metros durante 150 días, además de brindar a la víctima un botón de pánico en caso de un nuevo ataque.

Racing Club avala eso. Actuando de manera tan impune, los dirigentes y el cuerpo técnico de la Academia son cómplices de la violencia de género pese al mentiroso mensaje que la propia institución de Avellaneda compartió hace poco.

El fútbol es sin duda el deporte más popular de nuestro país y también un epicentro de machismo retrógrado que impide el avance de Argentina como sociedad igualitaria en muchos aspectos.

La farsa de Racing en sus redes sociales oficiales.

Racing tuvo en sus manos la posibilidad de tomar una decisión ejemplar y dar un mensaje histórico. Pero en vez de meter el gol, sacó la pelota del estadio, fue cómplice de un golpeador y dejó pasar una oportunidad inmejorable. Así estamos.