Memoria selectiva: cómo trabaja nuestro cerebro

El científico Larry Squire distinguió varios tipos de memorias que dependen de diferentes sistemas y variables, como la emoción y la atención.

Memoria selectiva: cómo trabaja nuestro cerebro

Por: Mendoza Post

La memoria depende de varios sistemas con distintas características. Si bien solemos asociar la memoria con el recuerdo de los eventos autobiográficos, hace varias décadas que se han descrito diferentes sistemas que dan cuenta de todos nuestros aprendizajes, desde caminar, escribir o hablar, hasta conducir, andar en bici, dibujar o aprender una canción.

Posiblemente, la clasificación más admitida en la actualidad sea la presentada a finales del siglo pasado por el científico estadounidense Larry Squire. Entre otros sistemas mnésicos (relativo a la memoria o que se caracteriza por ella), distinguió una memoria declarativa, que corresponde a la que formamos de manera explícita y evocamos posteriormente de modo consciente.

Esta memoria depende de la integridad del lóbulo temporal medial y se encargaría, entre otros aspectos, de procesar los recuerdos de tipo autobiográfico y el conocimiento que adquirimos del mundo a lo largo de nuestra vida.

Según Squire también tenemos una memoria no declarativa, responsable del aprendizaje de habilidades motoras, que se adquieren con la experiencia y se demuestran con la práctica, como andar en bicicleta. Esta misma memoria se ocupa de almacenar estructuras aprendidas y automatizadas, como el orden de las palabras dentro de una oración.

En este sentido, las memorias autobiográficas (declarativas) son más vulnerables que aquellas otras de las que dependen los actos motores (no declarativas). Así se explica que cuando uno aprende a andar en bicicleta o a tocar el piano, esa memoria procedimental permanezca prácticamente inalterable a lo largo de nuestra vida, mientras que los eventos autobiográficos presentan una menor resistencia a los procesos de olvido.

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Podemos decir también que hay veces nos resulta imposible borrar de nuestro recuerdo experiencias realmente ingratas, vivencias de las que resulta complicado desprenderse. La respuesta a todo ello la encontramos en nuestro sistema de memoria, que evolucionó con nuestra especie para favorecer la supervivencia incluso en los contextos más desafiantes.

Si me emociono, recuerdo mejor

Además del tipo de memoria, existen otras variables que juegan un papel importante en el recuerdo y olvido. Por ejemplo, el contenido emocional de las experiencias o la atención que prestamos, por citar dos de ellas. Sin duda, los recuerdos con alto contenido emocional permanecen más tiempo en nuestra memoria, incluso toda la vida.

Sistema Limbito de la memoria en nuestro cerebro

Aquellas experiencias con alto significado emocional, ya sea positivo o negativo, quedan impresas en nuestros circuitos de memoria de un modo más duradero. A ello contribuye la implicación de la amígdala, una estructura subcortical del sistema límbico que desempeña un papel fundamental en la consolidación de eventos emocionales y estresantes.

La permanencia de estos recuerdos con alta carga emocional nos ayudó a evolucionar como especie, porque gracias al hecho de recordar acontecimientos significativos pudimos moldear nuestra conducta, preparándonos para eventos futuros y favoreciendo con ello la supervivencia.

El superalimento

El accidente de oliva es un alimentos que contiene  antioxidantes que debes consumir cada noche para mejorar la memoria. Es sano, local, barato, previene enfermedades y ayuda a adelgazar.

Científicos de la Facultad de Medicina Lewis Katz de la Universidad de Temple (LKSOM), en Filadelfia (Estados Unidos), han probado que el aceite de oliva virgen extra (AOVE), un superalimento rico en antioxidantes protectores de células y conocido por sus múltiples beneficios para la salud y para adelgazar, especialmente contra el envejecimiento y las enfermedades cardiovasculares, preserva la memoria y protege el cerebro contra la enfermedad de Alzheimer. (Si lo que buscas es perder peso, esta información te interesará).

La enfermedad de Alzheimer es en sí misma una forma de demencia. Afecta principalmente al hipocampo, el centro de almacenamiento de memoria en el cerebro. La demencia frontotemporal afecta las áreas del cerebro cerca de la frente y las orejas. Los síntomas generalmente surgen entre las edades de 40 y 65 años e incluyen cambios en la personalidad y el comportamiento, dificultades con el lenguaje y la escritura, y un eventual deterioro de la memoria y la capacidad de aprender de la experiencia previa.

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