Varias investigaciones indican que es literalmente posible morir a causa del dolor emocional derivado, por ejemplo, de perder a un ser querido.
¿Es posible morir de pena?: qué dice la ciencia
Si bien el término "morir de pena" puede sonar poético o metafórico, lo cierto es que muchas veces tienen un fondo de verdad.
Y es que varias investigaciones indican que es literalmente posible morir a causa del dolor emocional derivado, por ejemplo, de perder a un ser querido.
Se trata de una posible explicación a un fenómeno que muchas personas conocen, no tanto por lo común que es como, más bien, por lo llamativo: parejas ancianas que llevan toda la vida juntas y en las que un cónyuge muere poco después de fallecer el otro. En ciertos casos, esto se ha bautizado como el "efecto viudedad".
Según un artículo publicado en el medio Psichoneuroendocrinology por investigadores adscritos a la universidad Rice (Texas, Estados Unidos), esto podría suceder como consecuencia de una respuesta inflamatoria al impacto emocional del duelo.
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Para demostrarlo, analizaron los biomarcadores de tal respuesta en personas que habían perdido recientemente a sus cónyuges y que estaban atravesando procesos de duelo intensos.
Lo que encontraron resultó fue consistente: los sujetos mostraban niveles mucho más elevados en estos biomarcadores que otros que habían enviudado recientemente pero no mostraban ese nivel de síntomas.
Científicos afiliados a la Universidad de Harvard también han argumentado que las condiciones psicológicas que desencadena un evento doloroso podría provocar que el esposo superviviente descuide su propia salud, con el incremento en el riesgo para la propia vida que ello supone.
Esto podría explicar por qué, como concluye otro artículo en Psichoneuroendocrinology señala que, aunque el duelo provoca cambios similares en todas las personas, afecta de manera más intensa a las personas que inicialmente tienen un peor estado de salud.
Existe una teoría llamado "síndrome de Takotsubo", también conocido como síndrome del corazón roto, se trata de una condición en la que un estrés físico o emocional intenso, prolongado o repentino provoca una debilidad cardíaca transitoria que afecta principalmente al ventrículo izquierdo y que puede llegar incluso a interrumpir la capacidad de bombeo del corazón, en un cuadro muy similar al de un infarto de miocardio.
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