Los guardianes invisibles del patrimonio que trabajan en Mendoza para UNESCO

ICOMOS, la organización que desde Mendoza, el país y distintas partes del mundo asesora a la UNESCO y vela por la memoria cultural de la humanidad. Conocé quiénes son y a qué se dedican.

Los guardianes invisibles del patrimonio que trabajan en Mendoza para UNESCO

Por:Juan Manuel Lucero
Periodista

En tiempos donde el vértigo de la modernidad amenaza con borrar huellas, aún existen hombres y mujeres que, casi en silencio, dedican sus vidas a sostener la memoria común. 

No portan capas ni uniformes, pero su tarea es heroica: son los expertos y expertas de ICOMOS, el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, organismo consultor de la UNESCO que trabaja en la protección y difusión del patrimonio cultural y natural del planeta. Desde las Misiones Jesuíticas (foto de portada: captura de pantalla de Argentina Friendly) a algunos de los Parques Nacionales, estos especialistas asesoran a la UNESCO sobre la importancia de la conservación de determinados sitios.

Iguazú, uno de los bienes naturales declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Cabe destacar, en ese marco que la próxima semana se celebra el Día del Patrimonio Cultural del Mercosur, ocasión en la que toma relevancia este tipo de actividades, tal como cada 17 de setiembre de cada año.

Fundado en 1965 tras la célebre Carta de Venecia, ICOMOS se convirtió en la única red mundial no gubernamental dedicada específicamente a la conservación patrimonial. Sus más de 110 comités nacionales -entre ellos el argentino, creado en 1973- agrupan a especialistas que asesoran en declaratorias de Patrimonio Mundial, redactan recomendaciones internacionales y, sobre todo, siembran conciencia en las comunidades acerca del valor de sus bienes materiales e inmateriales.

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Desde Mendoza, una de las voces que encarna ese compromiso es la de la arquitecta Gabriela Santibáñez, presidenta de ICOMOS Argentina en el período 2021-2024. Formada en la Universidad de Mendoza y con una extensa trayectoria académica y científica, Santibáñez se convirtió en referente en la defensa del patrimonio cultural.

Gabriela Santibáñez.

"Acá en la Argentina, ICOMOS tiene figura de asociación civil y a nivel internacional es un organismo que se desprende de la UNESCO, es decir, le aporta a la UNESCO, por ejemplo, en temas de patrimonio mundial", explicó la especialista. 

"En cuanto a la protección de bienes en Mendoza, eso le corresponde al Estado, ya sea nacional, provincial o municipal. Lo que hacemos es difundir valores, sensibilizar, capacitar y formar. Esa es nuestra verdadera misión", detalló Santibáñez.

En esa explicación se resume una paradoja: quienes asesoran a UNESCO en declaratorias mundiales no tienen poder para decidir sobre lo inmediato en su propio territorio. Su tarea es otra: promover la reflexión, anticipar riesgos, tender puentes entre saberes y comunidades.

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El aniversario reciente de los 60 años de existencia de ICOMOS a nivel global y los 50 del comité argentino sirve como puntapié para repensar la evolución del concepto de patrimonio. Si hace seis décadas se hablaba de monumentos aislados, hoy se comprende que la memoria se expresa en paisajes, en prácticas comunitarias, en itinerarios culturales y hasta en las huellas del cambio climático que transforman los territorios.

No es casual que ICOMOS impulse debates sobre la redacción de documentos de referencia -ya no "doctrinarios", como antes- y que promueva la participación de jóvenes y la transversalidad disciplinar. "El patrimonio no es materia exclusiva de arquitectos; atraviesa a todas las profesiones y, en definitiva, a toda la sociedad", insiste Santibáñez.

Ichigualasto en San Juan, es otro de los patrimonios mundiales.

En un mundo cada vez más expuesto a riesgos naturales, antrópicos y climáticos, estos "guardianes invisibles" del patrimonio trabajan sin estridencias. 

Lo hacen en misiones internacionales, en informes confidenciales o en aulas donde intentan despertar conciencia sobre los cuidados que se deben tener con relación a estos sitios. Y lo hacen desde el convencimiento de que conservar lo heredado es también proyectar futuro.

Tal vez sus nombres no aparezcan en los titulares ni en las fotos de las inauguraciones oficiales. Pero su legado, silencioso y comprometido, nos recuerda que en cada piedra, en cada paisaje, en cada memoria viva, late la posibilidad de reconocernos como humanidad y rescatar parte de eso que fuimos y lo que queremos ser.

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