Autoridades del INTA Mendoza conversaron en Vientos de campo por Radio Post FM 92.1 y alertaron sobre los ajustes impulsados por el Gobierno nacional. "En INTA está en la genética de la mayoría de los alimentos", indicaron.
La incertidumbre del INTA: una mirada desde adentro
En el programa de radio Vientos de Campo por Radio Post (92.1 en el Gran Mendoza, 96.9 en Luján de Cuyo, 100.1 en San Martín y 96.7 en La Paz), Claudio Galmarini y Analía Díaz Bruno, referentes del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en la región de Cuyo, brindaron un detallado panorama sobre la situación que vive la institución. Ambos expresaron su preocupación por los recortes presupuestarios, la reducción de personal y los posibles cambios en la estructura de gobernanza del organismo, que podrían alterar su histórica independencia.
La entrevista destacó el rol central que cumple el INTA en la producción agropecuaria argentina, no solo como generador de conocimientos y tecnologías, sino como articulador territorial que conecta ciencia y necesidades productivas. En un contexto de incertidumbre económica y ajustes fiscales, las autoridades subrayaron que la pérdida de autonomía y el debilitamiento institucional podrían tener consecuencias graves a largo plazo.
Recortes y dudas sobre el futuro del INTA
Según Galmarini, director del Centro Regional Mendoza-San Juan, desde el cambio de gobierno en 2023, el INTA no ha podido renovar vacantes por jubilaciones o renuncias, y en solo un año la planta nacional se redujo en cerca de mil personas. La región de Cuyo sufrió una baja del 15% en su personal. A ello se suma la posible modificación del Consejo Directivo Nacional del INTA, lo que permitiría al gobierno tener mayoría en la toma de decisiones y, con ello, reducir la participación de los beneficiarios directos del sector agropecuario.
Galmarini subrayó en el programa conducido por Javier Mondra Torres, Rodrigo Espíndola y María Eugenia Amezqueta, que esta alteración atenta contra una de las virtudes históricas del instituto: su gobernanza plural y técnica, construida como una verdadera política de Estado. "Muchas de nuestras investigaciones requieren entre 10 y 20 años de planificación. Sin previsibilidad, esa misión queda en riesgo", afirmó. En ese sentido, sostuvo que la ciencia y la tecnología no deben considerarse un gasto, sino una inversión clave para el desarrollo del país.
El impacto del INTA en la vida diaria
Por su parte, Analía Díaz Bruno, directora de la Estación Experimental Mendoza, recordó que muchos productos que consumimos a diario tienen genética desarrollada por el INTA, desde verduras y frutas hasta la cebada usada en la industria cervecera. Destacó también el trabajo conjunto con empresas privadas mediante convenios de vinculación tecnológica, así como el desarrollo de soluciones innovadoras, como un método inocuo para combatir la obesidad, impulsado por jóvenes becarios de la institución.
Ver: Continúa sin solución la "plaga verde" que avanza en Mendoza
Además, mencionó el valor estratégico del banco de germoplasma de vid más grande de Sudamérica, ubicado en Mendoza. Allí se seleccionan variedades de uva adaptadas al cambio climático y se revalorizan cepas criollas en colaboración con pequeños productores. "Este trabajo nos permitió desarrollar productos de calidad enológica que antes no estaban en las mesas mendocinas", explicó. La articulación con las comunidades es una de las claves del modelo de trabajo del INTA.
Una institución federal en riesgo
El rol del INTA no se limita a la investigación. Su capacidad de extensión territorial, con presencia desde la Base Marambio hasta el norte del país, lo convierte en un actor federal e inclusivo. Las autoridades locales advierten que eliminar esa estructura o reducirla sería "un golpe muy difícil de recomponer", ya que se perderían años de formación de recursos humanos y vínculos con los territorios productivos. "Es fácil recortar. Reconstruir lleva años", advirtió Galmarini.
La amenaza sobre la continuidad de la gobernanza participativa y la pérdida de autarquía institucional afecta no solo al INTA, sino a todo el sistema científico-tecnológico argentino. Desde distintas voces del sector, como periodistas especializados y entidades agropecuarias, ya se manifestaron en defensa de la institución. Como concluyeron ambos entrevistados, es necesario entender que lo que está en juego no es solo una estructura administrativa, sino un modelo de desarrollo científico nacional.
Ver: Qué pasa con el INTA: preocupación por el nuevo ajuste que se viene
Ciencia y territorio: una alianza estratégica
El INTA es mucho más que una institución técnica: es el engranaje de una política pública que ha vinculado históricamente al Estado con el campo, a la ciencia con los productores, y a la innovación con la vida cotidiana. Sus logros no surgen de manera aislada, sino de procesos de largo plazo que requieren planificación, autonomía y continuidad.
En momentos donde las urgencias fiscales tienden a primar sobre las decisiones estratégicas, las voces que defienden el rol del INTA recuerdan que los impactos negativos de una reestructuración pueden ser profundos y duraderos. Desde la producción de alimentos hasta la adaptación al cambio climático, su trabajo es insustituible. Cuidar al INTA es también proteger la soberanía tecnológica y productiva de la Argentina.
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