Se realizó en Mendoza el 4° Encuentro de Mujeres y Disidencias en contexto de encierro, un espacio de diálogo y reflexión donde las internas compartieron sus experiencias sobre la maternidad, la fe, el desarraigo y las redes que construyen para sobrevivir en prisión.
Mujeres privadas de libertad: la maternidad detrás de los muros
Del 3 al 6 de noviembre se lleva a cabo en Mendoza el 4° Encuentro de Mujeres y Disidencias en contexto de encierro, organizado por la Mesa de Co-Gestión para la Promoción de Derechos de/con Mujeres en Contexto de Encierro.
Esta Mesa fue creada en 2022 por la Unidad de Mujeres y Disidencias del Servicio Penitenciario Provincial, junto al personal penitenciario y diversas organizaciones sociales que trabajan en unidades y alcaidías donde están alojadas mujeres privadas de libertad.
"Es difícil maternar desde acá"
En el taller "Maternidades y Derecho de Familia en contexto de encierro", muchas mujeres contaron sus experiencias de crianza atravesadas por la distancia y la ausencia. La mayoría tiene hijos al cuidado de sus madres o padres -los abuelos de los niños-, que asumen las tareas de cuidado mientras ellas cumplen condena.
Algunas internas afirmaron que hace meses o incluso años que no reciben visitas. En varios casos, los viajes desde zonas alejadas como Malargüe o el costo del transporte dificultan el reencuentro. "Hace nueve meses que no los veo", dijo una de ellas. Otra comentó que sus hijos ya son adolescentes y que "se cansaron de ir".
Los testimonios reflejan un patrón repetido: las mujeres suelen quedar solas. Sus parejas, en muchos casos, desaparecen o también están detenidos, sin embargo a los varones si los visitan los familiares. En el caso de las mujeres las abuelas se convierten en el principal sostén familiar.
"Es difícil maternar desde acá", resumió una de las participantes. "A veces mis hijos me ven como una hermana, no como una madre. Las abuelas son las que están presentes".
Fe, redes y estrategias de supervivencia
La religión aparece como una de las principales formas de contención emocional. Varias internas contaron que leen la Biblia todos los días como una manera de mantener la fe y reflexionar sobre los errores que las llevaron allí. "Es un tirón de orejas", dijeron algunas.
Otras se aferran al estudio o a las tareas diarias como forma de obtener buena conducta y acortar su tiempo de encierro. "Voy a la escuela para poder salir antes y ver a mis hijos", explicó una mujer que participa del programa educativo.
Dentro de los pabellones, también tejen redes de apoyo entre compañeras. Quienes sí reciben visitas comparten víveres o productos de higiene con otras internas que no tienen familia cerca o no reciben visitas y además comparten los conocimientos que ellas tienen. "Se forma una familia acá adentro", comentó una participante. "Si una sabe bailar, le enseña a las demás; si una no tiene algo, la otra se lo presta", comentó otra.
El encuentro permitió poner en común estas experiencias y construir espacios colectivos de reflexión sobre la maternidad, el acompañamiento y el derecho a la reinserción social.
Una maternidad marcada por la ausencia
En los testimonios se repitieron historias atravesadas por la vulnerabilidad social, la violencia de género y el consumo problemático. Muchas mujeres están presas por causas vinculadas a tenencia o venta de drogas, situaciones en las que, según relataron, eran ellas quienes quedaban como "aguantadero" de sus parejas. En otros casos, quedan privadas de libertad por homicidio en caso de violencia de género.
Las consecuencias se extienden más allá del encierro. Varias mencionaron la dificultad de reinsertarse socialmente después de recuperar la libertad. "Afuera queda el estigma y es muy difícil conseguir trabajo", dijo una interna.
Durante el encuentro, una de las mujeres fue beneficiada con prisión domiciliaria para poder cuidar a su bebé. Al recibir la noticia, fue aplaudida por todas sus compañeras. "Fue un momento de esperanza", comentaron las participantes.
El origen del encuentro
El Encuentro de Mujeres y Disidencias en contexto de encierro nació como una extensión del Encuentro Nacional de Mujeres, que se realiza desde 1986 en distintas ciudades del país. En su 38ª edición, el evento adoptó el nombre de Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Intersexuales, Bisexuales y No Binaries, con el objetivo de incluir más voces.
En Mendoza, la versión en contexto de encierro se impulsa desde 2022 como un espacio de diálogo entre mujeres privadas de libertad, el personal penitenciario y organizaciones sociales, con el propósito de visibilizar sus realidades, promover derechos y fortalecer redes dentro y fuera de los muros. Al encuentro lo declararon de interés provincial la Cámara de Senadores y la Corte Suprema de Justicia.
En esta oportunidad el encuentro se desarrolló en tres espacios penitenciarios: la Alcaidía de Alojamiento Transitorio de Madres con Hijos (Godoy Cruz), el Centro de Alojamiento Permanente con Régimen Abierto N°11 (Borbollón, Las Heras) y Almafuerte II, Centro de Alojamiento C-1 (Cacheuta, Luján).
Cada jornada incluyó talleres temáticos sobre maternidad, derecho de familia, acceso a la justicia, salud mental y régimen progresivo de la pena. Las actividades comenzaron a las 10 de la mañana, con un receso para el almuerzo al mediodía, y continuaron durante la tarde, cuando las internas se agruparon según los temas que más las interpelaban.
El cierre del cuarto encuentro se realizará en Almafuerte II, con la participación de grupos artísticos y representantes de organismos estatales.
Ver: Capacitan en trabajos para la reinserción en las cárceles de Mendoza



