Continúa sin solución la "plaga verde" que avanza en Mendoza

La presencia masiva de catas afecta a productores de vid y frutales, sobre todo en el Este mendocino. En paralelo, persiste la inquietud en zonas del Gran Mendoza por la presencia cada vez mayor de estas aves.

Continúa sin solución la "plaga verde" que avanza en Mendoza

Por:Martín Arrojo
Periodista

La provincia enfrenta una nueva temporada de daños provocados por la proliferación de la cata común o cotorra (Myiopsitta monachus), una especie que desde hace décadas afecta viñedos y frutales en diversas zonas productivas, y que en los últimos años comenzó a expandirse también hacia el Gran Mendoza. 

 A pocos meses de la floración, algunos productores advierten que las estrategias individuales resultan insuficientes y que, pese a intentos previos, aún no se ha implementado un plan integral que brinde una solución efectiva

Si bien el ISCAMEN adhirió a la disposición nacional que declara a la cata como plaga y ofrece capacitaciones, desde el sector señalan que la respuesta sigue siendo limitada, sin monitoreo sistemático ni protocolos claros para evaluar los daños. 

"El problema empezó hace 15 años y fue en aumento, pero no afecta a todos por igual, lo que dificulta una solución colectiva", adelantaron desde el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).

Daño en la vid y frutales

Antonio Weibel, del INTA, explicó en diálogo con el Post que el impacto de las catas es particularmente crítico en los frutales, donde la plaga se extiende desde abril hasta febrero y afecta la producción durante casi todo el ciclo. "Las almendras, damascos, ciruelas y otras frutas sufren daños en distintas fases de desarrollo. En algunos casos, las pérdidas superan el 30% de la producción", detalló.

El impacto de las catas en las peras. Foto: Manuel Viera. 

En comparación, el daño en la vid se concentra en un periodo más acotado: los 30 días críticos de la brotación, entre septiembre y octubre. "Es una etapa muy sensible, pero al ser breve, se pueden aplicar distintos métodos disuasorios de forma intercalada para minimizar el daño", explicó. Sin embargo, advirtió que "ninguno resulta completamente efectivo por sí solo, ya que las cotorras se acostumbran rápidamente".

Weibel subrayó además que el impacto de las catas es aleatorio: mientras algunas fincas registran importantes pérdidas otras apenas se ven afectadas. Esta variabilidad, señaló, dificulta aún más la posibilidad de aplicar una solución uniforme. En esta dirección,  detalló que desde el INTA se realizan estudios para continuar con el abordaje de la problemática.

El impacto de las catas en cerezos y en las peras. Foto: Manuel Viera.

Por su parte, Manuel Viera, de la Asociación de Frutos Secos de Mendoza y miembro del Área de Vinculación de la UNCuyo, advirtió un escenario más complejo y sostuvo que las catas dañan "casi todas las etapas del cultivo", desde las yemas florales hasta los frutos maduros, especialmente almendras, cerezas, peras y duraznos. 

Además, remarcó que no existen datos oficiales sobre el nivel de daños, ni planes de monitoreo: "No hay una política pública para abordar el problema, que requiere trabajo sostenido y coordinación entre el sector público y privado".  

El plan que no fue

Antonio Weibel, del INTA, comentó que hace dos años se intentó poner en marcha un plan integral para abordar la problemática desde distintos sectores, incluido el Estado. "Tuvimos entre cinco y seis encuentros que reunieron a representantes del sector público, privado y organizaciones ambientalistas. Coincidimos en la necesidad de una respuesta conjunta, pero por falta de financiamiento y consensos, no se logró implementar ninguna medida concreta", lamentó.

En la misma línea, Manuel Viera, de la Asociación Frutos Secos Mendoza, subrayó la urgencia de avanzar en una estrategia coordinada. "Necesitamos un plan integral que incluya monitoreo, investigación, acciones dentro y fuera de las fincas, y financiamiento. Sin eso, este problema va a seguir creciendo", advirtió.

Viera agregó que se trata de una problemática ecológica, con implicancias sociales y también de percepción pública, y remarcó que "no alcanza con la inversión del sector privado ni con capacitaciones aisladas". 

En ese sentido, señaló que desde la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCuyo están promoviendo investigaciones específicas sobre la plaga, ya que actualmente "no existen líneas de investigación consolidadas en este tema". Además, advirtió que el aumento de la población de catas obedece a un desequilibrio ecológico más amplio, que ya afecta también a otras provincias como San Juan, La Rioja y Río Negro.

La situación actual

En concreto, desde el ISCAMEN se ofrece un manual técnico que detalla distintos métodos disuasivos, con indicaciones sobre su uso y nivel de eficacia. Además, también se encuentra habilitado un sitio web para que los productores afectados puedan registrar denuncias.

Sin embargo, Manuel Viera cuestionó la escasa respuesta institucional y señaló que, aunque el sistema de denuncias existe, muchas veces no se promueve ni se responde adecuadamente. También advirtió que no hay monitoreos ni informes técnicos que permitan dimensionar con claridad la magnitud del problema.

Ante la falta de políticas públicas sostenidas, los productores aplican soluciones aisladas para proteger sus cultivos. Las más comunes son los disuasores visuales y sonoros, junto con el retiro de nidos. "Lo más efectivo es bajar los nidos", indicó Antonio Weibel del INTA, aunque aclaró que la única medida realmente eficaz es el uso de malla anti pájaros o, en algunos casos, de malla antigranizo. "Funciona, pero es muy costosa. Y muchas veces también hay que cubrir los laterales, lo que encarece aún más la instalación", explicó.

Según los técnicos, la clave está en combinar métodos de forma escalonada, ya que las cotorras se adaptan rápidamente a cualquier estrategia si se aplica de manera constante. Incluso la liberación de aves rapaces, una técnica que ya se ha utilizado, pierde efectividad con el tiempo, ya que estos predadores tienden a buscar otras presas más fáciles.

 Entre las fuentes oficiales consultadas por el Post, en las municipalidades de Junín y San Martín reconocieron la problemática y afirmaron que trabajan de forma conjunta con la Dirección de Recursos Renovables y organizaciones proteccionistas. Sin embargo, al igual que desde el área de Ambiente del gobierno provincial, hasta el momento no se brindaron mayores precisiones. 

La situación urbana

En los últimos años, la presencia de catas en diversas zonas del Gran Mendoza se ha vuelto cada vez más evidente. Aunque son aves silvestres pertenecientes a la fauna autóctona, en algunos municipios han sido declaradas plaga, lo que complica su manejo. 

Esta dualidad dificulta su control en áreas urbanas, donde las cotorras proliferan. Su presencia genera inquietud entre los vecinos, que reportan la aparición masiva de nidos y bandadas, lo cual preocupa a futuro cuál podría ser su impacto, aunque no existen por el momento, registros de que transmitan enfermedades.

Desde organizaciones ambientalistas advierten que el manejo disuasivo vinculado a la quita de los nidos debe hacerse en momentos específicos del año para evitar "actos crueles", y  también sostienen una planificación integral que contemple tanto lo ambiental como lo urbano.

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