Qué hay detrás de las clausuras de salas de escape en Buenos Aires

En medio de las vacaciones de invierno, la Ciudad de Buenos Aires ordenó el cierre de al menos 16 escape rooms. Los propietarios acusan arbitrariedad y denuncian un "vaciamiento cultural".

Qué hay detrás de las clausuras de salas de escape en Buenos Aires

Editó: Santiago Montiveros

Una ola de clausuras sacudió en las últimas semanas al universo de las salas de escape en la Ciudad de Buenos Aires, generando malestar y preocupación en un sector que venía creciendo sostenidamente desde hace más de una década. Según denuncian los propietarios, al menos 16 locales fueron inhabilitados por la Agencia Gubernamental de Control (AGC), pese a contar con habilitaciones vigentes y en regla.

Los escape rooms son espacios de entretenimiento donde grupos de personas participan en juegos inmersivos con guiones, escenografía, acertijos y hasta actores en vivo. En su mayoría, estos espacios fueron habilitados bajo el rubro de teatro independiente, contemplado en la Ley 2147, normativa que incluso fue respaldada durante años por el propio Ministerio de Cultura porteño.

Pero todo cambió. Según explicaron dueños de estos locales en diálogo con Clarín, desde 2021 la AGC -bajo la dirección de Matías Lannusse, ex funcionario de la Lotería de la Provincia- comenzó a aplicar nuevos criterios que desconocen habilitaciones ya otorgadas, alegando que estas experiencias no se encuadran correctamente en el rubro declarado.

Desde el Gobierno de la Ciudad, en cambio, afirman que las inspecciones se dispararon tras recibir denuncias y que los cierres se deben a que los locales no cumplen con la nueva normativa, que establece como rubro adecuado el de "salón de juegos manuales y de mesa". Esa categoría, dicen los dueños, no refleja la esencia ni el funcionamiento real de las salas, y fue incorporada formalmente al Código de Habilitaciones recién en diciembre de 2024.

Para los propietarios, el problema va más allá del encuadre legal. Denuncian un trato "persecutorio y retroactivo" que impide nuevas habilitaciones, bloquea códigos QR y cierra locales históricos justo antes de las vacaciones de invierno, afectando el punto más fuerte del año para el sector. "Nos hicieron funcionar como teatros y ahora quieren obligarnos a cambiar todo", expresó uno de los dueños.

En total, en la Ciudad de Buenos Aires existen unas 30 salas de escape. Las 16 que fueron clausuradas incluyen sucursales de Escape Games, Eureka Leg, Mysterium, Escape Buenos Aires, Game House, Malasia Escape, entre otras. En algunos casos, los propietarios aseguran que ya iniciaron los trámites de adecuación de rubro exigidos por el Gobierno, pero que las inspecciones y cierres llegaron antes de que pudieran completarlos. Además, presentaron tres amparos judiciales y solicitaron reuniones con funcionarios que, hasta ahora, no fueron respondidas.

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El reclamo también apunta al impacto económico. Desde el sector estiman que hay más de 300 empleos afectados y acusan un "vaciamiento de una industria cultural consolidada". En un comunicado enviado a los medios, exigieron una "reacción urgente" de las autoridades porteñas para restituir reglas claras y previsibles.

Mientras tanto, desde el Gobierno sostienen que no hay voluntad de cerrar espacios recreativos, sino de garantizar condiciones adecuadas de seguridad y cumplimiento normativo. "La intención es ordenar y formalizar la actividad", sostienen.

En el fondo, la polémica deja expuesto un problema de fondo: el desfase entre las nuevas regulaciones y las dinámicas culturales emergentes. Y en el medio, una industria que se resiste a desaparecer detrás de una puerta cerrada con cinta de clausura.

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