Dentro de una bomba nuclear: los átomos que hacen temblar al mundo

Uranio-235, plutonio-239 y tritio son los tres átomos que pueden desencadenar una devastación instantánea. Este artículo revela cómo actúan dentro de una bomba, por qué se utilizan y qué desafíos éticos plantea su existencia.

Dentro de una bomba nuclear: los átomos que hacen temblar al mundo

Editó: Santiago Montiveros

En el centro de cada arma nuclear hay una verdad científica tan poderosa como inquietante: ciertos elementos radiactivos, al ser manipulados con precisión, pueden liberar una energía capaz de arrasar ciudades enteras en segundos. Esta capacidad no surge de la ciencia ficción, sino de la física nuclear, y se concentra en tres materiales específicos: uranio-235, plutonio-239 y tritio.

Tal como cuenta la revista Muy Interesante, estos elementos no fueron elegidos al azar. Poseen características únicas que permiten provocar reacciones en cadena con efectos catastróficos. La revista Muy Interesante publicó un informe en el que explica qué los hace tan especiales y cómo se integran en el diseño de las armas más destructivas del planeta.

¿Qué es un elemento radiactivo y qué lo vuelve peligroso?

Un elemento radiactivo es aquel cuyos átomos tienen núcleos inestables. Esa inestabilidad los lleva a descomponerse emitiendo partículas y energía. En ciertas condiciones, ese proceso puede ser inducido para producir una reacción de fisión, clave para las bombas atómicas. Pero no todos los elementos pueden lograrlo: sólo algunos isótopos específicos pueden sostener una reacción en cadena explosiva.

Para ser útiles en armamento, estos materiales deben reunir varias condiciones: no desintegrarse demasiado rápido, ser manipulables, compactos y permitir un diseño funcional. Bajo esos criterios, solo tres encajan en el perfil.

Uranio-235: el combustible original

Presente de forma natural, aunque escasa, el uranio-235 representa solo el 0,7 % del uranio extraído. Para que pueda ser utilizado en una bomba, debe ser enriquecido hasta concentraciones cercanas al 90 %. Este proceso, que implica separación isotópica por centrifugación o difusión gaseosa, está fuertemente restringido por tratados internacionales.

El U-235 fue el protagonista de la bomba que destruyó Hiroshima en 1945. Su principal ventaja es que puede sostener una reacción en cadena con neutrones lentos, lo que facilita su detonación. Sin embargo, su manipulación requiere un control estricto para evitar alcanzar la masa crítica -alrededor de 52 kg- de forma accidental.

Ver más: Un mundo bajo tierra: las raíces profundas que podrían cambiar el futuro del clima

Plutonio-239: el isótopo sintético más temido

El plutonio-239 no existe en la naturaleza. Se produce artificialmente en reactores nucleares a partir del uranio-238. Su mayor potencia radica en que requiere una menor cantidad para alcanzar la masa crítica (unos 10 kg) y su capacidad para generar una reacción más rápida.

Fue usado por primera vez en la bomba lanzada sobre Nagasaki, cuyo diseño por implosión lo hace más complejo, pero también más eficiente. La principal desventaja del plutonio es su toxicidad y el riesgo de explosión accidental por calor o compresión.

Su fabricación y almacenamiento están sujetos a regulaciones estrictas, aunque Corea del Norte y otros países han desarrollado formas clandestinas de obtenerlo. Además, parte del plutonio civil puede ser reconvertido para uso militar, lo que representa una amenaza para la no proliferación nuclear.

Tritio: el potenciador de las bombas modernas

El tritio es un isótopo radiactivo del hidrógeno, muy escaso en la naturaleza. No participa en la fisión, sino en la fusión nuclear, el proceso usado en las bombas de hidrógeno. Estas armas utilizan una primera explosión de fisión para generar las condiciones extremas necesarias para que el tritio y el deuterio se fusionen, liberando aún más energía.

Incluso en bombas de fisión, el tritio puede actuar como potenciador, aumentando el rendimiento sin necesidad de más uranio o plutonio. Dado que su vida media es de solo 12 años, debe ser producido continuamente, irradiando litio-6 en reactores especializados.

Aunque su radiación no penetra la piel, el tritio es peligroso si se inhala o se ingiere, ya que se integra fácilmente al agua del cuerpo.

Lo esencial que hay que saber

Uranio-235: natural pero escaso, requiere enriquecimiento para ser útil.

Plutonio-239: artificial, más potente, pero también más peligroso de manipular.

Tritio: no explosivo por sí solo, pero esencial en bombas de fusión o para potenciar otras.

Todos estos elementos están fuertemente regulados por organismos internacionales. Sin embargo, su sola existencia plantea debates sobre la seguridad, el control global y los límites éticos de la ciencia. Saber cómo funcionan no es una apología: es una invitación a entender los riesgos del poder atómico.

Esta nota habla de: