La utopía urbanística planificada: un viaje al corazón de Brasilia

La capital de Brasil fue una ciudad pensada, planificada y diseñada para cumplir su función con una premisa moderna y de avanzada. Te invitamos a conocer su historia de la mano de un especialista.

La utopía urbanística planificada: un viaje al corazón de Brasilia

Por:Juan Manuel Lucero
Periodista

En medio del corazón geográfico de Brasil, en el vasto Planalto Central, se levanta una ciudad que nació de un acto político y arquitectónico sin precedentes: Brasilia. Capital construida desde cero, símbolo del modernismo latinoamericano y Patrimonio Mundial de la UNESCO, su historia es, al mismo tiempo, la de un sueño colectivo y la de las huellas -a veces borradas- de un territorio con pasado propio.

En esta jornada volveremos por un momento a aquel 21 de abril de 1960, cuando Brasilia se inauguró como capital del gigante sudamericano y se constituyó como una "ciudad modelo". Pero, ¿qué había antes de que Brasilia fuera Brasilia? Esta joya del urbanismo latinoamericano cuenta con una historia digna de conocer.

Luiz Sarmiento, arquitecto y presidente del Instituto de Arquitectos de Brasil - Sección Distrito Federal (IAB-DF), además de funcionario del Instituto de Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (IPHAN), recibe la pregunta inevitable: ¿qué había en Brasilia antes de la utopía de Niemeyer y Costa? Su respuesta desmonta el mito del "vacío".

Luiz Sarmiento, presidente del Instituto de Arquitectos de Brasil - Sección Distrito Federal (IAB-DF).

"Aquí había historia, comunidades, un paisaje único del Cerrado, pueblos originarios y quilombos (NdR: comunidad de personas, generalmente afrobrasileños, que se refugiaban y organizaban para resistir la esclavitud o, tras su abolición, para mantener su autonomía y cultura) que resistieron a la colonización", recuerda. 

El Quilombo do Mesquita, a pocos kilómetros de la actual capital, recién ahora ve reconocido su territorio. "Es una reparación histórica", subraya Sarmiento, y recuerda que en este ecosistema -la sabana más biodiversa del mundo- la construcción de la ciudad incluso extinguió a una especie endémica, el roedor Juscelinomys candango.

  Juscelinomys candango, el roedor que se extinguió en la construcción de Brasilia.

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El plan político y el trazo de Lúcio Costa

La idea de mover la capital al centro del país es casi tan antigua como Brasil mismo. Desde el siglo XVIII, informes y misiones científicas recomendaban alejar el centro político de la vulnerable costa atlántica. El sitio definitivo fue elegido por su clima, topografía y recursos hídricos.

En 1957, un concurso nacional definió el trazado urbano. Lo ganó Lúcio Costa, un arquitecto que había sabido unir dos mundos: la modernidad europea y la tradición constructiva brasileña.

La planimetría de Brasilia y "la forma de avión" vista desde arriba.

Su gran aporte fue la superquadra: bloques residenciales sobre pilotis, rodeados de árboles, con escuelas, comercios y espacios de encuentro. "Son pequeñas comunidades verdes en medio de la ciudad", explica Sarmiento, "donde la gente puede caminar libremente bajo la sombra".

Niemeyer: el escultor del hormigón

Si Costa fue el planificador, Oscar Niemeyer fue el escultor que dio forma a los símbolos. El Congreso Nacional, el Palacio de la Alvorada, la Catedral... cada edificio monumental es un gesto de belleza y audacia. "Niemeyer entendió lo que Costa imaginaba, pero lo tradujo en arquitectura monumental", dice  Sarmiento.

Los inicios de Brasilia. (Foto: Vanity Fair)

Su vínculo con el pueblo trascendió lo profesional. "En su velorio, vimos a los trabajadores del MST descender por la rampa del Planalto, vestidos de rojo, aplaudiendo frente a las columnas que él mismo diseñó. Pocos arquitectos en el mundo han tenido una despedida así", recuerda.

Palacio de Planalto. Foto Andrew Prokos obtenida de Archdaily.

La ciudad planificada y sus contradicciones

Brasilia fue concebida como la ciudad del futuro. Pero el paso de las décadas dejó contrastes: un Plano Piloto bien preservado y, alrededor, ciudades satélite donde vive la mayoría de los más de tres millones de habitantes del Distrito Federal.

"El problema es que el centro, pensado como símbolo nacional, quedó reservado a una élite. La deuda con la población más pobre sigue intacta", lamenta  Sarmiento. Esa misma lógica rodoviarista que privilegió al automóvil generó distancias y dependencia del transporte individual. Hoy, en tiempos de crisis climática,  Sarmiento advierte que el desafío es revertir ese modelo y reforzar la movilidad pública y activa.

La enorme cantidad de autos, una deficiencia de la capital de Brasil según  Sarmiento.

Patrimonio vivo

El IPHAN, donde se desempeña  Sarmiento, protege Brasilia como Patrimonio Mundial desde 1987. Eso implica "custodiar" tanto sus edificios icónicos como el trazado urbano original. Pero la tarea no es fácil: se trata de preservar una ciudad que todavía crece, que sigue resignificándose y que, al mismo tiempo, debe responder a las demandas de la vida contemporánea.

Para  Sarmiento, la lección más importante que deja Brasilia no está solo en su monumentalidad: "Es posible construir ciudades bellas y eficientes a la vez. La belleza debe ser parte de la vida cotidiana, no un lujo. Y la vegetación urbana, como en la superquadra, es una herramienta poderosa contra el cambio climático".

Foto: Andrew Prokos. (Archdaily)

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De la utopía a la realidad

Brasilia nació con el apodo de "capital de la esperanza". Pero para cumplirlo plenamente, dice  Sarmiento, "debe ser más democrática y diversa: incluir a quienes fueron expulsados, integrar a pueblos indígenas, comunidades negras y sectores populares que ayudaron a construirla".

En el silencio de sus amplias avenidas y bajo la sombra de los árboles plantados por sus fundadores, la capital brasileña sigue siendo un laboratorio urbano: mitad obra de arte, mitad urbe que crece día a día. Una ciudad que nos recuerda que planificar desde cero es posible, pero que la verdadera modernidad se mide por cómo las ciudades se adaptan a la gente que las habita y cómo estas se apropian de los espacios y la resignifican día a día. 

Foto: Andrew Prokos.

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Fotos obtenidas de Archdaily, fotógrago Andrew Prokos.

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