El Liceo Agrícola y Enológico Domingo Faustino Sarmiento y la Escuela del Magisterio supieron marcar su impronta en la idiosincrasia mendocina.
Cuna de maestros y enólogos: así nació el Liceo Agrícola y el Magisterio
Con sus patios cargados de memorias, las paredes que aún resuenan con risas de adolescentes y la impronta de haber formado generaciones enteras, el Liceo Agrícola y Enológico "Domingo Faustino Sarmiento" y la Escuela del Magisterio se erigen como dos de los colegios más emblemáticos de Mendoza.
Ambos nacieron al calor de un sueño educativo y humanista que la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) supo encauzar con visión de futuro y respeto por la tradición local.
El Liceo Agrícola: la vid y la ciencia
El Liceo Agrícola y Enológico, heredero directo de la Quinta Agronómica creada en 1853, es más que una escuela: es una institución que cuenta, en sus muros y huertas, la historia misma de la vitivinicultura mendocina.
Su origen se remonta a los tiempos de Domingo Faustino Sarmiento, quien soñó con una escuela que enseñara a cultivar la tierra con ciencia y técnica. Aquella idea germinó en Mendoza cuando el gobernador Pedro Pascual Segura impulsó el primer colegio agrícola.
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Tras el devastador terremoto de 1861, el proyecto resurgió en 1870, cuando el propio Sarmiento, ya presidente, firmó la ley que dio vida al Departamento de Enseñanza de la Agronomía.
Desde entonces, el Liceo fue cambiando de nombre y de planes de estudio, pero no de espíritu: formar técnicos y bachilleres capaces de elevar la calidad del vino mendocino a la altura de los mejores del mundo.
Ya incorporado a la UNCuyo en 1939, bajo el rectorado de Edmundo Correas, la escuela adoptó su nombre definitivo: Liceo Agrícola y Enológico Domingo Faustino Sarmiento. Desde entonces, miles de estudiantes han transitado sus aulas y laboratorios, aprendiendo que entre los surcos de la viña también se siembra conocimiento y futuro.
El arquitecto Raúl Maroi, egresado de la UBA y figura central del Departamento de Construcciones de la UNCuyo, fue quien alrededor de los años '80 proyectó el edificio que hoy alberga al Liceo.
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Su estilo sobrio, racional y respetuoso del entorno traduce en hormigón la filosofía educativa del lugar: la austeridad como forma de grandeza. Maroi fue también autor de importantes obras mendocinas -como la ampliación del Rectorado universitario y la Casa Central del Banco de Previsión Social- y su sello arquitectónico se reconoce por su economía de medios y precisión funcional.
Entre los documentos más preciados del Liceo se conserva un "Libro de Visitas", cuya primera firma pertenece al filósofo español José Ortega y Gasset, quien en 1916 dejó un elogio inmortal: "Dionisios, dios del vino, suele asistir a las cátedras de esta escuela donde se hace de la uva ciencia".
Desde entonces, han pasado generaciones de estudiantes, profesores y técnicos que, con el mismo espíritu, hicieron del Liceo Agrícola una referencia ineludible en la educación agroindustrial del país.
El Magisterio: alma formadora de la UNCuyo
A pocas cuadras del centro mendocino, en la esquina de Belgrano y Sobremonte, otro edificio monumental guarda su propia historia de vocación y enseñanza. Se trata de la Escuela del Magisterio, fundada en 1947 con el propósito de formar maestros normalistas y docentes para toda la región de Cuyo.
Sus primeros años fueron itinerantes: funcionó en antiguas casonas de la Avenida España y más tarde en la calle Mitre, hasta que, en 1974, la UNCuyo inauguró el edificio definitivo, diseñado por el arquitecto Mario Pagés, miembro destacado del Departamento de Obras de la Universidad.
Pagés, mendocino de nacimiento y formado en la Universidad Nacional de Córdoba, perteneció a una generación brillante de arquitectos que modernizó la ciudad: los Andía, Rogé, Caspi, Lacerna, Dalla Torre, entre otros.
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Su obra para el Magisterio, con estructura de hormigón prefabricado y líneas puras, representa un ejemplo admirable de la arquitectura educativa de los años setenta.
Su concepción funcional y austera, pero de gran expresividad plástica, refleja la búsqueda de un espacio donde la educación y la convivencia se integraran con armonía.
El Magisterio fue, desde sus inicios, cuna de docentes y semillero de humanismo. Allí se formaron generaciones de maestros que luego poblaron las aulas de Mendoza, San Juan y San Luis. Por sus pasillos también resonaron las voces del Coro Femenino del Magisterio, fundado en 1962 bajo la dirección de José Felipe Vallesi, que trascendió los límites provinciales para representar a la UNCuyo en festivales y giras nacionales.
Durante décadas, el colegio fue testigo de cambios en los sistemas educativos, de la creación de la Facultad de Educación y de la evolución hacia un bachillerato con orientación pedagógica. Pese a las reformas y los tiempos convulsos, mantuvo su espíritu original: formar personas íntegras, con vocación de enseñar y transformar.
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Dos escuelas, una misma raíz
El Liceo Agrícola y el Magisterio comparten algo más que su pertenencia a la UNCuyo: ambos nacieron del mismo ideal humanista que impulsó la Universidad desde su fundación en 1939. En sus aulas se han formado técnicos, enólogos, maestros, artistas, investigadores y soñadores.
A lo largo de varias décadas, estas instituciones acompañaron la historia educativa y social de Mendoza. Fueron testigos de los cambios del país, de las crisis, las reformas y los avances, pero también de los momentos más luminosos de la educación pública.
Hoy, cuando se camina por los pasillos del Liceo o se atraviesa el patio central del Magisterio, todavía se percibe esa mezcla de orgullo, nostalgia y pertenencia que los hace únicos. Son más que edificios: son símbolos vivos del compromiso mendocino con la educación, el trabajo y el conocimiento. Parte de la idiosincracia, la identidad y la historia local.
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