Un pasaje de la obra vendimial que se presentó en el Teatro Griego, apunta a un momento histórico de la vitivinicultura mendocina. Una observación de por qué este tipo de referencias son ignoradas. Opina el director de "Guardiana del vino eterno".
"Silencio, hombres tomando vino": por qué nadie entendió este mensaje
Soy un mendocino tradicionalista y en esta ocasión quise ser un tradicionalista a mi manera. Se puede innovar cuidando la tradición de Mendoza (Franco Agüero, director de la obra artística "Guardiana del vino eterno", desplegada en el Acto Central de la Vendimia 2025).
El musical conceptual que fue el espectáculo vendimial este fin de semana en el Teatro Griego Frank Romero Day generó muchas críticas y polémicas sobre la falta de comprensión de la obra multimedia que se montó en el escenario enclavado en el piedemonte mendocino.
Y quizá el más sensible momento haya sido el cuadro de la Virgen de la Carrodilla donde la imagen de Santa María se visualizó en una pantalla del escenario. La virgen se mostró en una ilustración del artista Andrés Casciani, pero que no fue mostrada por la transmisión televisiva y eso originó críticas de los críticos y la molestia de Agüero que se confesó devoto de la Virgen.
Este déficit se entiende desde las personas que gustan de la Vendimia como un hecho popular y clásico que muchas veces deben decodificar lo que otras personas asumen la responsabilidad artística de realizar esta expresión grandiosa y espectacular de cada marzo en esa inmensa olla con gradas que es el Teatro Griego.
Ver: El director de Vendimia les "pegó" a los críticos por atacar un cuadro polémico
El problema, en principio, es la decodificación que deben hacer quienes se ubican como espectadores de la obra del artista o del conjunto de artistas de la Vendimia, para que el hecho cultural se complete.
Ahí está entonces el punto. Para degustar una expresión siempre es mejor tener información incorporada que permite potenciar la sensibilidad artística y así disfrutar de una realización apuntada a la emoción de ser mendocino. Para "sentir" la obra de Agüero en algunos pasajes que parecen encriptados, hay que tener alguna base de conocimiento de la Historia de Mendoza y en particular, del desarrollo de la vitivinicultura.
Pido un instante de atención en este párrafo. Porque el ojo interno de quien lee debe mirar esto como un ejemplo de la ignorancia generalizada que tenemos del pasado del lugar que habitamos. La historia de Mendoza no parece relevante para quienes diseñan los programas de estudios en ningún nivel. Con esta evidencia, entre tantas, debería vibrar el celular oficial sensible a analizar estos baches educativos.
Veamos el caso de Guardiana y del cuadro de la crisis vitivinícola centrado en el mensaje: Silencio, hombres tomando vino.
Ya habíamos mencionado este pasaje de la obra. Cuando el personaje Guardiana interpretado por la cantante Gabriela Fernández dice:
(...) el único recuerdo que castiga mi madera del miedo que me provoca volverme una ruina, ni los vientos, heladas o granizos son capaces de rasgar mi voluntad, solo una crisis vitivinícola amenaza siempre mi existencia, aquellos días solo fueron malas noticias. Silencio, hombres tomando vino.
La beodez como epidemia
La referencia apunta a la crisis que tuvo la industria vínica en la década de 1920 por la ola antialcohólica que acusaba al vino como el causante de la calamidad social que representaba la embriaguez, vista como una enfermedad social como lo era la tuberculosis en ese entonces. Distintas corrientes salidas de sectores religiosos y moralizadores y políticos de distintas raíces que impregnaban los ámbitos médicos conformaron un bloque antialcohólico que se terminó reflejando en intentos de reformas legales a través de proyectos de ley seca.
Fueron dos los intentos en 1920 y 1926 respectivamente y que originaron en Mendoza una resistencia que encontraba eco en el diario Los Andes con sus editorales. Por aquellos años hubo protestas de productores y del gobierno provincial que promovía el consumo. Un trabajo de divulgación científica titulado Vitivinicultura y celebraciones vendimiales del Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (INCIHUSA) contiene el aporte de la investigadora Ana María Mateu titulado: "Todo en su medida. El vino como alimento y el problema social". Allí se reseña lo siguiente:
(...) en junio de 1926 el Dr. Juan Félix Caferata, diputado (católico social) por Córdoba, promovió otro proyecto sobre la represión del alcoholismo a través de la prohibición del uso del ajenjo y de la venta de bebidas alcohólicas a los menores de 20 años desde el sábado a las 12 hs hasta el lunes a las 8 hs; y la enseñanza sobre antialcoholismo en escuelas, cuarteles. Esta ley tampoco logró apoyo y los pedidos de derogación fueron encabezados por las entidades corporativas del sector y los comerciantes. Los Andes dirá en 1926: "La vitivinicultura ha ganado su primera batalla".
El mismo estudio puntualiza que si bien representantes del socialismo y el anarquismo en el país levantaban la bandera contra el alcoholismo, en Mendoza los referentes de estas facciones políticas eran de familias de inmigrantes europeos dedicados como bodegueros como lo fue Valentín Bianchi en San Rafael y en el norte, los abogados Benito Marianetti y Ángel Bustelo.
De Bustelo al Frank Romero Day
El detalle, el dato histórico, es que el recordado Bustelo (de quien lleva el nombre del auditorio provincial) fijó en la entrada de su finca en Ugarteche llamada "El resuello" un cartel tallado en madera la sentencia que motiva este informe. Y de acuerdo con lo aportado por el director vendimial Agüero al Post, también Bianchi que llegó a ser concejal socialista, hizo lo mismo poniendo carteles en las puntas de las hileras de espalderos de sus vides con la misma inscripción.
En realidad, la ahora famosa frase "silencio, hombres tomando vino" fue una ironía de los dirigentes y productores vitivinícolas como Bianchi y Bustelo porque en esa época se exigía silencio para realizar una actividad productiva. El silencio estaba vinculado a la contracción al trabajo y contrariamente se entendía que el consumo en exceso de bebidas alcohólicas promovía la vagancia y la dejadez de las personas ebrias.
Agüero asegura que este cuadro de su obra artística vendimial lo concibió como un espacio festivo, haciendo referencia a la crisis del sector pero rescatando aquella ironía de los productores. Por eso las figuras de los canillitas con los diarios que tenían malas noticias sobre el vino. El realizador puntualiza que quiso destacar aquel hecho histórico de hace cien años para escapar a los repetidos recursos del granizo como calamidad climática que destruye a la vid. Puntualizó en la charla con este medio que es una actitud a la que apela para tomar en cuenta otros riesgos contra la vid y el vino, por ejemplo recordó: "en la Vendimia de Lavalle que dirigí tomé la plaga de la polilla de la vid (lobesia botrana) como la causante de enormes daños a las vides".
De Bianchi al "alcohol cero"
Pasaron cien años de aquella crisis que puso a la producción y al consumo del vino en riesgo, pero las polémicas se reeditan basadas en disfuncionalidades sociales que intentan ser remediadas con medidas restrictivas. El último episodio se dio con la discusión sobre el flagelo de las muertes por conductores borrachos y el impulso desde el gobierno de Alberto Fernández de impulsar el alcohol cero al volante.
Otra vez se renovó el debate si el vino, ya siendo bebida nacional, era un alimento o una sustancia perjudicial para la salud de los conductores que pierden el control de los vehículos que produce una mortandad creciente en rutas y caminos. Finalmente, el Congreso en 2023 aprobó la ley de "alcohol cero", pero Mendoza no adhirió tomando como máximo de tolerancia 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre. En esa discusión pública se deslizó desde los ámbitos vitivinícolas que esta norma nacional era una señal de una campaña global contra el vino impulsada por iglesias evangélicas y financiada por corporaciones que promueven un consumo analcohólico.



