Que no nos gane el "anti humanismo"

Mariela Gelman es Licenciada en Sociología y Coordinadora de la Fundación Manuel Dorrego.

Que no nos gane el "anti humanismo"

En este tiempo muchos de nosotros sentimos que transitamos un proceso de fuerte confusión, diversas estructuras de aquellos "ismos" que supimos (o supieron) construir aparecen como desvanecidos o despintados y faltos de brillo, lo que nos genera una enorme incomodidad. Es una incomodidad externa, pero que se vuelve interna, entre el afuera y el adentro estamos nosotros de carne y hueso. Es una confusión que está afuera pero vive adentro.

Mí hija pequeña me dice "cuando no sueño siento que no estoy" es tan precisa y simple su idea. Cuando no soñamos no estamos con nosotros mismos. No el sueño como pensamiento mágico o evasión. Sino, el sueño como esperanza vital. ¿Dónde nos vamos cuando dejamos de soñar? ¿A qué? ¿Para qué?

Todo es tristeza y dolor dicen los adolescentes para reírse de ellos mismos cuando les pasa algo que no les agrada, aunque sean cosas muy insignificantes. Una frase exagerada pero que encierra una enorme verdad y un justo sentido de la realidad: todo, es tristeza y dolor.

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Lo de Jujuy no cabe en ninguna cabeza, sin embargo, bien que nos cabe como país semejante injusticia. Empezaron por Milagros, y siguieron por una provincia entera, mientras que en cuyo nos la pasamos viendo que hace Ofelia Fernández, o si Axel es buen gobernador. Todos miramos a Buenos Aires porque queremos ser como ellos, o hablamos de Buenos Aires porque no queremos más ser como ellos, la cosa es que mientras tanto nada florece desde las provincias, o al menos eso creemos, porque ni enterados estamos de lo que pasa en las provincias vecinas. Solo sabemos aquello que replican los medios de comunicación repetidoras de los canales porteños.

Esto, además de ser una burrada dramática, porque supone haber aprendido poco de la propia historia, me pregunto si no es también algo de comodidad y poca creatividad. ¿Qué vamos a hacer? ¿En qué estamos pensando? Los gremios están militando por redes sociales porque si convocan no juntan a más de 20 personas, una trabajadora flexibilizada se queda sin trabajo pero cuando vota lo hace por sus verdugos porque no logra ver qué quienes la maltratan en su lugar de trabajo son los mismos dónde ella deposita la esperanza de un cambio.

Algunas fuerzas políticas buscan acercarse a lo que sucede en Jujuy porque entienden que pueden capitalizarlo como un mensaje de campaña. Hasta hace menos de una década cualquier expresión política que osara atacar el acuerdo democrático estaba mal visto, y quién lo viera con simpatía debía hacerlo a escondidas porque simplemente no había lugar para hacerlo en público. Algo se rompió en todos nosotros, que ahora la fuerza represiva es eslogan de campaña y es un eslogan efectivo. Esto quiere decir, en parte, que las personas que nos rodean, nuestros vecinos, compañeros de trabajo, el kiosquero de la esquina, son capaces de creer que si mañana vos o yo salimos a protestar por condiciones dignas de trabajo o porque no contaminen el agua o privaticen el servicio de salud, esas personas que nos rodean pueden estar de acuerdo en que venga la policía, nos saque de nuestras casas, de nuestras familias, y hagan con nosotros lo que les parezca. Esto es espeluznante.

En una escuela del departamento de Las Heras, en el primer semestre de este año se suicidó una chica y hubo otros 3 intentos. Los adolescentes se matan en vez de soñar, no todos, no todo el tiempo, pero esto antes no pasaba de forma sintomática como nos pasa hoy.

La Argentina de los últimos 4 años ha vivido una pandemia, una crisis económica fatal, una crisis política descomunal, una crisis institucional y de representatividad violenta, es decir, una crisis orgánica (Gramsci, A. Cuadernos de la cárcel 1929-1935). No nos gusta lo que nos pasa, no nos gusta votar lo que vamos a votar, pero así y todo, no logramos hacer nada para modificar esa realidad. Escribo estas ideas desordenadas y las comparto como un refugio, para no dejar que a esta desolación le ganen las peores formas de antihumanismo. Insistir en sentir lo que nos pasa, insistirnos entre nosotros en sorprendernos, y no dejar de sorprendernos nunca frente a tamaño panorama de injusticia y malestar. Ni siquiera pensar alternativas, ni ser creativos, ni osados, solamente una base mínima de resistencia: sentir, sentir y sentir para no quedar como la canción: "Si nada me conmueve,ni los tiroteos"(Buenas noticias, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota)