El diablo, las vacunas, el imprentero y la pregunta sobre el bolso de López

Fue una semana picante en el conventillo, marcada por un debate que desnudó un escándalo del peronismo en 2016 y una agenda extravagante que va desde una ministra promocionando DNI con su firma, diputadas antivacunas, el diablo que mete la cola y mucho más.

El diablo, las vacunas, el imprentero y la pregunta sobre el bolso de López

Por:Florencia Silva
Secretaria de redacción

 En este conventillo los grandes temas de la política y la economía se mezclan con vecinos excéntricos, perros mágicos que administran el lugar y una saga de sucesos con límites difusos entre la ficción y la realidad.

El patio era el lugar el lugar elegido y el círculo de la fuente, el espacio asignado para el jurado. Adelante, en un pupitre de colegio, el profe de matemáticas, José López, iba a ser juzgado.

Cuando salió en libertad se trasladó a Río Gallegos, donde buscó un trabajo técnico vinculado al análisis de precios y el seguimiento de contratos, aunque le duró poco porque su cara, tensa y apretada, se había vuelto muy popular por aquellos días. Por este motivo, se las arregló con un trabajo de perfil más discreto y se hizo docente.

Empezó a dar clases de Física a distancia en una universidad y también en colegios secundarios. Con este oficio, le dijo al jurado que había logrado una vida sencilla y austera, tratando de dar señales de reinserción social.

"El profe" López.

Al mismo tiempo, intentaba recomponer sus vínculos personales. Decía estar volviendo a acercarse a sus hijas y asumió la tutoría escolar de su nieto, un gesto que presentaba como parte de su recuperación emocional. Todo ese escenario se interrumpió cuando se confirmó la condena en la causa Vialidad y fue nuevamente trasladado al Penal de Ezeiza, poniendo fin a la etapa en la que intentó reconstruir su vida fuera de prisión.  Ante el jurado, remató: "A Cristina le conté todo, que había un sistema de recaudación con las obras viales, le conté el mecanismo que en el resto de los sectores del ministerio lo conocía".

El verano estaba cerca y el aire pesaba en el patio del conventillo. Había llegado el turno de la opinión de los expertos citados. ¿Por qué revoleó  el bolso de los 9 millones de dólares? La pastora y diputada electa Nadia Márquez, tomó la palabra y sin dar muchas vueltas dijo que fue culpa del diablo. Desde hacía tiempo alertaba sobre los roces de billetera que tenían dios y el demonio, de hecho está imputada por estafas,  pero esto no le impidió ganar una banca en las elecciones de octubre. Los deslices del dinero siempre los atribuyó al gusto del maligno por la avaricia.  Ante el jurado popular que la escuchaba atento, volvió a insistir en que el kirchnerismo había hecho la ley y el diablo, la trampa. Después, pidió a todos que pusieran el teléfono en "modo avión" para evitar que el Príncipe de las Tinieblas se metiera en sus cuerpos.

Mientras el rumor se extendía como reguero de pólvora, llegó el turno de la empresaria de Turismo del Chaco devenida en experta en inmunología que dio su punto vista acerca del revoleo del bolso.

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La diputada libertaria, Marilú Quiróz, aseguró sin rodeos: "Es porque de chiquito le pusieron la quíntuple", culpando a las vacunas por el accionar del profe. Y para sostener su argumento, organizó en el Congreso una jornada de reflexión acerca del peligro de la vacunación y su estrecho vínculo con el autismo. Cuando le preguntaron por el brote de sarampión o tos convulsa, dijo que era culpa  de la luna en Sagitario.

El tercer y último testimonio era el más esperado: Cristina, desde el balcón de su habitación - la frenaba la tobillera - , estaba presta a dar su punto de vista. Para ella el asunto estaba claro. La culpa era del imprentero

Cristina apuntó a Jorge Bacigalupo, el policía retirado que los entregó y que hoy está procesado por encubrimiento agravado y falsificación de documento público. La Justicia determinó que fue él quien añadió nombres, corrigió direcciones y reescribió partes clave. A eso suma el recorrido de los cuadernos -de Bacigalupo al periodista Diego Cabot y de ahí directo al fiscal Carlos Stornelli- que ella describe como un circuito opaco y políticamente dirigido.

Después un largo desfile: Pato Bullrich que aprovechó para sponsorear los últimos DNI con su firma: "¡vamos que se vuelan!"; el Chiqui Tapia escriturando campeonatos; Liam Gallagher acusando al profe José  López de robarle el look del rompevientos y de Narváez ofertando mil millones por Carrefour y dos góndolas de papel higiénico Campanita.

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El final de la jornada había llegado, el jurado, los testigos y el acusado se fueron dispersando. Quedaba dando vueltas la pregunta: ¿el diablo, la vacuna o el imprentero? Igual, todos miraban torcido a Cristina, aunque la rara sensación de que todo era posible dentro de las paredes del conventillo, flotaba en el aire.