Las cosas tienen movimiento y los chanchos gordos son pesados

Las cosas tienen movimiento y los chanchos gordos son pesados

Por:Jaime Correas

"Siempre se divierten los que están lejos de las balas, y no ven la sangre de sus hermanos, ni oyen los clamores de los infelices heridos; también son esos los más a propósito para criticar las determinaciones de los jefes: por fortuna, dan conmigo que me río de todo, y que hago lo que me dictan la razón, la justicia, y la prudencia, y no busco glorias sino la unión de los americanos y la prosperidad de la Patria".
Manuel Belgrano, carta a Feliciano Chiclana 

Chile hace años es el laboratorio político más interesante de la región. Después de la salida de la dictadura pinochetista ha intentado diversos caminos. Ha tenido espaldas para sostener cada experimento porque generó riqueza. Esto no será para siempre, porque la riqueza se gasta. Por eso debe ajustar la sintonía entre lo que mandan los números y los deseos desbocados. Uno de los fenómenos más curiosos, porque no suele ocurrir, es que hoy gobierna Gabriel Boric quien sin estructura, sin tradición política, siendo sólo un dirigente estudiantil, ganó la consideración pública hasta arribar a la presidencia. Lo hizo a partir de la agitación callejera. En sus avatares presidenciales ya lleva varias derrotas seguidas. Aún cuando parecía que iba a ser la nave para el triunfo de esas ideas libertarias y revolucionarias, plenas de voluntarismo, que él vociferaba con entusiasmo en las calles. Se lo podía imaginar con Pablo Milanés de fondo, "yo pisaré las calles nuevamente/ de lo que fue Santiago ensangrentado".

Después del estallido de 2019 que llevó a Boric a la presidencia en 2021 el primer trago amargo fue tener que apoyar un proceso constituyente donde habían sido borrados los partidos. Declaró que la nueva Constitución era su programa de gobierno. Los grupos intensos con los cuales el nuevo mandatario había ocupado el espacio público codo a codo se sentaron a redactar "su" Constitución. Se auguraba un texto mágico. Su alumbramiento produciría la felicidad del pueblo chileno en lucha contra los grupos dominantes, concentrados, la derecha, el neoliberalismo y todos los males que la progresía ponía en línea con su verba inflamada. Se escribió el texto y, luego de una campaña de difusión muy amplia, se votó para aprobarlo. Con una participación histórica en un país que no tiene tradición de votaciones obligatorias el rechazo ganó 70% a 30%. Y para cereza de la torta hace dos semanas la ultraderecha, cuya cabeza, José Antonio Kast, había sido derrotada por Boric en la presidencial, ganó arrasando la nueva convocatoria constitucional. Ahora deben acordar una carta magna pero con un panorama mucho más equilibrado. Sin falsas mayorías. Habrá controles intermedios que el anterior texto no tuvo. Pareciera entonces como si el pueblo chileno no sólo hubiera castigado en su momento a la política tradicional partidocrática, sino también que en el presente le dice no a los grupos intensos de inspiración populista, que se arrogaban su representación. En realidad representan intereses individuales y sectoriales, pero difícilmente el bien común. 

En el caso trasandino la moneda está en el aire y será apasionante analizar la señal que entregue cuando caiga al piso. Hasta ahora ha sido la de ordenar la sinrazón y contener a los extremos. Sobre todo al de izquierda. Pero han estado cerca de desbarrancarse. No hay que olvidar los tiempos de los grupos radicalizados quemando todo, incluidas las estaciones de metro, cuya reparación se estimó en 600 millones de dólares. ¿Valían las veleidades de los revolucionarios que contenían a referentes como Gabriel Boric, que ese monto inquietante se quemara en su hoguera de vanidades progres? Algunos analistas consideran las pérdidas totales, incluidas las productivas, en más de U$S3.000 millones. Bastante más que las reservas argentinas, para quienes quieran comparar. Resultó cara la estudiantina transformada en infierno. Lo que había que arreglar por ahora no se arregló y se destruyó mucho. Descubrieron que una cosa es quejarse y pedir y otra hacer y conseguir resultados. Lo indudable es que la dirigencia política chilena había fallado. Generó el caldo de cultivo para el estallido. Sus integrantes no se dieron cuenta de que la creación de riqueza sin una distribución adecuada era una bomba de tiempo. Un camino inverso a la Argentina que suele distribuir una riqueza no creada y de ahí las frustraciones. Un caso emblemático chileno es el del Crédito con Garantía del Estado, el sistema para financiar estudios universitarios a quien no tiene el dinero para hacerlo. Creado por el gobierno de Ricardo Lagos, tanto Bachelet como Piñera en sus segundos turnos le hicieron retoques para mejorarlo. Ambos, empujados por los reclamos, sobre todo el empresario. Y después le llegó el turno a Boric, que había peleado en las calles por demolerlo. Lo curioso es que eligió a quien había sido "el padre del modelo" en el gobierno de Lagos, Christian Larraín, para gestionar el tema. Síntesis: una cosa era vociferar con voluntarismo en aquellas calles santiaguinas tan inolvidablemente retratadas por el trovador cubano y otra administrar la realidad. Boric había propuesto "la condonación universal de las deudas educativas" cuando hacía campaña. Su ministro de Hacienda para justificarlo declaró: "esos períodos previos a las elecciones generan exceso de voluntarismo". Pero claro, la sinceridad venía de alguien que había sido Presidente del Banco Central de Piñera, la tan temida derecha. Sin embargo, el ministro de Educación, del palo progre de Boric, admitió que era una promesa incumplida, "de una mala política pública", por no tener los recursos. ¡Acabáramos: los voluntarismos de la campaña chocando con la realidad del vil metal! Pero cómo, ¿y las viejas exigencias y consignas? Alguien tendrá la culpa de que no se puedan cumplir. Una gran diferencia con la Argentina, donde el populismo en vez de encarar la solución de los problemas los agrava con pésimas políticas. Por lo menos la progresía chilena se hace un nudo para mantener lo bueno y no se lo rifa con decisiones absurdas. La derecha chilena cree que sí están tirando por la borda lo hecho. El pueblo masivamente duda y por eso va de un lado para otro. Por supuesto ya ha surgido el "Movimiento deuda educativa" encabezado por un enfático dirigente que corre por izquierda a los izquierdistas y pide renuncias por quienes encarnan las "políticas neoliberales". Si no fuera dramático sería risueño: siempre hay alguien más ultra que exige "un chancho gordo que pese poco".

https://es.wikipedia.org/wiki/Cr%C3%A9dito_con_Garant%C3%ADa_del_Estado 

¿A qué viene lo sucedido en Chile? A que en la campaña mendocina ha surgido como tema unánime de quienes quieren llegar a la gobernación un debate apolillado: el Item Aula. Por razones obvias me vi envuelto y no pude dejar de preguntarme: ¿por qué casi todos los candidatos apuntan a lo que funcionó bien? Se amontonan para ir contra lo exitoso. Llamativo. Sólo se requiere analizar los datos y evidencias y se termina la discusión. Para hacerla florecer hay que mentir e inventar. ¿Por qué no se ocupan de los temas irresueltos que la realidad ofrece para buscarles solución? Las críticas y propuestas revelan un enorme desconocimiento de cómo funciona el ítem y, sobre todo, de los datos duros de sus resultados. Es inútil entrar en ese debate porque recurriendo a otra metáfora porcina "es como callar un chancho a palos". Mientras más se le pega, más chilla. 

Recogiendo opiniones sobre la pregunta de por qué se apunta en dirección a algo que hizo que los chicos mendocinos tengan más días de clases surgieron algunas pistas. Quienes aspiran a gobernar la provincia tienen una sorprendente ausencia de ideas nuevas. Carecen de una agenda propia y sólo pueden volver al pasado a desempolvar fantasmas inexistente. Desarrollan una casi ridícula demagogia, tan cara al populismo, creyendo congraciarse con un grupo de votantes. Eso es típico, la búsqueda de seducir demagógicamente a un grupo, olvidando al resto. Con voluntarismo confunden ciertos deseos sectoriales con lo conveniente para la mayoría. Hacen acordar al Boric vociferante de las manifestaciones. Aquel que prometía "condonar" las deudas y ahora se da cuenta que es imposible. Ese recuerdo produce inquietud porque es inevitable pensar en el Boric actual: acoquinado, desorientado y a la defensiva. Valdrá la pena a la hora de votar trazar una línea imaginaria entre aquel militante enfático en sus reclamos y propuestas y este gobernante apichonado frente a los problemas reales. Entre tanto voluntarista aspirante a gobernar sin datos ni información básica surge la desazón de quienes sí quieren dar soluciones. La trivialidad, la improvisación, la chantocracia cansa. Quizás Fito Páez nos dé una pista de qué hacer ante tanta inmensidad cuando nos preguntamos "qué estamos haciendo acá": hay que despertar, no bajar la guardia y seguir, siempre seguir: 

Las cosas tienen movimiento

Muchas veces me pregunto
Que estamos haciendo acá
Dejo de pensar y veo que al final
Siempre estarás,
Siempre estarás
En mí.
He llegado a no escucharte y tocar fondo
Tanta inmensidad, perdidos de verdad aquí
Y es que siempre estarás,
Siempre estarás, en mí.
Una voz, como un sentimiento
O una canción
Algo más
Que me ayude a despertar
A seguir, a no bajar la guardia
Siempre a seguir
No esperés, no te enseñaré a vivir.
Movimiento, las cosas tienen movimiento
La oportunidad de estar en libertad
Es que siempre estarás
Siempre estarás en mí.
Como un soplo como una lluvia
Como un rayo una luna
Oxigenarás, mi vida hasta estallar.