Crónicas del subsuelo: Poseidoncitos de Malasya

Crónicas del subsuelo: Poseidoncitos de Malasya

Por:Marcelo Padilla

 Con más de 14 kilómetros de altura y aproximadamente 450 toneladas de peso, el edificio -gris, gris suave, gris rata, a pesar de los años y años que lleva aquí parado, con sus ventanales amplios y otros refugiados en esquineros- por el momento, se mantiene. Las ultimas manutenciones las deben haber hecho hace 150 años, sin embargo, el edificio, se mantiene de pie, todavía. No hay indicios que vaya a flaquear aún vivan en él más de 400 familias; claro que no son las mismas -mire vea-, pero prácticamente parientes son todos. En el ala izquierda la tormenta sabe acurrucarse cuando baja de Las Montañas de Dragota, en la derecha golpea contra los ventanales, que dan al sur, y dar -le dan- chiquoteo de viento, talerazos. Hasta se ven los musgos servidos que impregnan hasta el piso 24, con una marca electrizada en su dibujo, verde opaco, viejo, que deja apreciar el tiempo; la cosa es que esa vez subió el mar con bravura y detuvo a los habitantes de los pisos superiores por meses. El agua no bajaba, los de los pisos inferiores fueron rescatados casi todos, excepto algunos viejos y viejas, unos niños y personas tullidas que no podían agenciarse por sí mismos. Murieron allí, ahogados en sus departamentos, mientras la flota de bomberos de Malasya realizaba las tareas de rescate, antepasados de varias monarquías, y taifas y canos, en fin, hasta lo que yo sé -y me permiten escribir aquí-, fueron antepasados de todas las cofradías y sectas y organización ocultista hubiera en la Malasya medieval, ponele, maso o menos de ahí vienen las costumbres y los vicios, la lascivia oracional en el rito. De las generaciones degeneradas.

Ver: Crónicas del subsuelo: Delirio místico

Fueron precursores de la arquitectura malasyana, un edificio sovietizado de 14 kilómetros de altura ¡Insuperable! No hay civilización más exagerada que yo al menos haya conocido, mire vea don usté... En días agrios, sin embargo, la Gran Malasya se recuperaba de una de sus mayores tragedias. La relación con el mar del edificio es umbilical, prácticamente de nacimiento y, a eso, a la población pionera de la Malasya aristocrática en decadencia no se lo toqués, porque te comen vivo. Es más, son los primeros antropófagos del mundo conocido al menos que podamos tener registro. -: "Si le contara a usté, Don mire vea, todo lo que yo aquí he visto y presenciado, no sé si me envidiaría, pero de seguro le digo que no se habría de arrepentir, a pesar de haberme condenado a estas islas", le cuenta al oído, el escribiente, detenido de su posesión de estar embrujado con el informe, "a nadie mire vea, a un fantasma quizá, al decapitado de las máscaras, vaya uno a saber", respondió el espejo.

El edificio fue construido allí por la dinastía de Los voceadores digitales, sumeria, mire vea, como la mayoría de los edificios de la ciudad de la zona central, el "casco viejo" que le dicen. Fue erigido allí frente al mar, pegado al sinalkalp, donde los delfines se despanzurran cuando salen y empiezan a caminar arrastrando unas patas chatas y cortas, que les permiten llegar al malecón. De ahí los bichos se incorporan y caminan por el malecón por kilómetros haciendo toda la costa de paseo. Entre las gentes del lugar, estos bichos, sin miedo se mueven, acostumbrados están -diría yo-, por lo que he visto, casi no se dan entre ellos, la gente no los toca y ellos no huelen a la gente, tampoco la atacan, se abuenaron de entrada las dos especies y todo bien, por eso es que han pasado tantas cosas que, etcétera. Es una convivencia armoniosa, sin embargo, una vez, etc. Y así, la cantinela de la plebe: mañana, tarde y noche, la matraca demencial despertaba de las fauces de la tierra de Malasya. De las más profundas raíces de los cementerios brotaban, tibiamente, flores que darán origen al perfume en el mundo conocido. De la odoroma, el más onírico y atractivo.

Del mar sale con su caballo La Dama del Agua, había introducídose en él para realizar tareas de buceo y rescate, -: "de paso, unos marisquitos no vienen mal"-, dijo La Dama (cínica) cuando al galope encaró hacia el agua. Sale del mar, repito, mojado el caballo mechudo, y ella torneada por la sal y la arena que como costras se resquebrajan a lo saco de momia, y el sol, que ahora se queda fijo en su espalda tatuada, desnuda, plagada de accidentes musculares, finos, músculos finos, piel suave como la porcelana china, erótica. En medio de la tragedia muchos desubicados con el dolor ajeno se fueron a ver el espectáculo de La Dama, desde que salió galopando hacia el mar hasta que egresó de él. Y la atención poblacional terminó yéndose al carajo. Quedaron solo los parientes íntimos y cercanísimos a los muertos, mientras que el 90% restante de los participantes del rescate y velorio a cielo abierto, húbose corrido un kilómetro de playa, para ver a La Dama del Agua. Una Drag sale desde el agua arrastrando 48 personas con sus garfios, algunas muertas, otras en camino a, etc. Pero arrastrándolas, "heroína malasyana de los suspiros", decían todos en silencio, babeando.

El tullidito con apenas 8 años. No tenía padre ni madre. Recorría las calles de Malasya desde que empezó a caminar, luego que fuera cuidado por/en el Hogar de Niños Tullidos de Malasya, que funcionaba en un castillo del siglo 345 antes de lai. Donde dicen vivió el propio lai, el que hizo las tablas de lai, pero eso es parte de la leyenda, el hospitalito se yergue frente al mar y allí los niños aprenden de esa relación. "Poseidoncitos" les dicen popularmente en Malasya. Hasta se ha escrito sobre los poseidoncitos. Una profusa literatura se dio entre el 140 y el 345, sobre los tulliditos del castillo. Aquí, los que saben, dicen que son los pioneros de la literatura de terror, gótica, del gore de Malasya, muy simpáticos los poseidoncitos, seminales. Bueno, el niño de apenas 8 años sale del agua rescatado por La Dama, pero tiene un solo ojo, y la boca parada, vertical, con los dientes en vertical, un monstruito al que le faltaba una pierna y una mano. Y tenía dos jorobitas. Un camellito experimental. Dicen que pertenecía a una de las familias aristocráticas que se ahogó en los pisos inferiores al 24 del edificio, la tarde de la tragedia. Y que porque les salió así lo abandonaron en un tacho de basura. Bueno, el turulito sobrevivió y ahí lo ves, rescatado por La Dama del Agua en el espectáculo más trascendente del mito de la Malasya tosca, dura, sobreviviente, demonial y profundamente espiritual. Su presencia nomas demuestra lo inmoral que se es hablando todo el tiempo de moralidades. La tenacidad malasyana licuaba un ungüento oriental y salvaje con una sabiduría profunda y astrológica que incluía -por religión- a los mendigos. Eran santos pidiendo denarios con las manos extendidas. El que ofendía o atacaba a uno era arrestado y expropiado, lo largaban con los cocodrilos lo largaban, che. Así de corta. "Si claro, cien, doscientos años después anduvieron haciendo aceite de mendigo, todo lo que quieras, pero antes era así", dijo el chofer, que llevaba al aeropuerto a el escribiente, que huía, despavorido, a llevar el informe de Malasya, a un país indescriptible, para vaya a saber qué hacer con lo que dice el informe. Al tipo le dieron doscientas vueltas por las rutas diciéndole que iban al aeropuerto: - "questo quel otro se marió y vomitó en el coche cosa quel chofer lo dejó ahí quietito en la cama"- le dijo, el nativo de la costa de Malasya, medio aparaguayado en su hablar, vaya saber por qué, al policía que estaba por detenerlo. Los cargos: espionaje, tráfico de frases para instalar comunicacionalmente en el mundo no conocido y ateísmo. Al escribiente lo detienen un sábado 14 de octubre en una posada media jaguayana de la costa de Malasya. Donde todo era de un marrón crema, pálido, fresco, de mar, del mar más desconocido del mundo conocido. El mar de Malasya, Malasya y el mar.

Al escribiente solo le quedaban los túneles de las dunas, Las zonas de respiro del sol, como le dicen en este desierto. Con la fresca permanente. No bien se despertó el escribiente y los otros se habían ido a tomar un feca, se tomó el palo pa los túneles, no se sabe dónde anda, pero anda por los túneles, escribiendo ese informe que no se sabe para qué lo hace. De paranoico. ¿O no, por qué lo persiguen entonces? Para mí que la juega de kolchak el forense de blanco de la serie norteamericana, de las primeras que llegaron con la invasión, nadie las quiere ver, pero algunos estamos al pedo y la vemos igual, -: "y ahí sí te das cuenta la puta madre que te pario como viven norteamericanos, y nosotros, en esta mierda de pa ...". Una trompada lentísima venía desde afuera del Bataraz haciendo zoom como dron que se acerca hasta darle una golpiza que no pudo decir ni mú, porque no era vaca, ya le dije don usté. La batahola se hizo interminable, el polako le partió una mesa de madera de quebracho colorado en la espalda al gordo paulo, dueño de la pizzería, se metieron los empleados y algunos clientes, el polako hizo la de siempre, se colgó el collar de chorizos y empezó a dar vueltas como perro antes de apolillar. Magináte. A lo ventilador. A los gritos de superhéroe. Todos se cagaron en las patas porque recordaron los incendios en el Bataraz y el droneo del polako con los choris en el aire, ¿quién puede olvidarlo? La mierda sobre los techos del Bataraz, el desparrame de los ladrillos, las baterías prendidas fuego al máximo.

Marcelo Padilla