La intrigante obra de muñecos

La intrigante obra de muñecos

Por:Marcelo Padilla

La historia es compleja, divertida, atrapante. No te voy a decir que la pasamos del todo bien en las funciones; tampoco exagerar: a mí las masacres y las torturas en vivo no me pintan. Y no es que sea un puritano. Tampoco un sensiblero. Pero, no me pareció necesario ese golpe tan bajo del director, o de quien haya incluido esa escena en la obra.

Pasa que estoy harto, los golpes bajos de Orson, la locurita en torno las muñecas. Y, si querés más especificidad en la definición de golpe bajo, te puedo decir que tal expresión designa lo que llamamos el upperkat en la zona introductoria a la peridural del vientre. Y yo, del hígado ando mal, entonces, sin ánimo de meterme en la cocina de la obra, dejáme que te diga: yo no habría incluido ese golpe bajo en la escena del frontispicio. Es, literalmente, una patada al hígado, por decir otra cosa.

En fin, no soy de criticar por criticar, comparto lo que se viene haciendo en el ámbito estomacal, pectoral e intergenital de los actores de la obra. Ojo, tampoco me pinta el descuartizamiento, y menos la penetración en vivo entre las muñecas. Ha poseído al director tal escena desde que llegaron las muñecas chinas y la polaka en el empaque. A esa escena, como te dije, no la creo necesaria.

¿Qué tiene que hacer el director ahí, hablándole a las muñecas detrás de escena, diciéndole piropos en la oscuridad de los camarines, y vertiendo expresiones soeces cuando terminan su numerito tales como "vení putita mía que te inflo toda"?

Las trata bien, digamos, "las trata" como si de trata de muñecas estuviéramos hablando. Pero, no estamos hablando de eso, te darás cuenta: no podemos seguir con un tipo así por más director sea, que las intime de esa guisa, en prosa. Porque cuando las frecuenta como si fueran unas perritas culifrunci, el tipo se relame. Son muñecas chinas inflables. En eso te doy la derecha. Siempre te doy la derecha porque la izquierda, traiciona. Verás cómo es la cosa, Mariscal.

Si a la obra la agarra alguien con dos o tres líneas de fiebre, la censura. Ahora, entrando de lleno en la escenita, y para que te quede claro mi pensamiento y no prejuzgues. Yo, atrás de bambalinas tengo que preparar y vestir a todas y cada una de las muñecas. Hace años que trabajo en vestuarios. Soy, lo que se llama, un vestuarista de muñecas. Formado en escuelas de altos estudios de la moda de la muñeca antigua. ¿Te acordás? Empecé en el pueblito de donde luego tuve que huir, porque la comitiva de la Biblioteca Popular Parque Descanso hizo una nota pidiendo mi expulsión de la misma. Cuando se enteraron en la Dirección General del Juguete Rabioso, notificaron debía abandonar el pueblo de inmediato, la provincia, el país y el mundo. Me dio risa me quieran expulsar del mundo. Lo otro, es comprensible.

La comisión, al exagerar sus temores en su nota contra mí, generó en la peonada, sospechas, y la peonada se lo tomó para el lado de los tomates. Loquita se puso la peonada con la comisión. ¡Vos viste como son los de la comisión! Duros, reglamentaristas, que al formulario le falta completar el punto 3 A y no podes dejar incompleto el 18 F, campo obligatorio, dice.

Todo para que te digan NO, que no podes hacer una obra con un formulario incompleto donde no queda claro el financiamiento, si es para la obra o para costear la vidurria del director con las muñecas nuevas que llegaron en buque. Él, las quería inflables, yo, detrás de bambalinas, nada pude hacer Tito ¿me entendés lo que te digo?

Después me refugié en una pensión de la ciudad. Era una caja de madera que adentro tenía un camastro con un colchoncito, una sabana y dos colchas. La almohada es lo de menos. Día tras día me fui quedando; y aquí y ahora, como dice el oportuno, paso las noches. No tengo mucho más que mantenerme prófugo de las acusaciones y persecuciones en esta caja de madera. De cualquier modo paso a contarte estas disquisiciones de mayo, sus idus, que, te imaginarás, me sangran por las encías y los ojos.

Las muñecas son siete. Seis chinas y una polaka. Las chinas se inflan por la boca, pero la polaka, se infla por el culo. Cuando lo vi al director inflando a la polaka, me dio pudor. Me escondí en un retrete. Hice como si no hubiera visto nada, como perro que se lo están culiando en un zanjón.

Veo al director poseído, sin filtros, re cachondo con la polaka. Que la infla y la desinfla. Y para desinflarla, Orson suelta en el galpón a la polaka para que vuele zigzagueante por el aire, hasta quedar hecha una goma arrugada por el piso.

A las chinas le gusta agarrarlas juntas, infla a las seis, y a veces duerme con las seis muñecas chinas infladas en la cama poli matrimonial que se compró para las giras de la obra. Te repito, si alguien con tres líneas de fiebre ve, observa, escucha o se entera de la obra; y ni te cuento si llegan a la zona del desguace demencial del monstruo de Orson, de lo que sucede detrás de bambalinas. ¡La censuran! ¿Y al director? lo echan a Moldavia.

A todo esto mi querido Mariscal, sé que estás pasando por un mal momento. Tu detención fue arbitraria. Y en esto, nobleza obliga. Te banco a morir, porque vos no tuviste nada que ver y solo obedecías las órdenes de Orson, del perverso de Orson. En el proceso, sé declaraste bien, al menos eso me enteré por el abogado que puso la compañía para tu defensa. Que dijiste que vos, y yo, dos saltimbanquis artistas de bajo nivel, con una férrea moral cristiana, no católica, cristiana querido Tito, soportamos la balacera de órdenes del autoritario de Orson durante muchos años en las giras de la obra.

Ya no es nuestra Yugoslavia, porque yugo, es labia, y el verdugo de Orson ha pisado la bandera luego de blasfemar nuestra república. La única que representa la emancipación en estas tierras. Claro, todo el mundo cree que vos Tito, estás muerto. Y solo algunos sabemos de tu lugar despoblado; vos encerrado en una cueva, por lo que sé, pertrechada de víveres y libros, que a vos querido Tito, bien te deben acompañar en el grimorio.

Debes saber que las muñecas cada vez engordan más, parecen no ser de buena calidad, se van arrugando con el tiempo, porque al inflar y desinflar, no hay crema que aguante para el arrugamiento inevitable. ¡Tito, están poniéndose viejas las muñecas de la obra!

Aun infladas, parecen ancianas, seis muñecas chinas infladas por el director de la obra que las aporrea como bolos aéreos. Van, de un lado a otro del galpón, a las patadas por los aires. Es el perverso de Orson que ha entrado en una demencial etapa de delirio.

En fin, que no la estaremos pasando de maravillas, pero a Orson se le viene la noche en cualquier momento, querido Tito. Y ahí, tal vez, tal vez puedas quedar en libertad.

Y sí, también hablan las muñecas, pero en chino, sin embargo la polaka tiene un buen manejo del habla castellana. Es de citar autores polakos en sus inflamientos. Por la boca, con una voz de pito que se aclara en el devenir del fraseo, dice la polaka: ay de mis bolos fecales, ay mi adorada Polonia, baño universal, inodoro ventricular de mi tierra. De autor anónimo, encima.

Parece que viene con un disquito en la espalda la polaka, porque las chinas no tienen disquito. Repiten como loros chinos algunas frases de Lao Tsé y de Mao. No le pidas más. Y eso, a Orson lo perturba. Odia a los chinos, odia con toda su alma a la historia y a la población china. Pero, ¡les compra Tito! les compra muñecas hace años.