El violador que escapó con la ayuda de un juez

Brawton se burla de todos. Las víctimas sufren de nuevo. El temor sigue latente.

El violador que escapó con la ayuda de un juez

Por:Mauro Szeta
Periodista-Policiales

 Walter Brawton es contador y tiene dos hijos. Entre enero y marzo de 2005, violó a siete mujeres e intento abusar de otras dos, en la zona oeste del GBA.

 Siempre actuaba igual. Simulaba el desperfecto de su auto, y cuando alguna mujer pasaba a su lado, la amenazaba con un arma, la llevaba a un descampado y la violaba. Perverso en extremo.

 Las víctimas jamás volverán a ser quienes fueron. Brawton les arruinó la vida. Eso está claro.

 En 2009, esas mujeres creyeron que el alivio había llegado en medio de tanto dolor. Después de una investigación de cuatro años, Brawton terminaba preso y condenado a 40 años de cárcel, una pena poca habitual para los Tribunales argentinos.

Al final de ese juicio, todas las chicas que lo denunciaron e identificaron, dijeron al unísono: "Por fin empezamos a cerrar una etapa. Esperemos que esto no vuelva a pasar y que este hijo de puta no salga más".

Parecía una etapa cerrada. Las víctimas volvían a respirar, a vivir, a ser.

 Pero no fue así. Desde el día que empezó a cumplir la pena, Brawton empezó con su plan de fuga.

 El objetivo número 1 fue buscar una excusa, un pretexto para tener salidas del penal. Y aunque parezca increíble bastó una solicitud para que un juez de lapicera fácil le dijera que sí.

A todo esto, el violador serial se había separado de su esposa, y ya tenía novia nueva que no se veía alterada en nada por la doble vida del chacal. 

Lo conoció violador, y se enamoró igual. Es más, la señorita fue parte del plan de fuga.

 La estrategia fue la siguiente. Perverso, hábil, Brawton empezó a presentar escritos ante diversos jueces de Morón para que le dieran salidas extraordinarias y pudiera visitar a su madre enferma en su casa del partido bonaerense de Merlo.

Así, sus planteos, fueron rechazados de plano por los jueces Bellido y Cardozo, que no "compraron" el verso del "violín".

 Pero siempre hay un juez, que va contra todos los sentidos. Brawton probó una y otra vez hasta que dio en el blanco. El blanco fue el juez Humberto González. Rápido y furioso, el juez le dio un permiso especial al violador serial para que visite a su mamita porque estaba enferma.

Los medios alertaron que estaba prófugo. 

Lo insólito de la decisión es que nada obligaba al juez a firmar el beneficio, y que además la medida la tomó cuando Brawton recién llevaba detenido el 20 por ciento de la pena que tenía que cumplir. Increíble, pero real.

Los motivos que argumentó el juez fueron los de siempre. "Me ajusto a derecho. Si me tocara resolver otra vez, haría lo mismo".

Lo cierto es que Brawton, inteligente y conocedor de leyes, se portó bien, muy bien en las primeras salidas que le concedieron.

Siempre acompañado de un guardia penitenciario, iba desde la cárcel de Ituzaingó hasta Merlo, se entrevistaba con la madre una hora y media y volvía al penal, hasta que un día, no volvió.

Después de una de las tantas visitas, Brawton fue tan ingenioso que le mandó una carta emotiva al juez agradeciéndole el beneficio. "Gracias a usted recompongo mi vínculo familiar con mi madre que está enferma. No sabe lo feliz que hizo a mi madre", escribió el violador.

Pero todo cambió, y la carta pasó a ser el último tramo de una fuga con olor a burla.

Agosto de 2013. Brawton sale del penal en una de sus tantas salidas. Lo acompaña un penitenciario. Van a la casa de la madre del contador. Al penitenciario le convidan una empanada. El penitenciario se duerme. Conclusión: Brawton se escapa. y le dice a todos "Pito catalán".

Desde ese día, el violador serial está prófugo. Las víctimas se enteraron que tenía salidas especiales cuando se conoció la noticia de la evasión.

Las víctimas que pensaban tenían tranquilidad. 

Al penitenciario lo investigaron por cómplice pero no pudieron probarle "el tongo". Por la cabeza de Brawton ofrecen 300 mil pesos. Por ahora, nada, ni noticias.

 La firma del juez le permitió a Brawton salir y planificar la fuga. González pasó a ser casi un coautor de ese escape bestial. No lo corrían los plazos, no había obligación, no había necesidad de soltar al contador, pero lo hizo igual.

 Brawton se burla de todos. Las víctimas sufren de nuevo. El temor sigue latente.