El Súper Agente 86: de marine al papel de un espía tonto

La vida del actor Don Adams empezó con un mal trago y terminó con una broma.

El Súper Agente 86: de marine al papel de un espía tonto

Por: Mendoza Post

Lo conocimos por su papel como el Agente 86, pero su vida fue un cúmulo de anécdotas.

Donald James Yarmy (Don Adams), nació en 1923. Tuvo una infancia como la de cualquier otro chico de Nueva York de esos años. Quería ser actor pero la Segunda Guerra Mundial lo llevó a enrolarse en el cuerpo de Marines. Participó de la Batalla de Guadalcanal y, aunque pudo evitar las balas japonesas, no logró lo mismo con los mosquitos y contrajo una forma de malaria que tiene un alto índice mortal; se muere el 90 % de los que la contraen, pero él se salvó.

Luego se dedicó a hacer stand up con el nombre Adams. Era un especialista imitando a actores célebres y llegó a sacar la voz de más de cien personajes.

Adams era un excelente imitador

A mediados de la década del cincuenta se presentó en un concurso de talentos y salió ganador. A partir de ese momento su vida cambio. Era invitado pertinaz en los programas más importantes de la televisión norteamericana: el de Ed Sullivan, el Tonight Show o The Steve Allen Show.

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Finalmente, gracias a que el actor elegido por los directores para hacer el famoso Agente de Control pedía un salario muy alto, la NBC exigió que el personaje protagónico fuera interpretado por el actor Don Adams, un cómico que ya tenían bajo contrato, y así se convirtió en Maxwell Smart, un espía sin ninguna virtud, torpe, ingenuo, algo tonto.

El Superagente 86 (Get Smart en idioma original: un título que juega con la -poca- inteligencia de Maxwell Smart, con su apellido y su elegancia) estuvo en el aire durante 5 temporadas entre 1965 y 1970. 138 episodios de menos de media hora que se convirtieron en objeto de culto y en motivo de carcajadas para varias generaciones.

A Don Adams le ofrecieron una buena paga semanal pero lejos de lo que cobraban las estrellas televisivas. El actor confiaba en la serie y en su capacidad. Desechó los 12.500 dólares semanales y prefirió cobrar un mínimo viático y reservarse un porcentaje de los derechos del programa. Fue la mejor decisión de su vida, porque lo hizo rico.

Adams murió en 2005 por una infección pulmonar, pocas semanas antes, cuando el final se presentaba como inevitable e inminente, le pidió a su familia y a sus amigos que no le hicieran un funeral pomposo ni se esforzaran en recordarlo, que sólo se reunieran y que, por favor, dedicaran todos sus esfuerzos en volver a traerlo a la vida. Una broma final. Casi la única manera en que Don Adams podía despedirse. 

La intro más famosa

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