¿Quién habla del futuro de Mendoza?

Ya hay precandidatos a gobernador. Pero poco debate hay sobre los temas fundamentales para el desarrollo provincial.

¿Quién habla del futuro de Mendoza?

Por: Carlos Ponce y Ricardo Montacuto

A menos de un mes de cierre de listas para las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias que determinarán las principales candidaturas provinciales, aún no se ve en la clase política mendocina la voluntad, ni la claridad para discutir sobre el futuro de Mendoza. Y no sólo el de largo alcance, que requeriría de planes estratégicos de elaboración compleja y multidisciplinaria, sino -y aunque fuere- el porvenir inmediato. Qué se espera, y qué proponen quienes pretenden gobernar, para los próximos cuatro años de la provincia.

Las elecciones nacionales, las de presidente de la Nación, estarán contaminadas por la grieta, y por la coyuntura feroz de una economía angustiante. No habrá mucho espacio para el debate sincero sobre el futuro, y prevalecerán las campañas negativas. La polarización será muy condicionante. Sin embargo, se esperan planes concretos para el futuro de la clase política y de los partidos de Mendoza. Estructuras y costumbres institucionales, progresistas y desarrollistas mejores que el promedio.

Es cierto que la macroeconomía hoy choca de frente con las economías regionales. Todas están en problemas. Altos costos, carga impositiva insostenible, falta de financiamiento, inflación. El temor por la incertidumbre que se vive, que nos atraviesa a todos desde la devaluación del año pasado, resulta paralizante a la hora de invertir y dar trabajo. Pero ese manto de dificultades que en algún momento se enderezarán -antes o después de una nueva crisis- con un programa económico serio y sustentable en el tiempo, no debe ocultar una realidad: la economía tradicional de Mendoza está en un fuerte proceso de decadencia desde hace varias décadas.

La pulpera de San Rafael, trabajando durazno.

Como un espejo donde mirarnos y quizás avergonzarnos, a pocos cientos de kilómetros de distancia, Chile exporta a todo el mundo miles de millones de dólares en los mismos bienes tradicionales que produce o producía Mendoza. Desde vino y uva en fresco hasta peras, manzanas o nueces. Nosotros decrecemos en las mismas industrias donde ellos crecen.

Más allá de las exportaciones exitosas de productos premium, la vitivinicultura viene dando malas noticias desde hace rato. Año a año se discuten precios, excedentes, faltantes, cupos de mosto, regulaciones, en una industria que afronta una competencia tremenda en el exterior y a la vez, una caída permanente del consumo en el mercado interno. Reacciones con músculo y cerebro apropiado se necesitan.

Un repaso simple a los diarios mendocinos del último año dará cuenta de la crisis que afrontan la industria del vino, pero también la metalmecánica, el comercio, la industria en general, la fruta en fresco y procesada, y parte de la gastronomía y hotelería local. Sólo sonríen quienes dan servicios de alojamiento y comida relacionados al turismo y enoturismo extranjeros. Aun así, el mercado del trabajo dio una pequeña buena noticia el año pasado. En el Gran Mendoza, la economía se las ingenió para crear puestos de trabajo, unos pocos, que contrastan con los doscientos mil que se destruyeron en el país. Mérito de ello fue la obra pública mendocina que está a la vista. Ello demuestra que siempre aun en las crisis, tener un presupuesto superavitario y destinar una porción importante a las obras públicas es fundamental. Y, por el contrario, recortar la obra es un mal consejo, probablemente la peor opción que podría elegir cualquier gobierno. La economía que muestra datos malos de empleo, pobreza, indigencia, igual que el resto del país y en el promedio nacional; sería mucho peor si no se hubiesen acometido desde las obras pequeñas que mejoraron y modernizaron el Gran Mendoza, pasando por las obras en edificios escolares, o las obras de repavimentación y mejoramiento urbano de los municipios, hasta emprendimientos más grandes como el túnel de Cacheuta, con su correspondiente traza nueva de ruta. ¿Dónde están los políticos-candidatos de Mendoza discutiendo cuáles son las obras prioritarias que aún Mendoza necesita, cómo se financian y en qué plazo se ejecutan?

El túnel de Cacheuta, que unió dos pueblos.

Desde el inicio y con su "revolución de lo sencillo", el gobernador Alfredo Cornejo buscó bajar las expectativas de concreciones de su gobierno. Más de una vez ha dicho que el suyo sería un período "de orden y transición" para sentar las bases del crecimiento. Y en verdad, dejará la vara alta al próximo gobernador. Logró tener superávit fiscal, mantener a los chicos y a los maestros en las escuelas, endurecer la política criminal de modo de equilibrar la ecuación injusta entre delincuentes y sus víctimas, prácticamente dio vuelta el sistema judicial de Mendoza, bajó la cantidad de empleo público y de funcionarios, y ordenó un Estado que recibió desquiciado. En materia de obras, el túnel Cacheuta-Potrerillos unió dos pueblos luego de años de desaciertos y problemas. Mendoza demostró que tiene capacidad técnica para hacer obras de ingeniería de complejidad. El Hospital Lagomaggiore, donde nacen seis de cada diez mendocinos cada año, tendrá la maternidad más moderna del país. Pero quedan en proceso y con atraso obras grandes como Portezuelo del Viento, Los Blancos, el Trasvase del río grande al Atuel, y el segundo túnel paralelo del Cristo Redentor para pasar a Chile. Además, con fondos provinciales, quedarán en proceso de licitación avanzado una doble vía a Rivadavia, y la nueva ruta 82. El "piso" del próximo gobierno será exigente. Deberá debatirse crecimiento y un marco para una nueva economía que complemente la actual, y brinde satisfacción a los dos millones de mendocinos. Nosotros también tenemos más de un 30 % de pobreza, detrás del glamour del vino, el turismo y la provincia ordenada y amable que mostramos al mundo.

La economía mendocina no tiene suficientes herramientas de financiamiento, ni las hay para el desarrollo local más allá del Fondo para La Transformación y Crecimiento, que en términos de escala presta una utilidad similar a la de vaciar el lago del Parque con una cucharita. El Bono fiscal logró atraer inversiones. Pero estas herramientas, los institutos diversos de promoción que tiene Mendoza, algunos de ellos público-privados, necesitan rediscutirse para ponerlos en función de la eficiencia para el crecimiento. Si Mendoza necesita o no un nuevo banco provincial es un debate que debe darse más allá de una coyuntura electoral cada dos años. Hay proyectos, pero nunca se debate en profundidad. Hay que dar ese debate, del que quienes aspiran a gobernar la provincia no han pronunciado palabra. Sin banco propio, con los años, hemos ido perdiendo incluso las grandes empresas. Y también la capacidad de promover y financiar la modernización de la Mendoza tradicional, junto con la creación de la nueva economía de la tecnología y el conocimiento. Muchas empresas importantes de Mendoza cerraron, se achicaron, se vendieron, o pasaron a manos de acreedores en las últimas décadas. El caso reciente de Impsa es el más emblemático. Pero debemos sumar a decenas de conserveras y a grandes empresas familiares agrícolas, líderes en exportaciones de productos.

Trabajadores pro minería, en el Carrusel de la Vendimia.

El debate sobre la "matriz productiva", es decir, de qué vamos a vivir en el futuro, pasa de largo cada año. Y la clase política, muchas veces presionada por el ambientalismo más extremo o por quienes son más hábiles en el "manejo de la calle", se ha ocupado en cada año electoral, de clausurar siquiera el debate sobre la posibilidad de hacer minería metalífera en Mendoza. Tenemos una cuenca de cobre tan rica como la chilena. Pero los empresarios rusos que compraron el fallido proyecto San Jorge congelaron la mina hasta que la clase política mendocina decida qué hacer, aún con la ley 7722 vigente y tan pétrea como los muchos monumentos que tiene la provincia. En ese proyecto de cobre, la separación de los materiales era por flotación. Sin cianuro.

Hay provincias que llevan años avanzando en la promoción de la nueva economía. En sembrar semillas de "unicornios" tecnológicos, de empresas B que conjuguen el negocio, con procesos amigables con el ambiente y la sociedad. En Mendoza hay sólo una empresa capaz de competir en el desarrollo de software con sus pares de la India, por el mercado de Estados Unidos.

¿Qué modelo educativo necesitamos? ¿Mendoza necesita más abogados, o más ingenieros y profesores de ciencias duras? ¿Qué profesionales debemos formar para la economía y el trabajo que vendrán dentro de cinco, diez y veinte años?

La relación con Nación, en tanto provincia fuerte de dos millones de habitantes y la más importante de Cuyo, debe ser otro punto de debate, más allá del color de cada gobierno de turno. Córdoba ha logrado un "cordobesismo" político que le ha reportado grandes dividendos en su relación con Nación, sin que importase el poder asentado en la Casa Rosada. Neuquén y La Pampa, también. Mendoza también debe recorrer ese camino en defensa de los intereses de todos los mendocinos.

Minería, modelo productivo, ambiental, educativo, la priorización de la obra pública, un banco provincial, aprovechamiento del mercado para lo que ya hacemos, desarrollo de nuevas industrias, promoción de start-ups. Ser Napa Valley, o Silicon Valley, o ambos tal como conviven en California. ¿Cuál será el primer "unicornio" (empresas de valor de más de mil millones de dólares en su etapa inicial)? Mercado Libre y Despegar, por ejemplo, lo son. ¿Cómo afrontar la pobreza en las zonas urbanas de Gran Mendoza? ¿Qué hacemos con los miles de jóvenes "ni-ni" (ni estudian, ni trabajan) que deambulan por el territorio mendocino? ¿abandonamos o perseveramos con el sueño de que nuestro corredor bioceánico sea el segundo "canal de Panamá", y que una parte de Mendoza se convierta en un parque logístico del comercio internacional a Asia? ¿Queremos más casinos, o menos? ¿Más grandes hoteles, o pequeños alojamientos top, de alto valor? ¿agregamos valor y exportamos la fruta de una buena vez? ¿O cedemos para siempre y loteamos las fincas para desarrollos inmobiliarios? ¿Plantamos más, o menos, y de qué...? ¿Hay que reformar la Constitución de Mendoza? ¿Con qué fines? ¿Qué hacemos con el agua?

Creemos que esta es una grilla de algunos asuntos fundamentales para el desarrollo de Mendoza. Y que ante la oportunidad de una elección nada menos que de gobernador, los partidos políticos y frentes electorales deben comenzar a dar pistas sobre qué piensan hacer, con qué recursos, y cuál será el rumbo. Es la exigencia mínima, luego de más de 20 años de estar debatiendo sobre ejes parecidos, sin lograr grandes avances.