Un paisaje imponente en Malargüe sorprende con murallas naturales, senderos, camping y una de las leyendas más famosas del sur mendocino.
Las formaciones rocosas que emulan castillos gigantes en Mendoza
En el sur de Mendoza existe un escenario que parece salido de un cuento medieval: los Castillos de Pincheira, una enorme formación rocosa que se levanta sobre el valle de Malargüe y que, vista a la distancia, asemeja torres, murallas y almenas creadas por la naturaleza. Ubicados a solo 27 kilómetros de la ciudad, se convirtieron en uno de los paisajes más impactantes -aunque todavía poco conocidos- del turismo aventura.
El acceso se realiza por la Ruta Nacional 40 y un desvío hacia la Cordillera de los Andes, por un camino de ripio transitable para cualquier vehículo. Al llegar, el paisaje cambia de forma abrupta: pastos verdes, álamos y el río Malargüe enmarcan la base de estas moles volcánicas de más de 60 metros, dentro de un Área Natural Protegida que preserva la flora, la fauna y el característico silencio del lugar.
El predio cuenta con un camping equipado con asadores, mesas y una pequeña proveeduría, además de una caminata autoguiada que lleva hasta la base de las formaciones.
Desde allí es posible subir por senderos señalizados y obtener vistas panorámicas del valle. También se ofrecen cabalgatas, zonas de descanso y, para quienes buscan comodidad, un glamping con domos calefaccionados y desayuno campestre, perfecto para una noche bajo las estrellas.
A la belleza natural se suma una leyenda que alimenta el aura mística del sitio. Se dice que los hermanos Pincheira, bandoleros que actuaban en tiempos de la independencia, utilizaban estas rocas como escondite para huir de sus perseguidores. Algunos puesteros afirman que, en noches muy silenciosas, aún pueden escucharse ecos de esa historia que mezcla mito y tradición malargüina.
Además de su atractivo visual, el origen geológico explica su peculiar forma: antiguas erupciones volcánicas, erosión de viento y agua, y la gran amplitud térmica de la zona modelaron estas paredes areniscas que hoy parecen castillos. Un rincón único de Mendoza que combina aventura, naturaleza y una estética que enamora a fotógrafos y viajeros.
También te puede interesar: Escapada a Cabo Vírgenes: naturaleza salvaje en el inicio de la Ruta 40



