El oasis secreto en medio del desierto al que pocos llegan en Mendoza

A pocos kilómetros de la ciudad, este rincón natural deslumbra con agua, vegetación y fauna autóctona, aunque exige una caminata desafiante y cuidados especiales.

El oasis secreto en medio del desierto al que pocos llegan en Mendoza

Por: Martín Arrojo

En medio del árido paisaje mendocino existe un oasis que pocos conocen y que sorprende por su belleza inesperada: la Laguna de los Cangrejos, también llamada Agua de las Cerrajas. 

El destino, cada vez más elegido por aventureros y viajeros locales, combina vegetación, cursos de agua y panorámicas que contrastan con el entorno desértico.

El acceso no es sencillo y forma parte del encanto. Tras avanzar por caminos de montaña, muchos visitantes deben dejar el vehículo "en una pendiente pronunciada" y continuar a pie. 

Desde allí, el recorrido demanda alrededor de 6 kilómetros hasta llegar a la altura de la antigua estación, ubicada a mano derecha, y luego otros 13 kilómetros por una huella marcada, aunque con tramos de dificultad. En el trayecto es habitual cruzarse con guanacos y disfrutar de vistas imponentes.

Entre los visitantes, se menciona que el camino revela "restos de la intensa actividad minera" que tuvo la zona. Al llegar, el paisaje cambia de manera abrupta: la laguna aparece como un espejo de agua rodeado de vegetación, un entorno verde que sorprende a primera vista y que se ha transformado en un punto de encuentro para quienes llegan desde Las Heras por la ruta 13 o desde Uspallata.

Pese a su popularidad, la laguna se encuentra dentro de un terreno privado, cuyos propietarios recuerdan que no está permitido hacer fuego y que es necesario mantenerse sobre el camino. La razón es simple: allí habitan diversas especies de flora y fauna, especialmente aves que encuentran en el lugar un refugio ideal. Lo más curioso del ecosistema es la presencia de cangrejos, un fenómeno poco común en paisajes de altura y que le dio nombre al sitio.

Para muchos, la laguna marca el final del recorrido y el inicio del regreso a la Villa. Otros, en cambio, se animan a continuar entre los cerros unos kilómetros más. Lo esencial es ir preparados: llevar suficiente agua, chequear el clima y respetar el entorno, ya que se trata de un ambiente que merece ser disfrutado sin dejar huella.

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