Si bien hay gente que ya tiene un hábito de bañarse en un determinado horario del día, hay recomendaciones puntuales.
El dilema: ¿ducha al levantarse o antes de dormir?
La decisión de cuándo ducharse es un ritual diario que, aunque parezca menor, ha polarizado opiniones e incluso despertado el interés de la ciencia.
¿Es mejor bañarse por la mañana para activarse o una ducha nocturna para garantizar el descanso y la limpieza antes de meterse en las sábanas?
La evidencia sugiere, según Gemini, la Inteligencia Artificial de Google, que ambos momentos tienen méritos bien definidos, pero la clave de la higiene y la salud cutánea podría estar en algo tan simple como la frecuencia con la que lavamos la ropa de cama.
La ducha matutina: energía y combate microbiano
Quienes optan por el baño al despertar, a menudo buscan ese impulso de frescura y energía. Según consigna la Cleveland Clinic, la exposición al agua por la mañana no es solo un acto de higiene, sino una forma de combatir la somnolencia, estimular la circulación y prepararse mentalmente para las actividades del día.
Sin embargo, el argumento matutino también tiene una sólida base microbiológica. La microbióloga clínica Primrose Freestone, de la Universidad de Leicester (Reino Unido), sostiene que, en términos de higiene, la ducha matutina podría ser más beneficiosa. ¿La razón? El cuerpo suda y desprende células muertas durante la noche.
Ver: El ritual de colocar un vaso de agua debajo de la cama: ¿qué significa?
"Si te duchas por la noche, te acuestas limpio y fresco, pero seguirás sudando durante la noche", afirma Freestone.
Estas secreciones nocturnas, que pueden sumar hasta medio litro de sudor, junto con miles de células cutáneas, se acumulan en la piel y la ropa de cama, sirviendo de alimento para las bacterias naturales del cuerpo (como el estafilococo). Son estas bacterias, al descomponer el sudor, las que liberan compuestos de azufre, responsables del mal olor corporal que podemos percibir al despertar. Ducharse por la mañana, por lo tanto, elimina esta carga microbiana y los residuos acumulados, permitiendo iniciar la jornada con una limpieza más efectiva.
La ducha nocturna: relajación y barrera contra alérgenos
Por otro lado, la ducha antes de dormir es la elección predilecta para aquellos que buscan un sueño reparador y la eliminación de la "suciedad del día". El argumento principal es claro: evita que el sudor, el polvo, la polución, el polen y otros contaminantes acumulados a lo largo de la jornada se transfieran a las sábanas. Esto es particularmente importante para personas con alergias o que viven en entornos de alta contaminación.
A nivel de descanso, la ciencia respalda la teoría. Un metaanálisis que revisó 13 estudios encontró que bañarse o ducharse con agua caliente durante 10 minutos, entre una y dos horas antes de acostarse, ayuda a conciliar el sueño más rápido. Se cree que el aumento y posterior descenso de la temperatura corporal actúa como una señal para los ritmos circadianos, induciendo una relajación que facilita la transición al descanso profundo.
El factor olvidado: la higiene de la ropa de cama
A pesar de las ventajas de cada horario, los expertos en higiene coinciden en un punto crucial que a menudo se pasa por alto: la frecuencia con la que se lava la ropa de cama.
La ducha nocturna ayuda, sí, a que nos acostemos más limpios, pero si las sábanas no se lavan periódicamente, se convierten en un reservorio de bacterias, hongos y ácaros del polvo que sobreviven durante semanas. Estos microorganismos encuentran su alimento en el sudor, las células muertas y los aceites de la piel, y su acumulación puede incrementar el riesgo de reacciones alérgicas y problemas dermatológicos.
"Probablemente sea más importante lavar las sábanas que ducharse por la noche", subraya Holly Wilkinson, profesora de la Universidad de Hull (Reino Unido). "Porque si te duchas y dejas las sábanas durante un mes, se acumularán bacterias, suciedad y ácaros del polvo".
Los especialistas recomiendan lavar las sábanas al menos una vez por semana para mitigar este riesgo.
La conclusión: flexibilidad y prioridades personales
La ciencia es contundente: no existe un único "momento ideal" para ducharse. La decisión final depende de las necesidades y el estilo de vida de cada persona:
¿Necesita activarse y controlar el olor corporal? La ducha matutina es su aliada.
¿Busca relajarse para dormir mejor y eliminar alérgenos diurnos? La ducha nocturna ofrece claros beneficios para el sueño.
Lo verdaderamente esencial, según los expertos, es mantener la constancia en la higiene básica, limitar la duración de la ducha (máximo 5 minutos con agua tibia, idealmente alrededor de 32C para no resecar la piel) y, sobre todo, no descuidar el lavado regular de la ropa de cama.
En definitiva, la elección entre el amanecer y el anochecer es suya, siempre y cuando el colchón y las sábanas también se beneficien de una buena "limpieza profunda".



