Se le atreve a todos (y todas). Pone más que oficio en sus casos. Una faceta desconocida de una mujer con vocación de servicio.
El costado no conocido de la Fiscal Claudia Ríos
Claudia Ríos seguramente hoy tiene un humor de perros. Más que simpatizante, la fiscal de Delitos Complejos es hincha incontenible de Godoy Cruz. Y por si fuera un tanto errática la campaña deportiva del equipo departamental, se le suma lo de ayer, en el partido que frente a Racing debió ser suspendido, por incidentes clásicos del balompié argentino. Además del malhumor tiene que estar soportando las cargadas de todos, allí en la oficina en la que trabaja, la Fiscalía de Instrucción 18. No es la única “tombina” que resiste el mal momento con estoicismo.
Y si es por estoico habrá que anotar la siesta en la que la fiscal me propuso un pic-nic. Había zonda. Siempre que hay zonda pienso lo mismo: en otra vida, quienes lo sufrimos, hemos vivido en Tahití. Antes -o después- de esta vida con zonda, la hemos pasado mucho mejor: más húmedos, con la piel menos cuarteada, respirando sal en vez de tierra, sin asma, pulmones marinos. O sea: regios.
Entonces, amigos, el zonda nos cubría, aunque en altura. Y ni siquiera el viento arruinó la canasta que Ríos había dispuesto con facturas y tortitas y delicias varias. Y tenía listo el equipo de mate. Con otra salvedad: yo he tomado, en mis 45 años, 2 veces de esa cosa. Mi onda con el mate es la misma que tengo con Wanda Nara: menos que cero. Apenas lo supo, la fiscal movió los hilos y a los pocos minutos hizo aparecer un termo con café.
Toda esta charla sucedió en una plaza. Onda “Verano del 98”, la teleserie medio hippie iracunda de fines del siglo XX. Muy inusual para quien debe lidiar, a diario, con casos que van desde lo más sórdido del policial, al fino arte de la evasión de la norma jurídica. La fiscal Ríos suele estar relacionada con los sucesos más mediáticos. Y en ese rol es reconocida hasta en el supermercado.
No cocina, salvo asados, que cuando los haga, les cuento. Además de los zapatos y sus perros, su otra gran pasión es aumentar su álbum de fotos con los jugadores y técnicos que pasan por el “Tomba”. Que nadie piense más que eso, lo advierto. En especial en un país donde las mujeres que salen o se casan con jugadores de fútbol devienen filósofas contemporáneas, protagonistas de novelas berretas de bajo presupuesto o pobres mujeres que flaco favor le hacen a la condición femenina (la lista es tan extensa que día a día engrosan estos decadentes anales de curiosidades argentinas).
no tacos, cero producción,
natural y espontánea.
- Tengo una primera pregunta que...
- (Interrumpe) ¿Es candente? (risas)
- No. Es inevitable, creo.
- ¡Para romper el hielo! (más risas).
- Tengo dos amigos y colegas que te conocen mucho porque trabajan temas policiales y judiciales. Uno me sugirió preguntarte lo siguiente: ¿si los tacos altos paralizan a los delincuentes?
- (Carcajadas) ¡No! Me encantan los tacos altos. Es que tengo el complejo de ser petisa. Y me gusta mucho usar tacos altos.
- Convengamos que te ha dado resultados usar tacos con los delincuentes.
- No, ¿por qué? Cuando empecé a trabajar ya usaba tacos altos. Hace 25 años. Ya me acostumbré a usarlos.
- ¿Son una prolongación del cuerpo?
- Es que soy muy baja (risas) Pero ya ves, ésta es mi estatura normal: mido un metro casi sesenta (más risas).
"Me encantan los tacos altos. Tengo el complejo de ser petisa"
- Capaz que es una fantasía mía, posiblemente. Pero me pongo en situación: estoy demorado, incomunicado, procesado, y oigo unos tacos viniendo con toda la papeleta. Yo sentiría que está viniendo alguien con poder.
- Jamás lo pensé así. Jamás. Uso tacos porque me encanta. He bajado cientos de escaleras. Me he metido en procedimientos, y a lo mejor ha sido incómodo. Pero siempre con tacos. Siempre hay un policía del que me pueda sostener (más risas).
- ¿Has entrado a cárceles?
- Sí.
-¿Hay un olor especial allí, qué onda ese ambiente?
- No.
- Has estado mucho en cárceles. Es parte de tu trabajo. ¿Ya lo tenés naturalizado?
- No. He ido a muchos lugares: Boulogne Sur Mer, Almafuerte. En épocas cuando era Fiscal de Maipú y Luján, así que en ese tiempo me incumbía todo lo que sucedía en Almafuerte. Siempre he ingresado a esos lugares con el respeto que uno debe tener con otra persona, fuera del antecedente, del motivo por el cual esté detenido. La verdad que nunca he tenido problemas. Al contrario: siempre he podido dialogar, establecer pautas.
"En las cárceles nunca he tenido problemas. Al contrario: siempre he podido dialogar, establecer pautas"
- ¿Te imaginabas desde chica que tu carrera iba a ir por ahí?
- La verdad es que yo empecé a estudiar Ciencias Económicas. Salí del Martín Zapata y estudié en esa facultad un año, nada más. En realidad, cuando empecé a cursar la materia de Derecho Público, una materia común en primer año, justamente me empezó a gustar. Ya después comencé a trabajar en el Poder Judicial, en el año 90. Siempre en materia penal.
- Entonces a los 10, 11 años, ni idea que querías ser abogada.
- Cuando era muy chica siempre me gustaba mucho tratar de organizar, de ser justa. Todas esas cosas que una ya tiene cuando es chica, de esa edad.
- Pero no imaginabas que desfilarías por algunas cárceles.
- No, no, no (risas).
- Y menos que trataría a diario con personas “complicadas”.
- No, ni lo pensaba. Fijate que yo quería ser médica. Y entre ser médica o ser abogada, lo ideal era médica forense (risas). Eso era siempre lo que más me tiraba. Y cuando empecé el colegio comercial es como que me castigaba, con ese perfil de pensar y decir: “tengo que seguir esto”. Y cuando empecé a cursar en la facultad, en Ciencias Económicas, la estatal, me cambió el panorama. Y y dije: “bueno, tengo que seguir lo que me gusta”.
- ¿Fue seguir el instinto?
- Sí. Y de hecho estuve trabajando solamente un mes en un Juzgado Civil. Lo que yo buscaba era irme de allí estar en la parte penal. Y estuve 20 días y ahí nomás, inmediatamente, me salió el traslado. Todos me decían: “¡vas a trabajar muchísimo, te vas a quedar fuera de horario!”. Me planteaban diez mil situaciones (risas).
Delito: "Lo que yo veo no es el aumento en sí, sino que ahora se han tornado los hechos más violentos"
- Una pregunta que quiero hacerte, según lo que produce la realidad de los últimos años.¿Está más organizada la delincuencia o la policía?
- (Piensa) Yo te cuento lo que yo entiendo. Habiendo sido auxiliar muchos años, hemos instruido muchas causas, hemos citado a muchas personas, analizado los delitos que investigamos. Lo que yo veo no es el aumento en sí, sino que ahora se han tornado los hechos más violentos.
- ¿Más truculentos?
- Muy violentos. E inclusive la edad de los presuntos imputados ha disminuido. Antes veías gente con una edad de 30, 35, 28 años. Y hoy se trata de chicos jóvenes y hasta menores, inclusive inimputables. Eso es lo que yo veo. Pero yo, en realidad, tengo mucho respeto…
- ¿No sabemos entonces si está más organizada la delincuencia o la policía?
- Estamos tratando con gente con mucha mayor violencia. Veo, hoy por hoy, mucho consumo de estupefacientes, muchas personas que están con una adicción o con alcohol. Entonces eso va cambiando la óptica. Y también se va preparando el personal policial para eso. Una cosa que yo admiro muchísimo, justamente, es el personal policial. Eso es lo que más me agrada: trabajo en equipo. Con vocación de servicio. Y así es como se van preparando, de acuerdo a las diferentes estadísticas o modalidades nuevas que se nos presenten. Y no es quién está mejor preparado o no.
- Lo pregunto porque hay redes de delincuencia que están cada vez mucho más organizadas, más compactas, con mejor logística. A veces, la percepción es que está más organizada la delincuencia que…
- (Interrumpe) No. Yo creo que tenemos que ir adaptándonos a las diferentes situaciones que se presentan. Antes vos no veías todas estas cosas, como el mayor consumo de estupefacientes. O tenés accidentes de tránsito en los que el conductor iba alcoholizado. O la cantidad de armas que se utilizan. Cada uno se tiene que ir adecuando y adaptando a las nuevas situaciones que se presentan. Yo realmente admiro mucho a la policía.
"Yo realmente admiro mucho a la policía"
- ¿Y desde lo tecnológico? Existe una problemática alrededor del ciberdelito que parece en alza. Y que además requiere, entiendo, de mayor inversión, logística, actualización.
- No hablemos del aumento del delito, sino de que cada vez se tornan vez más violentos. Hoy, si alguien te quiere sustraer un par de zapatillas, no sólo te apunta sino que te dispara, ¿entendés? Yo, esto, a lo mejor no es que no lo veía en la parte de la justicia de instrucción, pero es como que ahora lo veo en mayor cantidad.
- Has lidiado, respecto a lo que estás narrando, con casos que tuvieron mucha resonancia. Pienso en los del “Rengo” Aguilera y la “Yaqui”.
- No, con respecto a la “Yaqui”, no he tenido causa alguna. Yo sí estuve en causas del señor Aguilera, en causas de Araya, que son todas las causas que justo ingresaron en mi turno en la fiscalía.
- ¿Qué similitudes hay entre ese tipo de casos? Por ejemplo lo nombraste a Aguilera, Araya, a esta chica, la “Yaqui”.
- ¡Vos me los nombraste! Yo no los nombro, por las dudas. Delitos relacionados con dinero, no. Los hechos que he investigado no son por causas de narcotráfico.
- Lo que me interesaba es si tenemos un perfil de esta clase de gente violenta.
- No dije gente. Son los hechos los violentos. No digo personas violentas. Yo digo que son hechos violentos. Y me sacaste el tema de una persona específica. Si vos me preguntas, a Aguilera yo solamente lo investigué en el marco de un homicidio en grado de tentativa en relación a una persona.
- ¿Y hacer eso no te dio más miedo de lo habitual?
- No. No me da miedo. Yo investigo, para eso soy fiscal. O sea, uno investiga todos los delitos. Y siempre tiene que existir el respeto con la otra persona, sea un imputado, sea una víctima.
Para eso
soy fiscal"
- Estamos hablando del Rengo Aguilera, fiscal.
- ¿Y qué tiene que ver?
- Un barrabrava, pesado.
- No. Es una cuestión así: vos sos fiscal y vos tenés que investigar. Lo que sí debés guardar es el respeto por las instituciones, el respeto por las personas que están frente a vos. Explicás la situación, porque nosotros no andamos por la vida diciendo “ay, quiero esta causa o quiero imputar a tal persona...”. No, todo viene a nosotros. Y vos explicás y tratás y resolvés de acuerdo a las pruebas que se vayan incorporando a una causa. Él tendrá su defensa, presentarán pruebas y vamos viendo. Pero no, no sentís miedo.
- Hubo una serie de amenazas.
- (Interrumpe) Tuve una única amenaza. En su momento, me comunicaron que había una amenaza por parte del padre. Fue puesto en conocimiento del fiscal por el personal policial que recibió la amenaza. Y de hecho tuvimos que enfrentarnos en un debate, en el que él estuvo presente. Y yo pedí retirarme, porque estaba actuando como co-ayudante del Fiscal de Cámara, por una cuestión de respeto, ya que cada uno tenía una situación en un proceso.
- Insisto: ¿no sentiste más miedo del habitual?
- No, no siento miedo. Vos investigás, analizas las pruebas que se ofrecen, se respeta el derecho la defensa, se respeta lo que ellos dicen. Pero, bueno, para eso estamos nosotros en este cargo. Tenemos que investigar los hechos que nos traen a conocimiento.
- ¿Te gusta toda esa parte del armado de rompecabezas y las piezas sueltas que luego van encajando?
- Claro, ¿viendo las pruebas?
- Claro.
- ¿Para poder determinar si es o no el responsable?
- Sí. ¿Te gusta eso?
- Sí, me gusta mucho. Lo bueno es trabajar con un gran equipo, como el que tengo.
"La Unidad Investigativa de Delitos Complejos que trabaja con los 3 fiscales es un gran equipo. No es “la fiscal Ríos”.
- ¿Hay que tener cabeza muy fría para eso?
- No, lo bueno es trabajar en equipo. Hoy, la Unidad Investigativa de Delitos Complejos que trabaja con los 3 fiscales, es un gran equipo. No es “la fiscal Ríos”. Detrás hay un equipo, sino nada funciona y no resolvemos y no dictaminamos como corresponde. En este grupo hay policías, auxiliares, secretarios, ayudante fiscal, prosecretario. Obvio que me encanta investigar. Me gusta. Soy una persona que está muy a gusto con ese trabajo.
- Entonces sos curiosa.
- Mucho, sí. Me gusta investigar. Sí, me encanta saber todo.
- ¿Hay cosas que hubieses preferido no saber nunca?
- No, nunca he pensado eso.
- No estoy pensando en nada específico, pero hay veces que uno tiene límites. Propios o ajenos.
- No, nosotros investigamos hasta donde debe ser. Es así.
"No tengo presión de ningún tipo. Trabajamos tranquilos, con la libertad que corresponde y de acuerdo al límite legal que se impone"
- ¿Siempre estás cruzada por presiones?
- Mirá, lo bueno que uno tiene es la libertad para trabajar. Obviamente, hay de todo. Pero no tengo presión de ningún tipo. Nosotros trabajamos tranquilos, con la libertad que corresponde y de acuerdo al límite legal que se impone. Uno puede tener, a veces, la convicción íntima de decir “no, para mí esto es así”. Pero no tengo las pruebas. Y si no tengo las pruebas, no puedo decir o imputar o decir esta causa se eleva a juicio contra tal persona. Sin pruebas no lo puedo hacer.
- ¿Me estás diciendo que no te puede “apretar” ni un policía, ni un político, ni un colega, ni nadie?
- No. A mí nunca me ha pasado. A mí nunca me ha pasado con el verdadero sentido que vos le decís “apretar”.
- ¿Sos “inapretable”?
- No, no me gusta esa palabra: “inapretable”. Qué significado le das a la palabra “apretar” y yo te respondo.
- “Apretar” es que te presionen, que te llamen...
- No, no.
- O que te digan lo que tenés que hacer.
- Jamás, jamás.
- O lo que te “conviene” hacer.
- (Piensa) Inclusive nosotros tenemos un procurador, que es el jefe de todos nosotros. Y obviamente marca toda la libertad para trabajar, con la responsabilidad que uno debe tener. Jamás en la vida me ha pasado lo que me decís. Jamás, en los 25 años que tengo de servicio en la Justicia.
-¿La justicia provincial, ¿debería tener más incumbencia en el tema drogas?
- Lo que pasa que nosotros, al tema de drogas, no lo investigamos.
- Por eso lo pregunto.
- Yo no puedo hablar si no tengo conocimiento de cómo trabaja la Justicia Federal.
- Pregunto ¿no debería ya, a esta altura, tener la justicia provincial...?
- (Interrumpe) ¡Ah! ¿Vos decís que tomemos la competencia?
- Eso es lo que planteo, sí.
- Me parece perfecto que tenga competencia federal (sonríe). Igual acordáte que nosotros cuando advertimos algún delito de estupefacientes remitimos compulsa, pero seguimos investigando todo. Pero no. Yo creo que así está bien.
- ¿No es necesario que la provincia tenga un sistema...?
- (Interrumpe) Es que si vas a tomar el tema de drogas, es tomar todo lo que es drogas. No es el tema de un vendedor o lo que fuera. Estamos hablando...
- (Interrumpo) Justamente. Somos una provincia que tiene un paso de fronteras internacional. No es una cosa de locos lo que digo.
- No, a mí me parece que la competencia federal está bien.
- ¿Funciona?
- Y me imagino que funciona.
- ¿Cómo nació tu admiración por la doctora Kemelmajer?
- Muchos dicen que yo la admiro. Y es cierto. Pero yo realmente admiro a mucha otra gente más. Si me decís en el plano laboral, a quien admiro es a una persona que fue juez mío, juez de instrucción, que es el doctor Carlos Benegas. Es una persona de la que aprendí muchísimo. Y es la persona a quien yo admiro. Y hasta el día de hoy sigo por ahí comunicándome con él. Es la clase de persona que deja, enseña, explica.
- ¿Fue tu gran formador?
- Sí, sí. Yo fui auxiliar de él, después fui secretaria en ese juzgado. Y ya después pasé a secretaria de Cámara. Es una persona con la cual actualmente dialogo y es un referente. La labor de la doctora Kemelmajer, la verdad, que me gusta mucho. Todos los planteos, todas sus obras. Pero si me decís un referente laboral, quien me enseñó cómo se desarrollaba una investigación, fue Carlos Benegas. Un hombre maravilloso como persona y excelente en su profesión.
"Yo no espero algo de la gente. Al contrario, yo lo que sí espero es darle una respuesta a la sociedad"
- Pensemos en lo que sucedió con Nisman. ¿Sentís que hay una especie de reconocimiento de la sociedad con estas tareas?
- Esto es vocación de servicio. Uno lo hace con vocación y con compromiso. No espero el agradecimiento ni espero que me reconozcan. Uno hace lo que debe y lo que corresponde. Esa es mi forma de actuar. Yo no espero algo de la gente. Al contrario, yo lo que sí espero es darle una respuesta a la sociedad de todos los hechos que vienen a conocimiento nuestro y que tenemos que investigar.
- Sos muy conocida. ¿Eso te sorprende?
- Y, lo que pasa es que por ahí, todos los hechos de trascendencia han ocurrido cuando he estado de turno. Siempre les digo a los otros fiscales: “¡Justo a mí, que estoy de turno! (risas). ¡Y me pasa de todo! (más risas). Pero a ver, no es que una sea conocida. O quizá no tomo conciencia. Yo voy así nomás al supermercado. La verdad que uno no presta atención a eso. Simplemente sí sé que he estado en muchos hechos y mucho en los medios, por casos de gran impacto en la opinión pública.
- Hay una estadística que siempre la he hablado con dos amigos y colegas de Policiales. Esto lo sé por ellos, por Roly López y Oscar Guillén. Para mí siempre es asombroso. ¿Por qué aumenta la tasa de crímenes en enero, especialmente, y durante todo el verano?
- ¡Yo estoy de turno en enero! (Carcajadas). ¿En enero? No sé por qué puede ocurrir. En realidad la cantidad aumenta mucho en la época de las fiestas. Es como que toma una parte desde el 22 de diciembre. No quiero decir aumento, sino que diría una mayor cantidad de delitos. No le encuentro respuesta. (Piensa) Por ahí, quizá, lo que sucede es que son momentos donde uno hace evaluaciones de su vida. Pero no lo sé.
- Voy a tratar de mostrar las estadísticas, porque el fenómeno es notable.
- Sí, yo lo noto, porque estoy de turno (risas) Este año no me va a tocar trabajar en las fiestas. Voy a zafar. Este año, al menos (ríe).
- Tratas a diario con personas de todo tipo: desde estafadores a proxenetas o mujeres golpeadas. ¿Cómo hacés para salir de esa realidad?
- Lo que pasa que vos te mantenés en la estructura en la que estás trabajando. Si vos me decís: ¿te conmueve? Obvio. No sólo estoy viviendo esa parte de la realidad, sino que trabajo para solucionarla. Al menos en tratar de dar una respuesta a víctimas. Pero trato de no llevarme el problema a mi casa.
- ¿No te lo llevás?
- (Ríe) Varias veces me quedo pensando. En esos casos, ¿qué es lo mejor que te puede pasar? Llegar a tu casa y tener la tranquilidad de tu familia. Eso me saca la tensión. Trabajamos con tensiones en el sentido que hay mucho trabajo y le ponemos tanta garra que a veces pasan las horas y no nos damos cuenta. Muchas veces llego a las 11 de la noche, desde la mañana. Es también la ansiedad de poder dar una respuesta, ya sea recuperando las pruebas o teniendo las pruebas que de otra manera se podrían perder. -
- ¿Tu colega, Daniel Carnielo me dijo hace meses en una entrevista que había tenido un caso en el que no había podido demostrar que un tipo había matado a otro. Todos sabían que era culpable. Pero nunca lo pudo demostrar.
- A mí, lo que me desespera, por ejemplo, es decir: “Tengo que reunir más pruebas: ¿qué hacemos?". Es que llega un punto que vos decís: “¿qué más tengo que reunir?”. Y ahí me desespero. Yo tengo no sé si es un defecto… no, es un defecto, pero es una virtud: quiero todo rápido, quiero las cosas ya. Entonces como que me desespero porque pasa el tiempo y veo a la gente y me digo: “tengo que dar una respuesta”. Y pasa el tiempo y a veces no la tenemos.
- O sea, ¿te obsesionás?
- Sí, sí, sí, pero ojo, la presión se la paso a todo el personal, a toda la gente. Los vuelvo locos en dos minutos.
- ¿Son los casos de violencia de género y maltrato infantil los que más te conmueven?
- Son muchos y varios los casos en esa categoría. Hoy hay muchos casos de violencia de género que se denuncian. Entonces tenemos que estar preparados. Que se sepa que primero la mujer puede tener, no solamente la protección, sino que hay muchas instituciones donde se las puede contener. No sólo psicológicamente. La fiscalía está preparada para hacerlo.
- ¿Es importante que seas mujer para que esto sea más fluido?
- No. Yo creo que todos estamos siempre preparados para esta situación. Con una mujer es el mismo trato y la misma predisposición que con un hombre o cuando hay un niño abusado. Sabemos qué es lo que hay que hacer en los primeros momentos, que son los más importantes.
más que goles
toda vez que juega
el Tomba de local.
- ¿Vas siempre a la cancha?
- Mirá: Godoy Cruz es un sentimiento, que no puede parar (risas)
- ¡Eso es lo mismo que dice Cornejo!
- Sí (risas). Seguro, porque él se sienta cerca mío en la cancha. Estamos todos gritando, ahí nos conocemos todos, con la efusividad de cada uno.
- ¿Gritás los goles?
- Grito, sí, mucho.
- ¿Decís malas palabras, también?
- Sí, no puedo decir que no. Es verdad. Grito, pero grito demasiado. Todo el mundo se da cuenta que grito. Yo soy socia de Godoy Cruz. Es más: me encanta que termine el partido y esperar a que salgan los jugadores y sacarme fotos con ellos. Soy muy…
"Me encanta que termine el partido y esperar a que salgan los jugadores y sacarme fotos con ellos"
- ¿Muy botinera? No lo creo.
- No. Me gusta el equipo. Y me he sacado fotos con tantos técnicos porque han cambiado tanto (carcajadas). Me encanta el fútbol y me encanta gritar. Y si me preguntas si insulto, no puedo mentir. Sí, lo hago.
"Allí no soy fiscal. Y tengo derecho a ser una mujer también. Antes no iba a la cancha. Y después dije: ¿por qué no?"
- Y cuando un árbitro se pone a favor del otro equipo. ¿Qué le gritas? "¡Que se haga justicia, estimado juez!!
- (Carajadas) ¡Ojalá dijera eso! ¡Ojalá dijera que se haga justicia! (carcajadas). No soy ordinaria en la cancha. Lo que pasa es que allí no soy fiscal. Y tengo derecho a ser una mujer también. Antes no iba a la cancha. Y después dije: ¿por qué no? Y me encanta. En el verano me voy con la remera del Tomba y en invierno me pongo la campera, pero no se ve. Entonces me pongo una bufanda que me regaló uno de los chicos que trabaja conmigo. Que dice “Tomba”. Y me la pongo así abierta para que se vea bien.
"Soy soltera. Mi pareja falleció de cáncer. Yo estuve 15 años de novia con él"
- ¿Puedo hacerte una pregunta indiscreta?
- ¿Por qué va a ser indiscreta? Dale. Me preparo (risas).
- ¿Por qué sos soltera? Candidatos no deben haberte faltado.
- Tengo una historia de vida. Sucede que mi pareja falleció de cáncer. Yo estuve 15 años de novia. Y por lo que pasó también ahora estudio psicología. Estuve muchos años de novia, 15 años casi. Y 14 años convivimos con esa enfermedad. Y Raúl falleció en el año 2000. Ahora obviamente no digo que voy a cerrar los ojos o cerrar mi corazón. No se ha dado. Y la verdad es que aquel fue un amor fuerte. Cuando vos amás a alguien hacés todo. Y lo acompañé en todo el proceso.
- ¿Cuál fue su cáncer?
- Él tenía un meduloblastoma, eso es un tumor en el cerebro. Sigo todavía comunicándome con la familia. El amor más puro es eso, es lo que teníamos. Capaz que me vuelvo a enamorar, no lo sé. A la edad que tengo no creo. Pero si tuviera que hacer nuevamente todo lo que hice por amor lo haría una y mil veces más. La verdad que la peleamos. Falleció un mes antes de casarnos.
- No sabía nada de esto. Disculpame. No lo hubiera preguntado.
- Yo lo hablo naturalmente. Nunca pensé que iba a pasar. ¿Por qué empecé a estudiar psicología? A mí me gustaría colaborar en el acompañamiento a personas con tratamientos oncológicos o con tratamientos agresivos. Y acompañar también a los familiares. Es muy importante eso. Hay mucha gente que no tiene los recursos y los tratamientos oncológicos son muy caros. Y el acompañamiento psicológico es importante. Porque según cómo esté la persona anímicamente es cómo da resultados los tratamientos que aplican.
"A veces no nos alcanzaba el dinero y mi padre trabajaba horas extras para pagarnos la facultad?
- ¿Sos una luchadora, una guerrera?
- Yo vengo de una familia con condición nada holgada. Nosotros en casa siempre hemos trabajado. Y me enseñaron mis padres a seguir adelante, a pelear y a buscar lo que te gusta y a hacerlo con mucha vocación. Siempre admiré mucho a mis padres. Nos dieron esa fuerza de seguir adelante. A veces no nos alcanzaba el dinero y mi padre a lo mejor trabajaba horas extras para pagarnos la facultad. Nos costó mucho. Y después me tocó conocer a Raúl. Y él siempre me decía: “si te gusta abogacía, ¿por qué no lo hacés? Prometeme que te vas a recibir, prometeme”. Y, bueno, lamentablemente no me vio recibida: falleció cuando me quedaban 3 o 4 materias. Y la verdad que también me costó aprender a vivir sola. Y a nivel pareja puedo rescatar que fui amada y que amé.



