Drones para el agro mendocino: ¿tecnología accesible o un "sueño caro"?

Aunque no es masivo, el uso de drones para fumigar, sembrar o monitorear campos crece en Mendoza. Con el impulso del INTA, la experiencia de empresas y el interés de productores la tecnología aérea sobrevuela y promete nuevas alternativas.

Drones para el agro mendocino: ¿tecnología accesible o un "sueño caro"?

Por:Martín Arrojo
Periodista

Hace unos años, los drones sólo representaban una novedad tecnológica que se usaba poco y casi siempre con fines experimentales en el agro mendocino. Sin embargo, gracias a nuevas leyes, avances en la investigación y mejoras técnicas, estos equipos no tripulados ganaron cada vez más protagonismo. 

En el sector, muchos no solo reconocen la tendencia, sino que ya hablan de un verdadero "boom". Sin embargo, también hay voces que "bajan la espuma" y advierten que el desarrollo de los drones agropecuarios avanza más rápido que la capacidad de adopción de los productores locales. En concreto, su crecimiento es evidente a nivel nacional y Mendoza, no se queda atrás.

En la práctica, existen dos grandes tipos: por un lado, los drones aplicadores -los más utilizados hoy- que permiten pulverizar productos fitosanitarios, fertilizar e incluso sembrar.  Por otro, los drones de monitoreo, equipados con "cámaras multiespectrales" que capturan imágenes aéreas (NDVI) y prometen una "agricultura de precisión". 

Según pudo corroborar el Post, la demanda de drones se concentra en el Este provincial y el Valle de Uco, especialmente en cultivos como la vid, el ajo, la papa y la cebolla. "La realidad es que esto avanza a pasos agigantados, tiene muchas aplicaciones y, en el futuro, todo indica que estas tecnologías llegaron para quedarse", adelantaron a este diario desde el INTA.

Investigación y aplicación

En Mendoza, el INTA ha sido clave para sentar las bases del uso agrícola de drones. Desde hace más de siete años se realizan ensayos en diversos cultivos. Según Alejandro Jesús García, técnico del organismo, "la tecnología evolucionó mucho: empezamos con drones de 10 o 20 litros y hoy trabajamos con modelos de hasta 100 litros".

"La velocidad de la tecnología supera incluso la capacidad de análisis", agregó. "Necesitamos más tiempo para medir el verdadero impacto. Pero la pulverización con drones ya es una realidad concreta que utilizan muchos productores locales". Sobre los costos, señaló: "Si se hacen números finos, la pulverización con drones puede ayudar a economizar".

Desde la Municipalidad de San Martín, en el Este provincial, también apuestan a esta tecnología. Julio Acevedo, director de Desarrollo Económico, destacó que aunque los productores todavía no tienen margen para grandes inversiones, "el interés es altísimo". Contó que vienen trabajando junto al INTA en capacitaciones y talleres, tanto para productores como para jóvenes que buscan formarse como pilotos de drones.

Si bien reconoce que esta herramienta puede generar nuevas salidas laborales, advirtió: "Hay que dimensionar la oferta y la demanda para no sobre-poblar una salida laboral que no tenga dónde trabajar". Además, remarcó que al menos en la zona Este la mayoría de los productores prefiere contratar el servicio -como ya ocurre con los aviones- en lugar de comprar sus propios equipos. 

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Por último, mencionó que también analizan usos alternativos, como emplear drones "camuflados" para combatir la plaga de las catas, que afecta a productores de la región. 

En esta línea, Facundo Calderón, también técnico del INTA, explicó al Post que si bien el "boom" actual se debe principalmente al uso de drones aplicadores, también se avanza en el uso de drones más pequeños, similares a los comerciales, pero equipados con cámaras multiespectrales, para tareas de monitoreo que pueden generan mapas de vigor, estimaciones de rinde, control de ganado, detección de enfermedades y zonas con exceso o déficit hídrico, entre otras funciones.

Aunque su adopción es menor, estos permiten ajustar fertilización, estimar rindes y optimizar la cosecha. "Son tecnologías en desarrollo que aún se están ajustando. Al registro de imagen hay que enseñarle al sistema a interpretar esos datos", explicó.

Datos sobre el servicio 

Carlos Motta, dueño de una empresa del rubro que lidera junto al ingeniero agrónomo Andrés Riquelme, explicó al Post que la tecnología avanza a un ritmo vertiginoso: "El año pasado el modelo T-40 era lo último en innovación y hoy ya trabajamos con el T-100".

Comentó que utilizan principalmente drones de la línea "DJI Agro", que permiten aplicar productos sólidos o líquidos, como fertilizantes pre-emergentes, herbicidas o agroquímicos en general. Y subrayó: "Como empresa, recomendamos siempre el asesoramiento de un ingeniero agrónomo. Se nota la diferencia cuando no lo hay".

Motta destacó que el principal aporte de los drones es la velocidad de trabajo: "Con un T-50 se pueden pulverizar entre 60 y 70 hectáreas en una jornada de 8 a 10 horas, lo que con maquinaria terrestre llevaría dos días". 

También señaló que se reducen los riesgos, ya que el único operador humano es el piloto, quien debe mantener siempre contacto visual con el dron, según exige la normativa. "Generalmente se trabaja con un ayudante que prepara las mezclas, mientras el piloto configura el mapa de vuelo, la altura, velocidad, cantidad de litros por hectárea y el tamaño de gota que se desea aplicar".

A su vez, Motta aseguró que el uso de drones ya no es una novedad, sino una herramienta consolidada en Mendoza, especialmente útil ante condiciones climáticas adversas: "Cuando llueve o hay barro y no se puede entrar con maquinaria, el dron vuela igual. El domingo nos llamaron para trabajar 130 hectáreas después de una lluvia".

De esta manera, los productores agrícolas "vuelven a mirar al cielo": lo que hasta hace pocos años era una novedad llamativa, hoy se convierte en una alternativa concreta para muchos. Aunque su implementación sigue siendo costosa, los drones prometen ampliar las posibilidades del agro.

Sobre los precios, el rango es muy amplio, dependiendo de la marca, la capacidad de almacenamiento y la autonomía en vuelo, entre otros detalles. En términos generales, según un sondeo de este diario, hay drones fumigadores que se pueden comprar entre los 5.000 y 25.000 dólares aproximadamente.

En cuanto a la contratación del servicio de aplicación con drones, un relevamiento rápido en Mendoza indica que el costo promedio oscila entre 35 y 40 dólares por hectárea, variando según la cantidad de superficie y las condiciones específicas del trabajo.

En cuanto a la legislación, a mediados de 2024 el Gobierno nacional publicó el decreto 663/2024, que desregula el uso de drones en zonas rurales y permite operarlos sin autorización previa. La medida generó expectativas en Mendoza por su potencial. Sin embargo, Carlos Motta, de Smart Growth, advirtió: "En realidad cambió y no cambió. Los drones agro siguen necesitando licencia. Lo que se flexibiliza es para drones comerciales, que ahora se pueden volar sin licencia, pero no con fines comerciales".

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