Los fallos judiciales contra el Estado suelen venir cargados de cifras colosales. Se leen, se comentan y se archivan. Pero pocas veces se entiende qué significan en la vida real.
El "error" de Kicillof le costaría 350 dólares a cada argentino
Unos 350 dólares por cabeza. Ese sería el costo individual si la condena por la expropiación de YPF se repartiera entre todos los habitantes del país. No es una propuesta ni una provocación fiscal: nadie va a pasar la gorra para cubrir el fallo. Pero esa cifra ayuda a dimensionar, de manera concreta, el tamaño del error cometido en 2012, cuando el Estado decidió estatizar YPF sin respetar el estatuto de la compañía.
Los fallos contra el Estado suelen llegar acompañados de cifras con muchos ceros y nadie entiende nada. Los números son tan grandes que se vuelven irreales: se transforman en una discusión de expertos, de funcionarios y de abogados. Pero ese dinero sale de algún lado, y tarde o temprano, impacta en todos.
La expropiación pudo haberse hecho dentro del marco legal. Pero el apuro político y la soberbia pudieron más. El entonces viceministro de Economía, Axel Kicillof, ignoró lo que establecía el estatuto de YPF: debían lanzar una oferta pública no sólo para los accionistas mayoritarios, sino también para los minoristas. No lo hizo y la cuenta llegó: 16.000 millones de dólares.
Vale aclarar que esta condena tuvo lugar hace años, y que la novedad que se conoció este lunes es que la jueza Loretta Preska falló que la petrolera puede ser considerada "alter ego" del Estado argentino. ¿Qué significa esto? Que los querellantes no sólo podrán embargar fondos públicos, sino también activos de la "compañía de bandera".
Volviendo a la cuenta inicial, una familia tipo de cuatro personas debería poner 1.400 dólares. Otra vez: no porque alguien se los vaya a cobrar, sino porque es la única forma de tomar dimensión del agujero. De traducir lo incomprensible a algo terrenal.
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Por eso, la próxima vez que se anuncie un fallo millonario contra el Estado, conviene hacer la cuenta. Porque 350 dólares por cabeza no es una metáfora. Es el tamaño exacto de un error político que ahora pagamos entre todos.



