Bitcoin: 60 días a la baja y el criptomundo entra en pánico

El aumento de las tasas en Estados Unidos y un estallido social en Kazajistán hunden más el precio en los últimos días. 

Bitcoin: 60 días a la baja y el criptomundo entra en pánico

La primera semana de enero arrancó con gran revuelo y pánico en el mundo de las criptomonedas. Su Majestad Bitcoin, aceleró su caída en la cotización diaria, llegando a rozar el piso de los U$S 40.000. El último día del año pasado, hace nada de tiempo, cotizaba por encima de los U$S 47.000 y hace dos meses había llegado a U$S 69.000. Como era de esperar, su descenso arrastró al resto de las miles de criptomonedas.

¿Qué está pasando? Las causas, como siempre, son múltiples y oportunas para una explicación y tienen que ver con acontecimientos económicos y políticos de las últimas horas. 

¡Pero, ojo! Porque la caída del precio no arrancó ayer, ni el primero de enero. La caída de Bitcoin arrancó el 10 de noviembre pasado. 

Hace 60 días que el precio de Bitcoin viene cayendo, marcando una clara línea de tendencia a la baja, por su puesto con oscilaciones, porque todo precio oscila por la naturaleza de la oferta y la demanda, pero siempre, perforando los pisos de cotización anteriores. 

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Veámoslo en detalle, tomando como referencia los precios registrados en el exchange de Binance. El 9 de noviembre Bitcoin concluyó un impactante raid alcista del 70% en solo 43 días, alcanzando un precio de U$S 69.000, tendencia que había arrancado el 28 de septiembre pasado cuando tocó un piso de U$S 40.700. 

Pongámoslo en dinero para que se entienda fácil: si un inversor compró BTC por U$S1.000.000 (un millón) ese día de setiembre y vendió el 9 de noviembre, obtuvo una ganancia de U$S700.000.

Luego comenzó a bajar: el 15 de noviembre no superó los U$S 63.617; el 25 de noviembre su precio máximo fue de U$S 59.150; el 3 de diciembre vino el primer sacudón, no cotizando más allá de los U$S 53.800 y lo que fue mucho peor, perforando el piso de su valor más bajo de ese día con U$S42.000. Desde allí mostró una leve recuperación que al final no rompió la tendencia y concluyó en este nuevo derrape que el 7 de enero hocicó los U$S 40.501, casi el mismo valor desde donde pegó el último salto ganador en septiembre. 

¿Era obvio este fuerte descenso de Bitcoin? No, porque el mercado cripto es muy cambiante y sensible a los acontecimientos diarios como se puede notar en el ritmo del precio. Pero la tendencia a la baja estaba allí, en los gráficos de cotización diaria a los que tiene acceso cualquier mortal que invierte desde U$S 10 en adelante. Y no fue la primera vez. En abril del año pasado ocurrió algo muy parecido. Bitcoin trepó constante en los primeros cuatro meses marcando récord en los U$S 64.854 para venirse abajo como una piedra un mes después hasta los U$S 30.000. 

Uno de los detonantes de la caída es el aumento de combustibles en Kasajistán

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En esa ocasión las culpas fueron adjudicadas al multimillonario Elon Musk que le bajó el pulgar temporalmente a Bitcoin y a la prohibición en China del minado y comercialización de la criptomoneda que dejó allanamientos y gente presa. En el gigante de Oriente estaba el 35% de la minería mundial de BTC. 

¿Y de quien fue la culpa ahora? Diversos analistas de Forbes, Cointelegraph, Coindesk y otros sitios web especializados señalaron el estallido social ocurrido por el aumento de las naftas en Kazajistán como uno de los detonantes. 

¿Y que tiene que ver la crisis de esta nación euroasiática y petrolera, cuya frontera limita con China y con Rusia? Que en su territorio se instalaron hace unos meses una buena parte de los mineros de Bitcoin que tuvieron que huir obligados de China y que convirtieron a Kazajistán en el segundo país del mundo con mayor minería de BTC. 

El problema fue, que el estallido social derivó en un apagón total de internet y sin la web no hay forma de hacer minería para obtener nuevos Bitcoin. A muchos inversores no les gustó ese flanco débil sobre el que al parecer no habían reflexionado antes y empezaron a sacarse los BTC de encima. 

El otro detonante, fue el giro y anuncio de la FED, la Reserva Federal de Estados Unidos, anticipando que este año aumentará tres veces la tasa de interés del Tesoro norteamericano. 

Ya está comprobado en la práctica, que cada vez que Estados Unidos sube las tasas de sus bonos del Tesoro, con la idea de captar dólares, la cotización de Bitcoin baja con fuerza y hasta puede quedar estancada.

El punto, es que Estados Unidos cerró 2022 con una de las tasas de inflación más altas de su historia, del 6,8% anual y en consecuencia, la FED, lo que en la Argentina vendría a ser el Banco Central, aumentará la tasa de interés para absorber dólares y sacarlos de circulación porque al parecer hay demasiado billetes verdes dando vuelta en el gigante del Norte, billetes que sirvieron en los dos últimos años para amortiguar el golpe económico que significó el Covid y que ya cumplieron su misión.

Y claro, como Estados Unidos siempre paga, como los bonos de su Tesoro están garantizados y cómo son considerados una renta fija y segura, es suficiente con que prometan un interés del 2% anual o poco más para que los dólares vayan en manada allí. 

Son los dólares que estarían saliendo de Bitcoin más los que dejarán de llegar porque a diferencia de los bonos del Tesoro, la criptomoneda, cuya cotización es muy inquieta, es considerada una inversión de riesgo. Y cuando la tasa de la FED sube, afirman los especialistas que las inversiones de riesgo bajan. Hacia adelante, los pronósticos son dispares, como casi siempre ocurre en la comunidad cripto, con referentes anticipando un posible salto estelar de Bitcoin hasta los U$S 280.000 para caer luego en un largo invierno a la baja y otros, mirando ya con gran preocupación la línea de los U$S30.000 luego de que tocara la de los U$S40.000 hace 48 horas. 

¿Qué ocurrirá? Imposible saberlo, nadie tiene la bola de cristal y no es la meta aquí hacer pronósticos de precios. El objetivo es visibilizar las características de un espacio nuevo, de moda, atractivo, muy tentador, traicionero y resbaladizo que su mejor y peor virtud es estar al alcance de la mano de cualquiera por unos pocos pesos.