Bilardo cumple 84: cinco anécdotas desconocidas para morirse de risa

El entrenador campeón del mundo en México 1986 está cumpliendo años y aprovechamos para repasar cinco historias que ratifican su particular personalidad.

Bilardo cumple 84: cinco anécdotas desconocidas para morirse de risa

Por: Mendoza Post

Este miércoles está cumpliendo 84 años Carlos Salvador Bilardo, un personaje mítico del fútbol argentino no solo por haber sido campeón del mundo como jugador, con la camiseta de Estudiantes, y como entrenador, con la Selección argentina, sino también por haber sido un adelantado a su época tanto en lo táctico como en los entrenamientos y su forma de analizar rivales, y por eso el mundo del fútbol lo saluda a través de las redes sociales.

Bilardo nació el 16 de marzo de 1938 en Buenos Aires y, además de ser jugador de San Lorenzo, Estudiantes de La Plata y Deportivo Español, elaboró una carrera como técnico que lo llevó a dirigir la Selección argentina, con la que ganó el Mundial de México 1986 y fue subcampeón en el de Italia 90.

Desde temprano en las redes sociales miles de fanáticos, clubes y personalidades le desearon un feliz cumpleaños, y aprovecharon la ocasión para recordar las anécdotas más icónicas del Doctor, como sus cábalas en el Mundial o el día del "Gatorei" en el Monumental.

Bilardo junto a Maradona, el hijo varón que nunca tuvo.

Para celebrar el cumpleaños de Bilardo, elegimos cinco anécdotas de las menos conocidas.

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"Abrácense todos"

En 1967 Estudiantes fue invitado a disputar el Trofeo Luis Otero en España.  Llegó a la final, contra el Pontevedra, y el partido terminó en empate. Fueron a penales y tras patear los cinco iniciales quedaron 3 a 3. Por cuestiones de tiempo, se decidió lanzar una moneda al aire para decidir al campeón.

Bilardo le pidió a sus compañeros: "Cuando la moneda esté a punto de caer, abrácense todos". Y así fue. Apenas la moneda tocó el piso, sin darle tiempo ni al árbitro ni a los jugadores del Pontevedra de ver qué salió, el capitán Cacho Malbernat y Bilardo, que agarró la moneda, empezaron a decir "¡cara, cara!" y se abrazaron con sus compañeros festejando el resultado de un sorteo que, al día de hoy, nadie sabe cómo salió.

El robo a Argentinos Juniors

La picardía de Bilardo ya estaba latente desde chico. Con sus amigos de La Paternal jugaban siempre al fútbol en la plaza Roque Pérez, pero nunca tenían plata para comprar pelotas. Por eso, los días en los que Argentinos Juniors jugaba de local, esperaban afuera hasta que alguna pelota saliera del estadio.

Cuando eso pasaba, la agarraban, salían corriendo y la escondían en el bar La Puñalada hasta el sábado. Más de una vez los dirigentes del Bicho aparecieron por la plaza y Bilardo y compañía tuvieron que devolver la pelota.

Se vende

Cuando Bilardo se hizo cargo de la Selección argentina, los primeros partidos amistosos de la Albiceleste fueron muy buenos, pero cuando comenzaron las Eliminatorias el rendimiento bajó y eso le valió un sinfín de críticas, muchas de ellas despiadadas, de gran parte de la prensa nacional.

Para escaparse del asedio del periodismo y de los insultos de la gente que lo veía por la calle, el DT se recluía en su quinta de Moreno. En la puerta de la casa había colgado un cartel que decía "se vende". De esa forma, la gente daba por hecho que estaba desocupada y no le tiraban piedrazos.

"Carlos se olvidó"

Carlos Bilardo dedicó toda su vida al fútbol, tanto en su etapa de jugador como de DT, dejando en un segundo plano a su familia, que siempre entendió su pasión y le perdonó sus largas ausencias y sus despistes. Como el día que se olvidó del cumpleaños de Gloria, su esposa, y quedó en evidencia al aire en un programa de TV.

En 2005 el Doctor formaba parte del programa Polémica en el Bar. En un momento Jorge Rial, quien también integraba la mesa, le preguntó cuándo era el cumpleaños de su esposas. Como Bilardo no sabía, la llamaron: "Mi cumpleaños es hoy, pero Carlos se olvidó".

Bilardo brindando con "Gatorei" en el Monumental.

La hora en un papelito

El fútbol no es la única obsesión de Bilardo, quien siempre estuvo muy atento a detalles como el orden y la limpieza. Por eso más de una vez en su casa se tomaba el trabajo de agarrar un papel, anotar la hora, arrugarlo y tirarlo al piso en algún lugar por el que su esposa o su hija Daniela pasaban seguido.

Pasado cierto tiempo, Bilardo recogía el papel y les recriminaba con exactitud cuántas horas y minutos habían pasado sin que nadie levantara el papel del piso.

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