Este santuario, perdido entre los médanos de Lavalle, atesora una historia donde la fe popular se mezcla con el avance del desierto y un pasado de explotación forestal.
El pequeño oratorio que guarda una leyenda del Secano Mendocino
A más de 100 kilómetros al noreste del Gran Mendoza, en el paraje El Cavadito, departamento de Lavalle, se alza uno de los sitios de mayor devoción popular del norte provincial: el Oratorio de San Judas Tadeo, patrono de las causas difíciles y desesperadas.
Rodeado por el paisaje agreste del secano mendocino, este pequeño santuario de adobe se convirtió con el paso del tiempo en un punto de peregrinación que cada año convoca a cientos de promesantes, familias rurales y visitantes de distintos puntos de la provincia.
Vale destacar que, a pocos metros del oratorio, se ubican algunas viviendas, una usina, una sala de primeros auxilios y la Escuela N.º 1-734 "Ángel Rizzo".
La sencilla construcción de adobe conserva la fisonomía original con la que fue levantada por los primeros pobladores de la zona.
Un origen ligado al trabajo y la fe
El oratorio fue construido a mediados del siglo XX por una familia de apellido Salazar vinculada a los antiguos obrajes de la zona, como gesto de agradecimiento y devoción al santo. En aquellos años, la vida en El Cavadito giraba en torno a la explotación forestal, la ganadería menor y la búsqueda constante de agua en un territorio árido.
El nombre del paraje remite precisamente a esa historia: los "cavaditos" eran pozos excavados por los pobladores para extraer agua del subsuelo, un recurso escaso que marcó durante décadas la vida cotidiana del lugar.
La capilla conserva hasta hoy su fisonomía original: una construcción sencilla, de paredes de adobe y techo bajo, donde se resguarda la imagen de San Judas Tadeo rodeada de velas, ofrendas y agradecimientos dejados por los fieles.
Velas, ofrendas y mensajes de agradecimiento cubren el interior del santuario dedicado al patrono de las causas difíciles.
La fiesta patronal: un encuentro que crece cada año
El momento de mayor convocatoria se vive entre fines de octubre y comienzos de noviembre, cuando se realiza la tradicional Fiesta Patronal de San Judas Tadeo, uno de los doce apóstoles y considerado, junto con San Bartolomé, fundador de la Iglesia Apostólica Armenia.
Durante varios días, El Cavadito se transforma:
• Se celebran misas, novenas y procesiones, algunas de ellas con antorchas durante la noche.
• Se organizan cabalgatas gauchas que parten desde distintos distritos de Lavalle.
• Se realizan bautismos, bendiciones y promesas cumplidas.
• Se instalan bodegones populares con comidas típicas, música folclórica y danzas tradicionales.
Para muchas familias del secano, esta celebración no es sólo un evento religioso, sino también una oportunidad de encuentro social y de reafirmación de su identidad cultural.
El bosque que ya no está
Según destaca el sitio web Huellas Cuyanas, en los alrededores del oratorio existió antiguamente un espeso bosque de algarrobos y chañares, del que los pobladores obtenían frutos para elaborar harinas y forraje para el ganado. Con esas materias primas producían patay -el tradicional pan aborigen-, aloja, una bebida fermentada, y añapa, un refresco natural. También utilizaban estas especies en la medicina casera, especialmente como diuréticos.
Según relatan los vecinos más antiguos, cuando el bosque fue intensamente explotado y la leña trasladada fuera de la zona, el empresario Salazar desapareció en una avioneta junto con las promesas de progreso y el dinero invertido. Como herencia, quedaron el oratorio y un paisaje cada vez más árido.
La deforestación provocó un impacto profundo: se destruyó una pequeña economía regional, se perdió la barrera natural que frenaba el avance de los médanos y se degradó el hábitat de numerosas especies autóctonas del secano lavallino.
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Cómo llegar al Oratorio
El Cavadito se encuentra en cercanías de la Ruta Nacional 142. Desde la traza principal, a la altura del kilómetro 71 aproximadamente, se toma un camino consolidado que, tras recorrer unos 800 metros, conduce directamente al oratorio.
Si bien el acceso es posible durante todo el año, se recomienda hacerlo en vehículo alto o camioneta, especialmente luego de lluvias o en épocas de crecida del terreno arenoso.
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