Por qué sí hay que ir a votar, a pesar de todo

Hoy está la posibilidad de participar del mejor "concurso" que ofrece el sistema democrático, a pesar de que todos los días reneguemos de él, y se trata de una oportunidad que todavía no existe en muchos países, en donde a la gente directamente se les da una sola opción. ¿Por qué no aprovecharla?

Por qué sí hay que ir a votar, a pesar de todo

Por:Gabriel Conte
Director diario Memo

Un ciudadano o ciudadana: un voto.

Vivimos en un sistema democrático que se alimenta, entre otras cosas, por el voto de cada persona habilitada para hacerlo.

Un voto -inclusive en blanco- vale más que un tuit, un comentario en Facebook, una queja con una llamada a una radio, una protesta callejera. Es una opinión válida que se considera a la hora del recuento, junto a otros millones de opiniones y, todos juntos, tomamos una determinación en torno al destino político.

Podrá decirse que las Primarias (PASO) son "innecesarias", "tan solo una encuesta" o que "están de más". Pero están. Hay todavía muchos países en los que no se puede votar o bien, en los que se ofrece una única opción, en forma totalitaria y autoritaria, que se llenan la boca con la palabra "pueblo", pero que a la hora de la verdad lo denigran al máximo diciéndole qué tienen que votar.

Inclusive, aquí hay libertad para militar en partidos totalitarios. Allí no la hay de proponer partidos que no acaten la "única verdad" impuesta de arriba hacia abajo.

En las PASO, además, funciona un colador institucional: hay gente que se propone (en esta oportunidad para cargos legislativos en todos los niveles) y otra gente debe definir si serán candidatos en la elección general o les corta el camino. Hay fuerzas que pasarán a la nueva ronda y otras que se quedarán aquí.

Si se participa en forma tan entusiasta en programas de competencias por TV, ¿por qué negarse a hacerlo en este particular "concurso"?

Aun descontentos con la democracia, en Argentina podemos demostrarlo, votando en contra, en blanco, a favor de otros: hay una diversidad de opciones que no hay en otros países.

Hay que votar y hacerse cargo del voto que se emite. Es una decisión más pensada y difícil que lanzar un tuit o un comentario espontáneo de bronca o adhesión en las redes, pero representa un fenómeno más realista y con mayor repercusión que algo que leerá un pequeño círculo afín o adversario: el voto representa la posibilidad de levantar la mano y que la opinión sea considerada de igual manera que la de todos los demás que vivimos en un mismo país.

Todo esto, a pesar de todo. Y para que todo cambie (si es lo que se quiere) o que todo se reafirme (si es lo que se pretende).

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