Según un informe hay un incremento del 101% de los accidentes potencialmente rábicos en 2025, mientras que los casos de rabia animal registraron una leve disminución.
Qué son los accidentes potencialmente rábicos y por qué se duplicaron
Los Accidentes Potencialmente Rábicos (APR) se convirtieron en uno de los principales focos de atención sanitaria en Argentina. Según el informe del Boletín Epidemiológico Nacional, durante 2025 se duplicaron los APR en comparación con la mediana del período 2020-2024, con un incremento del 101%, el más alto entre todos los eventos de vigilancia.
Los APR no son casos de rabia, sino situaciones de exposición al virus, como mordeduras, arañazos o contacto con saliva de animales que pueden transmitir la enfermedad. Cada uno de estos episodios activa la atención médica inmediata y la evaluación para aplicar profilaxis antirrábica, lo que explica el fuerte impacto sobre el sistema de salud.
Los animales que suelen estar involucrados en estos accidentes son perros y gatos, dentro del llamado ciclo terrestre, y murciélagos, que forman parte del ciclo aéreo de transmisión. Todos ellos son considerados potenciales portadores del virus, aun cuando no se confirme rabia en el animal al momento del hecho.
En este contexto, el informe advierte que la rabia continúa circulando de manera endémica en Argentina, especialmente en espacios silvestres.
De hecho, mientras los APR registraron en 2025 un aumento del 101% respecto de la mediana 2020-2024, la rabia animal mostró una leve disminución. Los casos confirmados de rabia animal pasaron de una mediana histórica de 142 a 132 en el mismo período, lo que representa una baja del 7 %.
El contraste refuerza una lectura clave del informe: crecen las exposiciones al riesgo, pero no necesariamente los casos confirmados de la enfermedad.
El documento remarca además que la rabia es una enfermedad 100% prevenible mediante vacunación, y que la notificación temprana de los APR permite aplicar tratamientos post exposición que evitan la aparición de la enfermedad.
En ese contexto, el crecimiento de estos accidentes no solo refleja mayor interacción riesgosa entre personas y animales, sino también la importancia de sostener la vigilancia epidemiológica y la vacunación, tanto en humanos como en animales.
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