Un estudio internacional reveló que el consumo frecuente de productos ultraprocesados impacta en la memoria y la salud mental. Especialistas mendocinos analizaron cómo esta alimentación influye en el bienestar emocional y cómo el ejercicio puede amortiguar sus efectos.
Alimentos ultraprocesados: afirman que dañan el cuerpo y la mente
Un reciente estudio del Departamento de Anatomía y Neurociencia de la University College Cork, en Irlanda, publicado por Genomic Press, encendió las alarmas sobre los efectos de los alimentos ultraprocesados en la mente.
Los investigadores observaron que una "dieta de cafetería", con alto contenido de grasas saturadas y azúcares, tiene un aumento de conductas asociadas a depresión y ansiedad en los humanos, junto con deterioro en la memoria y la función cognitiva.
Aunque la actividad física demostró atenuar parte de estos daños, los científicos advirtieron que su eficacia depende de la calidad general de la alimentación y del estilo de vida.
Frente a esto, el Post consultó a dos especialistas locales: el psicólogo Mauricio Girolamo, autor del libro "En equilibrio. Una puerta de entrada a las emociones y los pensamientos", y el profesor de Educación Física Pablo Cuadros (Matr. COPEF 622), propietario de un gimnasio.
Para Girolamo los alimentos ultraprocesados pueden afectar especialmente al cerebro en desarrollo, sobre todo durante la niñez y la adolescencia: "El cerebro termina de madurar entre los 23 y los 25 años. Los ultraprocesados disparan picos de dopamina, el neurotransmisor del placer inmediato, y eso genera un efecto adictivo. El cerebro pide más", señaló.
Según el psicólogo, esos estímulos breves e intensos de placer llevan a una búsqueda constante de gratificación inmediata. "Después de ese pico llega el bajón anímico. La persona busca repetir la experiencia para volver a sentir placer, y así se refuerza el ciclo", explicó.
Además, advirtió que los ritmos actuales de vida -la falta de tiempo, el estrés y las exigencias laborales- impulsan a muchas familias a elegir alimentos rápidos y empaquetados, en detrimento de una alimentación consciente. "Hay una búsqueda del ya, del todo rápido. Se busca una gratificación rápida de las soluciones de la vida", sostuvo Girolamo.
Respecto a la relación entre emociones y comida, sostuvo que el malestar emocional puede ser tanto causa como consecuencia del consumo de ultraprocesados: "El estrés y la ansiedad alteran el sistema gastrointestinal y provocan síntomas físicos como gastritis o colon irritable. Es un círculo en el que la tensión emocional y la mala alimentación se retroalimentan", explicó.
Además, Girolamo remarcó la importancia de tomar conciencia del acto de comer. Propuso prácticas como el "mindful eating"-alimentación consciente- y evitar hacerlo bajo emociones intensas. "No se trata de buscar una dieta perfecta, sino de planificar, comer con tiempo, elegir alimentos sanos y permitirse flexibilidad. Hay que separar el hambre real del hambre emocional", concluyó.
Finalmente, el especialista subrayó que "la actividad física es el mejor antidepresivo que existe. Desde el punto de vista anímico es un regulador del estado del ánimo, de la ansiedad y del sueño. Es un cable a tierra".
El ejercicio como antídoto
El profesor Pablo Cuadros coincidió en que los ultraprocesados provocan inflamación en el cuerpo y el cerebro, pero destacó que el ejercicio puede revertir buena parte de esos efectos.
"El movimiento reduce los marcadores inflamatorios al disminuir la grasa corporal y activar el sistema inmunológico de forma antiinflamatoria. Además, aumenta las citocinas beneficiosas y mejora el equilibrio del organismo", detalló.
Según el entrenador, los beneficios del ejercicio van mucho más allá de lo físico: "El ejercicio regular mejora el estado de ánimo, reduce el estrés y la ansiedad, y potencia la función cognitiva. Gracias a neurotransmisores como las endorfinas, salís de entrenar con una sensación real de bienestar", afirmó.
Cuadros resaltó que incluso pequeños cambios de hábito pueden iniciar un proceso de mejora: "Caminar un poco más o cambiar una golosina por una fruta ya es un avance. Lo importante es empezar el círculo virtuoso de las buenas decisiones".
También recomendó combinar actividades de cardio moderado y fuerza al menos dos veces por semana, como sugiere la Organización Mundial de la Salud, y señaló que el conocimiento sobre nutrición en los hogares es mayor que antes, aunque "falta trasladarlo a las decisiones cotidianas, especialmente cuando se trata de los chicos".
Coincidencia: moverse más, comer con conciencia
Tanto Girolamo como Cuadros coincidieron en que la mejora real comienza con la conciencia y la constancia.
El psicólogo destacó la necesidad de programar las comidas y reconocer las emociones, mientras que el profesor remarcó que el cuerpo necesita respeto y movimiento.
En síntesis, ambos advierten que no existe un cambio instantáneo: la clave está en reeducar los hábitos, reducir los ultraprocesados, mantener una rutina de actividad física y, sobre todo, volver a escuchar lo que el cuerpo y la mente necesitan realmente.
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