Navidad en medio del ruido: el desafío de contar cuando todos gritan

Si bien mañana el conflicto seguirá ahí, intacto, al menos por estas horas convendría bajar un cambio: no por fe, sino por salud mental colectiva.

Navidad en medio del ruido: el desafío de contar cuando todos gritan

Por: Mendoza Post

La Navidad suele ser sinónimo de pausa, una tregua mínima frente al desgaste cotidiano. ¡Y vaya si este año es necesaria! La discusión pública está atravesada por una crispación permanente que no distingue temas ni ámbitos: minería, política, fútbol, economía, religión... Todo se debate a los gritos, todo exige adhesión inmediata y sin matices, y el periodismo queda en el medio de ese ruido. 

Ya no alcanza con informar, explicar o contextualizar. Muchos esperan que los medios funcionen como amplificadores de sus reclamos, como altavoces de sus consignas. Y cuando eso no ocurre, la reacción es conocida: acusaciones de operaciones, de silencios comprados y de sobres. El desacuerdo se convierte en sospecha y el dato que no confirma una creencia previa pasa a ser visto como provocación.

En ese marco aparece una confusión de fondo. Muchos ven en las redes sociales un espacio donde sus gritos circulan sin intermediarios y lo llaman "libertad de expresión". Y desde ahí pretenden exigirles a los medios lo mismo: que piensen igual, que reproduzcan sin mediación, que validen una única mirada: la suya. Pero eso no es libertad de expresión. Es otra cosa. Es coerción de pensamiento: no para poder decir, sino para obligar a otros a decir lo mismo.

En Mendoza, el debate por el proyecto minero San Jorge es un ejemplo de esto. Los que gritan más fuerte, sin importar si son representativos de una mayoría, pretenden que los medios reproduzcan esa mirada sin matices. Y lo mismo pasa con los extremos políticos entre los que adhieren a un Estado ausente y aquellos que quieren uno omnipresente.

¡Feliz Navidad!

Así, en tiempos de saturación y enojo, el desafío del periodismo sigue siendo el mismo: contar lo que pasa sin convertirse en rehén de los que gritan más fuerte, ni confundir la libertad de expresión con la presión para pensar en bloque.

Por eso, si bien mañana el conflicto seguirá ahí, intacto, al menos por estas horas convendría bajar un cambio: no por fe, sino por salud mental colectiva.

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¡Feliz Navidad!

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