Una mujer pidió que saquen a su esposo de la casa porque no limpia ni trabaja

La mujer se presentó en una comisaría de Río Negro para solicitar que su marido sea expulsado del hogar, porque no colabora con las tareas domésticas, no trabaja y le gastó los ahorros a ella.

Una mujer pidió que saquen a su esposo de la casa porque no limpia ni trabaja

Por: Leonardo Otamendi

Una mujer decidió acudir a una comisaría con un pedido poco habitual: que la Policía interviniera para expulsar a su esposo del hogar. La razón no estuvo relacionada con violencia o conflictos graves, sino con lo que podría considerarse un clásico motivo de fricción en la vida cotidiana: el hombre no colaboraba con las tareas domésticas ni contribuía económicamente al sustento familiar.

La mujer se presentó el pasado lunes en una seccional de la localidad de Contralmirante Cordero, Río Negro, y detalló que su pareja, además de ser el padre de sus dos hijos, había prometido mejorar su actitud tras una reconciliación reciente. Sin embargo, según su relato, el compromiso quedó solo en palabras. "No trabaja, no ayuda en la casa y, encima, me gastó los ahorros", habría explicado la denunciante, quien también señaló que su situación económica era crítica. Sin empleo y con el temor de ser desalojada por falta de pago del alquiler, buscó que las autoridades tomaran cartas en el asunto.

Esto es lo que no hacía el marido.

A pesar de la particularidad del pedido, el caso no prosperó. La denuncia fue evaluada por el Juzgado de Paz de Cordero, donde la jueza Marta Fuentes determinó que no se trataba de una situación de violencia familiar. En su resolución, consideró que no existía un riesgo inminente para la integridad física, psicológica o emocional de los involucrados. En lugar de ordenar la expulsión del hombre, recomendó a la mujer gestionar asistencia legal en la Defensoría de Pobres y Ausentes o en la Casa de Acceso a Derechos (CADEP) de Cipolletti.

El episodio dejó en evidencia una dinámica familiar cargada de tensiones, pero también planteó interrogantes sobre los límites de las instituciones frente a este tipo de demandas. Mientras tanto, queda la pregunta de si un balde, una escoba y algo de voluntad podrían haber evitado que este conflicto doméstico llegara a los pasillos de la justicia.

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