La versión local de la obra se presentó el fin de semana en el Teatro Plaza de Godoy Cruz. La historia moviliza y muestra visos que nos reflejan. La producción mendocina realiza un muy buen trabajo con la obra escrita por Claudio Tolcachir.
La omisión de la familia Coleman: todos los pecados en un solo lugar
Domingo frío, muy frío, de esos días en los que ningún plan parece atractivo más que quedarse en casa y esperar el lunes. Pero quienes ya están sentados en el cine teatro Plaza en Godoy Cruz no parecen seguir esa regla. Eligieron ir a ver teatro mendocino, y eso siempre se aprecia.
"La omisión de la familia Coleman" es una obra que se estrenó hace ya 20 años en el teatro independiente de Buenos Aires. Escrita y dirigida por Claudio Tolcachir, lleva la medalla de haber sido representada en más de 20 países. Aquí en Mendoza, van por su segunda temporada, y el elenco de actores nos deja satisfechos al disfrutar de un buen trabajo.
Los Coleman somos todas las familias, y a la vez, es esa familia de la que no queremos saber nada. El egoísmo y el conflicto, planteados con la idea de que en cualquier momento todo explota, nos llevan a seguir la historia. La angustia de ver seres humanos a la deriva nos conmueve, pero también nos identifica. Las relaciones humanas, despojadas de todo sentimiento, se vuelven retorcidas mientras la omisión de no tocar, hablar ni tratar ciertos temas que afectan profundamente desde el seno familiar se expone a la luz todos los días, todo el tiempo.
El humor ácido, ubicado en tiempo y espacio, nos hace pensar en una tragicomedia que fluctúa constantemente, llevándonos a ver esos personajes con naturalidad.
Pero claro, de la mano de un grupo de actores que hacen un excelente trabajo, todo rinde. Alicia Casares -que resiste el "orden alfabético" de cualquier ficha- se destaca con su presencia y trayectoria en el escenario. No solo en el papel de la abuela, que ejerce a la perfección el matriarcado, sino que su presencia nos indica que quienes la acompañan tienen talento.
Denis Arnáez, Cristian Castro, Pablo Cazorla, María Emilia Miralles, Florencia Penna Aruta, Laura Preziosa y Gerónimo Scudeletti completan esta familia que muestra desde lo cotidiano los grandes surcos por los que los humanos -entre hermanos, padres, hijos y la sociedad- nos movemos. La omisión de no hacernos responsables de nuestros actos, y de que los conflictos o el abandono se naturalicen como algo permitido.
"La omisión de la familia Coleman", en su versión local, es un buen plan para ir a verla siempre que se presente en nuestra ciudad. Aclaro esto porque, a pesar de mi comentario que ojalá invite y contagie la curiosidad de disfrutar de nuestro teatro, no podré hacerles saber cuándo será la próxima presentación.
Teatro local y el desafío de permanecer en cartel
Las producciones locales padecen a diario la falta de lugares para actuar. Es por eso que vemos, no solo en este caso sino en la mayoría de las obras, cómo subsisten bajo un itinerario involuntario que los hace deambular buscando un espacio disponible para hacer teatro, dependiendo de la agenda "hecha con lápiz" de los directores de las salas. Las fechas caen como parches, creando un calendario indefinido en una ruta que el fin de semana tocó en el Plaza; mañana, puede ser en el Le Parc, lo que hasta dificulta una buena comunicación para saber cuándo y dónde se presentan.
En cuanto a las salas privadas, son escasas y con capacidad limitada, lo que lleva a que los costos sean altos para los elencos y no resulten redituables.
Se deberá buscar un lugar que puedan mantener una temporada y permita que una obra desarrolle su vida en un solo espacio y en un tiempo definido, fortaleciendo así la permanencia de aquellas producciones que acusan de ser exitosas para el público.
Ficha técnica
Libro: Claudio Tolcachir.
Actores: Denis Arnáez, Alicia Casares, Cristian Castro, Pablo Cazorla, María Emilia Miralles, Florencia Penna Aruta, Laura Preziosa y Gerónimo Scudeletti.
Producción ejecutiva: Willy Olarte.
Puesta en escena y dirección general: Álvaro Benavente y Valentina Fileni.
Diseño lumínico: Maimará Bracamonte.
Diseño gráfico y de marca: Violeta Videau



