Un santuario colosal, estatuas olvidadas y ofrendas de culturas lejanas emergen en Chipre y revelan una nueva cara del culto a Apolo en el Mediterráneo.
El templo perdido de Apolo: reaparece tras 140 años y cambia la historia
Durante más de 140 años, un santuario dedicado al dios griego Apolo permaneció enterrado en una región rural de Chipre. Su existencia fue apenas un rumor arqueológico hasta que, en 2023, un grupo de investigadores alemanes logró dar con su ubicación exacta.
Lo que encontraron superó cualquier expectativa: estatuas colosales, ofrendas votivas y restos arquitectónicos que están reconfigurando lo que sabíamos sobre la devoción al dios de la luz y la música en el mundo antiguo.
El sitio, conocido como Frangissa, había sido explorado por primera vez en 1885 por el arqueólogo Max Ohnefalsch-Richter, quien documentó un santuario adornado con centenares de estatuas votivas. Pero la falta de recursos lo obligó a tapar el yacimiento, y con el tiempo, su ubicación se perdió. Recién en 2021, un equipo de las universidades de Frankfurt y Kiel/Würzburg decidió buscar el lugar y logró confirmarlo en una campaña arqueológica clave dos años después.
Según una publicación de la revista Muy Interesante, las excavaciones revelaron no solo más de cien bases escultóricas -muchas aún ancladas al suelo original-, sino también fragmentos de estatuas que el equipo del siglo XIX no había logrado identificar. Algunas de ellas son de tamaño monumental, con pies tallados en piedra caliza que pertenecen a figuras masculinas de más de dos metros, datadas del período arcaico.
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Colosos en un santuario rural
A diferencia de otros templos urbanos, Frangissa era un santuario rural que albergaba elementos típicos de los grandes centros de culto: colosos, arte refinado y objetos de lujo. Hasta ahora, en Chipre solo se habían documentado figuras gigantes de terracota, como el conocido Coloso de Tamasos. Este nuevo hallazgo confirma que también existieron colosos de piedra, lo que habla de una devoción y una técnica escultórica mucho más sofisticadas de lo que se pensaba para ese entorno.
También se recuperaron cuentas de vidrio marmolado y amuletos egipcios hechos de fayenza, lo que demuestra la conexión de este santuario con Egipto y otras culturas del Mediterráneo oriental. Dos bases con inscripciones -una en escritura silábica chipriota y otra con referencias a los Ptolomeos- indican que el templo fue utilizado durante varios siglos, incluso bajo dominio egipcio en la era helenística.
Banquetes rituales y arquitectura dinámica
El sitio no era solo un espacio estático de oración. Se hallaron restos de un gran patio rodeado de columnas -un peristilo- que pudo haber sido escenario de banquetes rituales, una costumbre propia de los santuarios helenísticos donde la comida formaba parte de la devoción. Los arqueólogos creen que el templo pasó por varias remodelaciones, lo que muestra que el culto en Frangissa fue tan dinámico como persistente en el tiempo.
Aunque los hallazgos son impactantes, el equipo destaca que apenas se ha excavado una fracción del yacimiento. Frangissa guarda aún muchos secretos, y cada objeto que sale a la luz contribuye a reconstruir la compleja historia religiosa, política y cultural de la antigua Chipre.
Este santuario, olvidado por más de un siglo, emerge hoy como una de las revelaciones arqueológicas más importantes del Mediterráneo oriental en las últimas décadas. Con cada estatua restaurada y cada inscripción descifrada, el culto a Apolo vuelve a hablar, iluminando aspectos hasta ahora desconocidos de una civilización que, lejos de haber sido homogénea, vivió marcada por la transformación y el contacto entre culturas.



