Juan Tejada escaló sin cuerdas, ni permiso, un edificio en Puerto Madero y fue detenido. Pero detrás del hecho que lo hizo noticia nacional, hay una historia personal marcada por el miedo y la supervivencia.
La historia detrás del mendocino que trepó un edificio en Buenos Aires
Juan Tejada escaló sin cuerdas, ni permiso, un edificio en Puerto Madero y fue detenido. Pero detrás del hecho que lo hizo noticia nacional, hay una historia personal marcada por el miedo y la supervivencia.
Esta historia no es la de Free Solo, la película que retrata la hazaña de escalar sin cuerdas una pared vertical de 900 metros, en el valle de Yosemite, Estados Unidos. Es otra, incluso más cercana: la de Juan Tejada. El joven mendocino que fue noticia en el último tiempo y que encontró en los deportes extremos un camino para enfrentar sus miedos, conocerse a fondo y transformar el dolor en impulso.
Sin arnés, ni cámaras, Tejada trepó un edificio en Puerto Madero, a mediados de junio de este año. Fue noticia tanto local como en diarios nacionales -Infobae, TN, entre otros hablaron de él-. El edificio en cuestión es de la empresa Globant, ubicado en avenida Leandro N. Alem al 1.000 del mencionado barrio porteño.
%uD83D%uDCE2 PUERTO MADERO: UN HOMBRE TREPÓ SIN ARNÉS
No llevaba ningún tipo de protección. Ya es la segunda vez que alguien sube al edificio de esa manera.
Al parecer es un edificio que a los escaladores les llama la atención. Existe un antecedente del año 2024, mismo mes. Marcin Banot, un hombre de nacionalidad polaca, intentó trepar la fachada del edificio en cuestión. Sin embargo, efectivos policiales lo bajaron antes de que alcanzara una altura considerable.
Sin embargo, la hazaña del joven mendocino -quien sí pudo escalar el edificio hasta el techo- lo llevó a estar detenido un par de horas en Buenos Aires y se le abrió una causa que se investiga como "violación de domicilio". Al ser consultado por el Post sobre cuál fue el motivo de subirlo, Tejada respondió: "No fue por fama, ni likes. Lo hice en silencio, como un rito íntimo, en uno de los años más duros de mi vida".
La decisión de escalar el edificio fue una consecuencia. En enero, en San Rafael, Tejada vivió una noche que cambió todo. Estaba en el Cañón del Atuel con su novia y una pareja amiga. Una tormenta repentina desató una crecida brutal. "Nos despertamos a las 3 de la mañana con un río gigante de barro, sin luces, llevándonos en plena oscuridad", recuerda.
Su novia desapareció durante nueve horas. "Sobrevivimos de pedo", recordó. Esa experiencia lo marcó. "Entendí que en un segundo podés morirte". Aquella noche, algo en él cambió para siempre.
Juan realizando highline entre montañas.
A partir de entonces, empezó a escalar con más frecuencia. Al principio como escape, luego como disfrute y finalmente como reparación. Así llegó a Buenos Aires, con una pequeña mochila cargada de objetos significativos.
Se detuvo frente al gran edificio de Puerto Madero y comenzó a subir. "No se lo conté a nadie. Ni a mi psicóloga. No lo hice para otros. Por eso ni lo filmé", explicó. En ese gesto hubo algo más que adrenalina: hubo sanación. "Ese edificio es como mi pozo. Y mi única salida es por arriba".
Los deportes extremos le cambiaron la vida
Tejada se inició en el highline casi por azar. La cuerda tensa, suspendida en el vacío, le enseñó que el miedo no es enemigo, sino una señal. "Lo que uno siente no es miedo puro. Es desconfianza. Pensás: '¿Esta soguita me va a sostener?' Pero después te caés mil veces y ves que el sistema aguanta tres toneladas. Ahí cambiás", explicó.
A ese deporte lo acompañan otros: paracaidismo, acroyoga, y escalada. Disciplinas diversas, pero con un mismo patrón: la mente como campo de batalla. "Busco estar lo más tranquilo posible en situaciones de máxima intensidad. Lo extremo no es el deporte, sino lo que pasa adentro".
Aunque se los catalogue bajo el rótulo de "deportes extremos", Tejada relativizó esa etiqueta: "El highline es uno de los deportes más seguros del mundo. El problema siempre es el mismo: el error humano. Y ese error se paga caro: a veces con un golpe, otras con la vida".
Curiosamente, las lesiones más serias no le llegaron caminando sobre un abismo, sino jugando al fútbol con amigos. "Me lesioné varias veces los tobillos. Volví, aunque había dicho que no, y fue peor. Sentí una molestia en la rodilla que duró semanas. Así que sí, el fútbol es más peligroso", dice, entre risas. Colgó los botines. Eligió la altura.
Juan realizando escalada en montaña.
Para él, la escalada es más que un deporte. Es un símbolo de resistencia, de elección de vida. "Te pone frente al miedo, y si aprendés a no dejar que te paralice, te cambia todo. Los límites, al final, son mentales", comentó.
¿Sirve para algo exponerse así? Según Tejada, "Sí. Mucho" respondió al Post. "Te entrena la cabeza. Si podés caminar sobre una cinta de dos centímetros a 100 metros de altura, después lo cotidiano se vuelve manejable", afirmó.
Juan realizando acrodúo.
No romantiza el miedo. Lo respeta. Sabe que siempre está. "Lo importante es no quedarse quieto. Con entrenamiento y ganas, los miedos se corren. Se achican. Y cuando se achican, empieza a aparecer el disfrute. Ahí es cuando mejor me va".
En esa combinación de desafío y goce, de vértigo y calma, Tejada encontró una forma de vivir. "Nada nos detiene salvo nosotros mismos. Hay que creérsela. Los sueños están al alcance de cualquiera".
Lo dice alguien que caminó sobre abismos, cayó mil veces, escaló hasta su propio límite, y aprendió -desde la altura- que la única salida es por arriba.
La Municipalidad de Godoy Cruz modificó las fechas de las jornadas del viernes y sábado ante pronósticos de tormentas. El domingo se mantiene sin cambios. Cómo será el uso de entradas y devoluciones.