Dos estudios revelan que los humanos comparten con los osos genes clave para frenar el envejecimiento, resistir enfermedades y ahorrar energía como si hibernaran.
¿Los humanos podrían hibernar como osos?: revelador estudio del ADN
¿Y si los superpoderes de los osos para sobrevivir meses sin moverse también estuvieran en nosotros? Mientras un oso puede pasar el invierno entero sin comer ni beber, sin que su cuerpo se deteriore ni un ápice, los humanos necesitamos un equilibrio constante para no enfermarnos.
Sin embargo, una investigación publicada en la revista Science y difundida por Muy Interesante sugiere que la hibernación no es una capacidad exclusiva de los animales: su base genética también podría estar presente en nuestro genoma.
Regiones dormidas que podrían activarse
La clave no está en los genes que codifican proteínas, sino en aquellas regiones no codificantes del ADN que actúan como interruptores. Estas zonas, que tradicionalmente se consideraban inactivas, controlan cuándo y cómo se activan otros genes relacionados con el metabolismo y la respuesta al estrés extremo.
Y la gran sorpresa es que los humanos también las tienen. Las investigaciones muestran que esos mecanismos de adaptación al ayuno prolongado y la inmovilidad -propios de especies que hibernan- están latentes en nuestro genoma.
El locus FTO y el metabolismo humano
Uno de los hallazgos más relevantes se relaciona con el locus FTO, una zona del ADN vinculada en humanos al aumento de grasa corporal. En los animales que hibernan, esa misma región se comporta de forma distinta: no solo permite acumular grasa, sino usarla eficientemente durante largos periodos sin causar efectos negativos.
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Los científicos identificaron elementos de regulación genética específicos de hibernadores que alteran la expresión de genes como Irx3 e Irx5, directamente relacionados con el metabolismo. Cuando los investigadores modificaron genéticamente ratones para eliminar estas secuencias, observaron cambios marcados en el peso, el apetito y la respuesta al ayuno.
Un metabolismo que se apaga y se reinicia
Una de las ventajas evolutivas de los animales que hibernan es su flexibilidad metabólica. A diferencia de los humanos, cuyo gasto energético es constante, estos animales pueden reducir su metabolismo a niveles mínimos y reactivarlo sin daño. Según el estudio, esta capacidad no se adquiere sumando nuevas funciones, sino eliminando frenos genéticos que en los humanos aún siguen activos.
Esto abre la puerta a futuras intervenciones médicas: si pudiéramos silenciar temporalmente esas regiones genéticas, nuestro cuerpo podría entrar en estados de bajo consumo energético, lo que serviría para tratar enfermedades, prevenir la atrofia por inmovilidad e incluso para explorar el espacio profundo.
Miles de regiones clave en común
Los investigadores también identificaron miles de fragmentos de ADN altamente conservados entre los mamíferos, que en las especies que hibernan presentan una evolución acelerada. Estas regiones se cruzan con los llamados "genes hub", centros de control molecular que regulan funciones vitales como el apetito, la temperatura y el gasto energético.
En el caso de los ratones, se observaron más de 10.000 cambios en la expresión génica del hipotálamo después de ayunar y volver a alimentarse, muchos de ellos coincidentes con los patrones de los animales que hibernan.
Cómo resistir el paso del tiempo
Más allá del ayuno prolongado, los animales hibernadores también resisten con éxito el deterioro cognitivo, la pérdida muscular y los daños en órganos vitales. No solo sobreviven: se recuperan con rapidez. Incluso hay indicios de que el proceso de hibernación revierte procesos neurodegenerativos similares al Alzheimer.
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Estas capacidades extraordinarias, según los autores, están vinculadas a rasgos genéticos que los humanos también poseen, aunque inactivos, lo que refuerza la posibilidad de crear terapias genéticas o farmacológicas que imiten estos procesos.
El sueño espacial, más cerca de la ciencia
La ciencia ficción lleva décadas imaginando a astronautas en cápsulas de hibernación para atravesar el cosmos. Pero más allá del cine, esta investigación aporta bases concretas: nuestro ADN ya contiene los elementos necesarios para inducir una hibernación controlada. Solo falta saber cómo encender esos interruptores.
Como concluyen los autores, "los humanos ya tienen el marco genético; lo que falta es identificar los controles que activan estos rasgos". Si lo logramos, podríamos estar no solo ante un nuevo camino para la medicina, sino también ante el primer paso hacia los viajes interestelares.



