Lo dice la ciencia: distraerse no es perder el tiempo, sino una forma de aprender

Un estudio publicado en Nature descubrió que el cerebro puede entrenarse solo, sin metas ni atención consciente. Las caminatas sin rumbo o los momentos de divague mental activan redes neuronales que mejoran el aprendizaje futuro.

Lo dice la ciencia: distraerse no es perder el tiempo, sino una forma de aprender

Editó: Santiago Montiveros

Te habrá pasado más de una vez: salís a caminar sin destino, dejás que la mente se pierda mientras tus pasos avanzan, y por un rato te olvidás de todo. Podrías pensar que fue un momento inútil. Pero no lo fue. Según un nuevo estudio científico, ese tiempo de distracción puede ser una forma efectiva de aprendizaje.

La investigación, publicada en la revista Nature por científicos del Janelia Research Campus del Instituto Médico Howard Hughes, demostró que el cerebro humano puede aprender sin atención consciente ni objetivos definidos. Lo hace a través de un mecanismo que recuerda al preentrenamiento de los algoritmos de inteligencia artificial: absorbemos información del entorno aunque no sepamos para qué la vamos a usar.

Explorar sin plan: el cerebro toma nota igual

En el experimento, ratones recorrieron un entorno de realidad virtual durante semanas sin ninguna tarea. Solo caminaban y exploraban. Luego, cuando se les pidió asociar ciertas imágenes con recompensas, los que ya habían explorado aprendieron mucho más rápido.

Lo que mostró el equipo liderado por Lin Zhong y Marius Pachitariu fue que, incluso en ese vagar libre, el córtex visual del cerebro ya estaba codificando patrones del entorno. Cuando llegó el momento de aprender activamente, esa base inconsciente sirvió como trampolín.

No necesitás estar atento para aprender

La clave está en entender que el aprendizaje no ocurre solo cuando hay un maestro, una consigna o un objetivo. También sucede cuando nuestro cerebro se expone al mundo sin exigencias. Mientras caminamos distraídos, observamos sin buscar nada o simplemente soñamos despiertos, el cerebro entrena sus conexiones.

Esto tiene una traducción directa en la vida cotidiana: estar distraído no es estar inactivo, es estar absorbiendo. Y esos momentos que solemos llamar "pérdida de tiempo" podrían ser, en realidad, una etapa vital del aprendizaje posterior.

Dos formas de aprender, un solo cerebro

El estudio propone que el cerebro combina dos modos de aprendizaje:

No supervisado: capta información del entorno sin tareas ni metas, creando mapas mentales generales.

Supervisado: asocia esos datos con recompensas, decisiones o problemas concretos.

Esta lógica no solo funciona en ratones: es la base de cómo funciona también el aprendizaje en humanos, y de cómo están diseñados hoy los modelos de inteligencia artificial más avanzados.

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Implicancias para la educación, la infancia y la salud mental

Este hallazgo podría transformar la forma en que entendemos el desarrollo cognitivo, la educación infantil y hasta el abordaje de trastornos de atención.

Tal vez no haya que forzar la atención, sino aprovechar los momentos de exploración natural.

Tal vez los chicos aprenden más de lo que creemos cuando "se distraen".

Tal vez el aprendizaje más profundo no empieza en el aula, sino caminando por la calle, mirando árboles, o dibujando sin pensar.

Una evolución inteligente

Desde un punto de vista evolutivo, tiene lógica: los animales no saben qué información les va a servir. Por eso, el cerebro fue diseñado para registrar el entorno todo el tiempo, sin esperar instrucciones. Esa "base de datos previa" puede activarse en cualquier momento, cuando llega una situación que exige una respuesta rápida.

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