Las claves del estudio que genera esperanza contra el Alzheimer

Dos nuevos fármacos marcan un hito histórico al ralentizar la progresión de la demencia más común. Su alto costo, los efectos adversos y el acceso limitado abren un debate mundial sobre su impacto real.

Las claves del estudio que genera esperanza contra el Alzheimer

Por: Franco Cerroni

La lucha contra el Alzheimer atraviesa un cambio sin precedentes. Después de décadas de fracasos y tratamientos que apenas lograban mitigar los síntomas, la ciencia alcanzó un objetivo que parecía inalcanzable: frenar, aunque sea levemente, la progresión de la enfermedad. Se trata de un paso histórico en la batalla contra una dolencia que afecta a más de 50 millones de personas en el mundo y que golpea con fuerza también en la Argentina, donde se calcula que unas 500.000 personas conviven con algún tipo de demencia.

El punto de inflexión llega de la mano de dos medicamentos -lecanemab y donanemab- que lograron en ensayos clínicos ralentizar el avance del Alzheimer en un 27% y un 35% respectivamente. Son los primeros fármacos que no se limitan a tratar síntomas, sino que modifican el curso de la enfermedad. Ambos ya recibieron aprobación en Estados Unidos y en otros países, aunque en Europa el proceso fue más lento y todavía está en discusión.

Los datos y el análisis de estos avances fueron publicados recientemente en una serie de artículos de la revista científica The Lancet, elaborada por una comisión internacional de expertos en neurología y neurobiología. Allí se detallan no solo los logros alcanzados, sino también las controversias que rodean a estos medicamentos.

Según algunos ensayos clínicos, hubo dos nuevos medicamentos que han logrado ralentizar el alzheimer entre un 27 y un 35 por ciento respectivamente.

Entre quienes participaron de esa serie se encuentran Juan Fortea, jefe del grupo de Neurobiología de las Demencias del Hospital Sant Pau de Barcelona, y Albert Lleó, jefe de Neurología del mismo centro, que coinciden en que se está frente a un verdadero "cambio de paradigma". "No estamos curando la enfermedad, pero por primera vez en la historia de la humanidad conseguimos ralentizar su curso", subraya Fortea. Y añade: "Ese 30% de ralentización se traduce en que, en 18 meses, el paciente gana seis meses de autonomía y calidad de vida".

Controversias y dilemas

El entusiasmo científico convive con fuertes dudas. Para empezar, los efectos adversos: en algunos casos se registraron hemorragias cerebrales y muertes asociadas al tratamiento. A esto se suma el alto costo, estimado en unos 24.000 euros anuales por paciente, lo que plantea serias dudas sobre la posibilidad de incorporarlos a gran escala en sistemas públicos de salud como el argentino.

Además, los medicamentos solo están indicados en etapas muy tempranas de la enfermedad y en pacientes con características específicas. Eso significa que, al menos en esta primera fase, apenas un 5% de quienes padecen Alzheimer podrían acceder a ellos.

La polémica también alcanza al terreno práctico: estas terapias requieren infusiones intravenosas cada 15 días en hospitales de día y resonancias magnéticas periódicas para controlar complicaciones. En la práctica, un paciente que antes era atendido una o dos veces al año pasaría a tener más de 30 visitas médicas anuales, lo que supone un enorme desafío para sistemas sanitarios ya sobrecargados.

El neurólogo David Pérez, jefe de Neurología del Hospital 12 de Octubre de Madrid, que no participó en la serie de The Lancet, pone en perspectiva la controversia: "Lo que plantean los autores no es una comparación directa con otras enfermedades, sino mostrar que en medicina hay terapias con efectos similares y, sin embargo, en el caso del Alzheimer los avances se valoran menos, en parte por prejuicios sociales y por la desconfianza histórica tras tantos fracasos previos".

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La otra gran novedad es que los nuevos biomarcadores plasmáticos permiten identificar rastros de la enfermedad inclusive antes de que aparezcan los primeros síntomas.

Diagnóstico y prevención: la otra revolución

La transformación no se limita al campo terapéutico. La otra gran revolución se da en el terreno diagnóstico. Los nuevos biomarcadores plasmáticos, detectables con un simple análisis de sangre, permiten identificar rastros de la enfermedad incluso antes de que aparezcan los síntomas.

Los artículos en The Lancet destacan que estas herramientas son "cruciales" para confirmar la enfermedad en todas sus fases. En contextos asintomáticos, serán también la clave para seleccionar a las personas con Alzheimer en estado incipiente, lo que en el futuro abriría la puerta a tratamientos preventivos. Ensayos en curso, cuyos resultados se esperan en 2027, evaluarán si eliminar amiloide en personas sin síntomas puede retrasar la aparición de la demencia.

En paralelo, la ciencia pone cada vez más foco en la prevención basada en el estilo de vida. Una de las investigaciones revisadas por The Lancet identificó 14 factores de riesgo modificables -como tabaquismo, hipertensión, sedentarismo o contaminación- que, de ser controlados, podrían evitar hasta la mitad de los casos de demencia. "Hay potencial en prevención", resalta Eider Arenaza-Urquijo, investigadora de ISGlobal y coautora de la serie. "Ya vimos que una intervención que combina ejercicio, nutrición, estimulación cognitiva y vida social activa tiene impacto real en la preservación de la memoria en personas con mayor riesgo", afirma.

Un nuevo capítulo

Los expertos coinciden en que estamos apenas en el inicio de un camino que promete transformar radicalmente la forma en la que se diagnostica y se trata el Alzheimer. "Esto es solo el principio", asegura Albert Lleó. "Hay más de 130 medicamentos en investigación. Dentro de cinco años, la enfermedad puede ser irreconocible desde el punto de vista de cómo la tratamos, la prevenimos y lo que hacemos frente a ella".

Entre expectativas y debates, lo que parece indiscutible es que el Alzheimer acaba de abrir un nuevo capítulo en la historia de la medicina, uno que combina esperanza, dilemas éticos y enormes desafíos para los sistemas sanitarios del mundo.

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