Encuentro con un fantasma, PRO vencido y la madre de todas las derrotas

 En este conventillo los grandes temas de la política y la economía se mezclan con vecinos excéntricos, perros mágicos que administran el lugar y una saga de sucesos con límites difusos entre la ficción y la realidad.

 Lo habían visto medio pálido, del color de una vela. Caminaba cansado y dormía mucho. Karina detectó los síntomas del asma y salió a comprar cebolla morada y jengibre para hacerle unas nebulizaciones. Apenas un aliciente. La humedad de las paredes del complejo desafiaba su salud respiratoria y ahora, se notaba cada vez más. Una felpa de musgo había comenzado a estirarse por la medianera. La tarde del miércoles, por primera vez, crujió la estructura. Coincidió con el tren que pasa a un par de cuadras, pero todos los que estaban dando vueltas por ahí sintieron el lamento de los cimientos, como si fuese un animal nocturno.

La madera de las puertas se hinchaba, los clavos de las ventanas se aflojaban y mientras tanto la vida transcurría. El patio del conventillo parecía una estación de tren con gente extraña que transitaba y se iba. Días atrás vieron a un vendedor ambulante que llegó ofreciendo medias. Todos lo miraron extrañados, tenía rasgos orientales y aliento a curry. El único que le dio charla fue el Presidente que le compró: tres packs de medias, un set de agujas e hilos, seis alfajores Fulbito, dos cajas de maní con chocolate y un par de criptos. El vendedor le dijo que se llamaba Julian Peh, se sacaron una foto juntos y desapareció. El hijo falso de Néstor que estaba todo el día con el telefonito estuvo riéndose un rato largo porque decía que lo había visto en Tik Tok escapando de un grupo de trader hormonizados que le habían comprado $Libra y lo habían perdido todo. Lo cierto es que era un fantasma. Interpol dijo que no existe ningún hombre con ese nombre. 

El comentario fue discreto porque nadie respetaba mucho al hijo falso de Néstor. En cambio, si hubo murmullos cuando Doña Florinda, excanciller jubilada, dijo que el Presidente era "o poco inteligente o una especie de corrupto", mientras atravesaba el zaguán con los ruleros, la "mañanita" y el carrito de las verduras. Karina alcanzó a escucharla y le soltó la correa amarilla a su perrito Mauricio que fue a morderle los talones, con tal de recibir luego palmaditas de su dueña. Entre las peleas de los vecinos y la estructura endeble, la tensión era plena.

Esa noche , los mastines convocaron a una reunión de consorcio para hablar de los temas de la orden del día y para detectar quiénes eran los traidores. 

-Nos quieren voltear... nos quieren voltear... repetían.

Los primeros en llegar fueron los Radicales del Ala Este, los que conocían cada grieta del conventillo porque la habían visto nacer. Se sentaron con aire serio, pero se les notaba el gusto por la reunión. Después apareció la Coalición de la Pieza 5, que siempre hablaba en plural aunque nunca estaba claro cuántos eran. Luego llegaron los Provinciales: inquilinos que pagaban poco, pero que en las votaciones del pasillo sabían inclinar la balanza.

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Al final de la noche no hubo un apóstol traidor, sino los doce: dos leyes con media sanción. Se votó a favor de darle plata a las universidades públicas y se aprobó la llamada Ley Garrahan, que declara la emergencia en salud pediátrica; cinco decretos que fueron rechazados:  cerrar el INTA y el INTI, reorganizar el área de Transporte, dejar de financiar a los actores, cambiar el Banco Nacional de Datos Genéticos, que sirve para identificar personas desaparecidas e introducir cambios en el régimen especial para la Marina Mercante.

Y por último, lo que metieron por la fuerza: obligar a discutir en comisión (o sea, sí o sí se tienen que tratar) dos proyectos de los gobernadores sobre cómo se reparte la plata (coparticipación de ATN y el Impuesto a los Combustibles); la emergencia en Ciencia y Tecnología, que también está mal de recursos; un proyecto sobre el Alzheimer, para mejorar la atención a pacientes y familias y  el funcionamiento de una comisión investigadora por la estafa del caso LIBRA. 

Karina recordó el cuento de Cortázar, "Casa tomada" y le pareció que esa entidad que acosaba la vivienda de los hermanos protagonistas, se parecía mucho a la humedad que estaba ablandando la estructura. Había que ajustar la estrategia. Usar a favor la fuerza del enemigo. Octubre estaba cerca.